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viernes, 20 de agosto de 2010

QUE ES LA DEPRESION?


Cuando los médicos hablan de depresión se refieren a la depresión mayor, una enfermedad mental grave caracterizada por la alteración del estado de ánimo acompañada frecuentemente de otros síntomas. Cualquiera de nosotros experimenta a lo largo de la vida algunos momentos de tristeza, ansiedad o baja autoestima, problemas que son bien diferentes de una depresión mayor. La distimia, la depresión orgánica, el trastorno adaptativo con síntomas depresivos o la depresión crónica, son otros trastornos del estado de ánimo a los que no me voys a referir en este posteo de mi blog.

Aunque la causa directa de una depresión no está del todo clara, sí se sabe que en los sujetos deprimidos existe una alteración de algunos neurotransmisores cerebrales. Estos son las sustancias químicas que las neuronas utilizan para comunicarse entre sí y son fundamentales para el correcto funcionamiento del sistema nervioso.

Algunas alteraciones en la bioquímica del organismo pueden producir una depresión. Puede ocurrir en las enfermedades crónicas, el posparto, con el empleo de drogas o algunos fármacos, con los cambios hormonales o incluso con determinados hábitos de vida. Otras veces la depresión no tiene un desencadenante claro.

Es importante saber que nadie es culpable de estar deprimido y que no es posible diagnosticarse a uno mismo ni recurrir a un amigo o familiar para hacerlo. La depresión es una enfermedad médica tratable que debe ser manejada por profesionales sanitarios.

Cuando existen cinco o más de los síntomas que cito a continuación durante más de dos semanas o si cualquiera de estos problemas interfiere con la vida diaria, es necesario plantearle el problema al médico que será quien establezca el diagnostico de depresión e iniciará la terapia que mejor se adapte a cada caso.

  • Estado de ánimo triste, melancólico o llanto frecuente.

  • Cambios llamativos en el apetito o en el peso.

  • Problemas con el sueño (dormir mucho o poco).

  • Irritabilidad, ansiedad, inquietud o mal humor.

  • Pérdida de energía o tendencia al sueño.

  • Sensación de culpa o baja autoestima.

  • Dificultad para concentrase o indecisión.

  • Incapacidad para disfrutar de las cosas y rechazo al contacto social.

  • Molestias o dolores injustificados.

  • Pensamientos repetidos de muerte o suicidio.
La depresión no es una enfermedad con causa única. Es un problema muy complejo y los desencadenantes pueden ser muy variados. La combinación de diferentes factores puede influir tanto en la evolución, pronóstico y tratamiento de la enfermedad.

Entre los factores asociados con más frecuencia a una depresión son:
  • Toxicomanías: el consumo de sustancias adictivas como el alcohol, los opiáceos u otros tipos de droga, se asocia frecuentemente a problemas depresivos. El 30% de estos sujetos tienen una depresión mayor.

  • Historia familiar: algunas formas de depresión son hereditarias, es decir, se trasmiten de generación en generación.

  • Sucesos traumáticos en la vida personal como la muerte o pérdida de un ser querido, los conflictos familiares o personales o los abusos físicos, emocionales o sexuales.

  • Cambios importantes en nuestra forma de vida como el traslado de domicilio, de situación laboral o familiar.

  • Algunos medicamentos.

  • Enfermedades graves o crónicas.

A pesar de que en el desarrollo de una depresión parecen influir de forma importante nuestras vivencias, no hay que caer en el error de que la depresión es culpa del paciente y que basta con 'animarse' para mejorar.
Los científicos han demostrado diferencias claras en la composición química de determinadas zonas del sistema nervioso entre los sujetos sanos y los deprimidos. En concreto, el hipocampo, una región del cerebro relacionada con la memoria, tiene menor tamaño en estos pacientes.

También existen alteraciones en la concentración de algunos neurotrasmisores en el sistema nervioso de los deprimidos así como modificaciones hormonales, como el aumento del cortisol que presentan muchos pacientes.

Aunque no se ha identificado todavía ningún gen específico de la depresión, sí está demostrado que algunos cuadros son hereditarios. De hecho, los hijos de parejas en las que ha existido algún caso de depresión grave tienen más frecuentemente este tipo de problemas.

En definitiva, la depresión se comporta como una enfermedad compleja en la que la confluencia de una serie de desencadenantes o factores externos en un sujeto con una cierta predisposición genética está detrás de la mayoría de los casos.

La depresión se caracteriza por una serie de síntomas, mentales y a veces físicos y su diagnóstico debe quedar siempre en manos de un médico o profesional sanitario.

Además de la alteración del estado de ánimo, dominado por la tristeza, existe cada vez mayor certeza de que la depresión afecta a la salud de nuestro cuerpo. Se ha demostrado que los pacientes con depresión que se están recuperando de alguna otra enfermedad, como un infarto de miocardio o una trombosis, tienen más problemas médicos e incluso mayor mortalidad en los primeros meses.

Un sujeto deprimido encuentra dificultades para seguir las instrucciones de su médico o para enfrentarse a los esfuerzos de adaptación en la vida cotidiana que impone una de estas características. Tanto, que incluso tomar decisiones acerca de su propia salud, como dejar de beber o fumar tras un ictus, es más complejo.
Las defensas del organismo contra las infecciones también se alteran en los estados depresivos e incluso las vacunas son menos efectivas en este tipo de pacientes. Este estado de tristeza y apatía también hace que consultemos más tarde con el médico o que sigamos peor el tratamiento de un proceso infeccioso.

La alteración del sueño es uno de los primeros síntomas de una depresión y se produce casi en la totalidad de los casos. El insomnio es lo más habitual: los pacientes duermen menos y suelen tardar más en hacerlo, el descanso es de peor calidad (pueden despertarse varias veces durante la noche) o tienen un despertar precoz (a las 5 ó 6 de la madrugada el paciente se despierta y es incapaz de retomar el sueño). En el caso de la depresión mayor este último síntoma es el más frecuente.

En otras ocasiones la depresión hace que nos sintamos somnolientos o con falta de energía durante todo el día. La falta de sueño adecuado consigue por sí misma alterar nuestro humor y empeora problemas propios del deprimido como la falta de atención, la indecisión o la dificultad para concentrarse.

El consumo de alcohol u otras drogas es frecuente entre los pacientes deprimidos, bien como una consecuencia más o por que este tipo de adicciones hayan contribuido al desarrollo del cuadro. Estos casos son más difíciles de manejar con éxito.

Convivir con un paciente deprimido repercute claramente en familiares y amigos. Es bueno que alguien cercano al enfermo esté directamente implicado en el tratamiento de la depresión ya que facilita el seguimiento médico y puede ser clave para evitar complicaciones como el suicidio. Algunas veces puede llegar a ser necesario realizar algún tipo de terapia familiar.

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