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viernes, 20 de agosto de 2010

CEFALEAS INFANTILES


El dolor más frecuente en los niños, después de las molestias musculares y abdominales, son los dolores de cabeza. Un estudio publicado en 'The Lancet Neurology' desvela las claves del diagnóstico y tratamiento de las cefaleas de origen muscular (casi tan frecuentes como las migrañas). Desvela así que las pruebas de imagen no suelen ser necesarias o que un antidepresivo puede prevenir el problema cuando los ataques son muy frecuentes.

Entre el 10% y 25% de los niños y adolescentes sufren estos dolores de cabeza de origen no migrañoso. Las cefaleas tensionales o musculares se manifiestan como una sensación de tensión, presión o constricción. Los ataques duran unas dos horas y suelen presentarse en la nuca (zona suboccipital). Los expertos suelen definirlos porque no presentan los síntomas de la migraña (un ataque en un sólo lado de la cabeza, pulsátil y que se agrava con la actividad), aunque en ocasiones resulta difícil diferenciar ambos trastornos.

De hecho, hasta hace unos años las cefaleas tensionales infantiles no habían sido muy estudiadas. La atención de los investigadores se centraba en las migrañas. La situación ha cambiado en la última década y el neurólogo infantil Pirjo Anttila, del Hospital de Turku (Finlandia), ha decidido repasar lo que actualmente se sabe sobre esta enfermedad en una revisión publicada este mes en 'The Lancet Neurology'.

El especialista ha de descartar primero que se trate de una cefalea secundaria, es decir, debida a otro problema de salud, como meningitis, otitis o fobia al colegio. "Las causas graves de las cefaleas secundarias son raras en niños y adolescentes", aclara Anttila, quien recuerda que "la fiebre es la causa más común de un dolor de cabeza benigno exacerbado".

Para diagnosticar cefaleas tensionales, el especialista deberá hacer un historial sistemático de los ataques del crío, un examen físico y neurológico y, en algunos casos, una prueba de imagen. "Si el examen neurológico es normal, habitualmente la neuroimagen no se hace", aclara el artículo.

La herramienta para hacer el seguimiento del pequeño es un 'diario de cefaleas'. "Un diario es un método útil para diferenciar los tipos de cefaleas". Y es que uno de los problemas de estas dolencias es que en ocasiones el niño puede tener problemas para expresar la intensidad de sus molestias o recordar algunos síntomas acompañantes (fotofobia, fonofobia...).

"La mayoría de los niños de entre siete y 11 años [ya] pueden informar de la frecuencia e intensidad de su dolor, pero hará falta que un adulto propicie esta valoración", comenta el artículo finlandés.

"Los padres y niños en general consultan a los médicos cuando las cefaleas se vuelven frecuentes y ya no responden a los analgésicos. También el abuso de medicación [que ocasiona cefaleas de 'rebote'] pude ser un problema común en pacientes con cefaleas frecuentes", dice Anttila.

Al igual que la migraña, los ataques de cefaleas tensionales requieren tratamiento farmacológico y conductual.
"Aunque las cefaleas tensionales en la infancia se tratan habitualmente con medicación, se han publicado pocos estudios en población pediátrica sobre la eficacia de los fármacos en este problema", lamenta el autor.

El fármaco más probado en estos casos es el paracetamol, aunque parece que también los antiinflamatorios (como ibuprofeno) pueden aliviar las cefaleas infantiles. "La aspirina no es recomendable por el riesgo de síndrome de Reye", comenta el autor.

Cuando los dolores de cabeza sean frecuentes (entre uno y 15 ataques mensuales durante un mínimo de tres meses) hará falta un tratamiento preventivo. El neurólogo finlandés aconseja una serie de tratamientos conductuales, como las técnicas de relajación, el 'biofeedback' (el paciente aprende a controlar las funciones internas de su organismo) o la terapia cognitivo conductual (que sirve para reducir el estrés).

En el caso de cefaleas crónicas (al menos 15 ataques mensuales), Anttila aconseja que se recurra a fármacos profilácticos cuando las anteriores estrategias hayan fracasado: "La amitriptilina [un antidepresivo] podría ser beneficiosa para la profilaxis, aunque no se han hecho estudios controlados", comenta.

Precisamente, uno de las ideas repetidas a lo largo de su artículo es que "hacen falta más estudios en el tratamiento de este trastorno en los pacientes pediátricos".

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