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miércoles, 13 de agosto de 2014

FAMA Y DEPRESION DE LA MANO NUEVAMENTE: AHORA ROBIN WILLIAMS


La noticia de la muerte del actor estadounidense Robin Williams a causa de un aparente suicidio ha puesto de nuevo el foco en la incidencia que ciertos trastornos mentales, como la depresión o la bipolaridad, parecen tener en los intérpretes que se dedican a la comedia.

Williams -igual que los actores británicos Stephen Fry, Hugh Laurie y John Cleese o los estadounidenses Jim Carrey, Owen Wilson y Ben Stiller- fue uno más de los humoristas que en los últimos años reconoció públicamente haber batallado contra la depresión o la adicción a las drogas y al alcohol.

Pese a que los expertos en psiquiatría hacen hincapié en que no se puede generalizar a la hora de vincular determinadas enfermedades mentales con un cierto tipo de personalidad, lo cierto es que la imagen de los comediantes como seres depresivos que exorcizan sus demonios a través del humor –lo que algunos han bautizado informalmente como el síndrome del payaso triste- se ha vuelto un lugar común.
De hecho, a principios de este año, un estudio elaborado por científicos de la Universidad de Oxford señalaba, entre otras cosas, que los humoristas presentan rasgos psicológicos "inusuales" que los hacen tendentes a padecer psicosis.
En el caso de Robin Williams se había informado que el actor sufría un trastorno bipolar, una patología que afecta seriamente el estado de ánimo, haciendo que quienes la padecen pasen de la euforia a la depresión en cuestión de minutos.
El productor británico John Lloyd, responsable de la exitosa serie cómica de la BBC de los años 80 "Blackadder" y a quien se le diagnosticó una bipolaridad, asegura que los humoristas suelen tener personalidades que van de un extremo al otro porque ellos mismos "son gente extrema" que no está satisfecha con el mundo que les rodea.
"Robin Williams era un genio y tuvo una carrera muy prolífica. No puedes hacer eso si estás deprimido. Es más habitual que eso suceda en las personas bipolares, que tienen enormes estallidos de creatividad", señala Lloyd en conversación con la BBC.
"Pero todo tiene un precio. A menudo, y lo sé por haber sido productor de televisión, cuando acabas una serie, después de un tiempo bajo los efectos del subidón que produce la adrenalina, te hundes y llegas muy abajo. Es doloroso", apunta Lloyd.
La sensación que describe Lloyd es, según la psicoterapeuta estadounidense Amy Alpine, algo muy común entre los humoristas.
"Para muchos comediantes, el humor es una vía de escape. Toman algo que les preocupa o molesta y hacen broma con ello para intentar superarlo. La recompensa es la risa del público", apunta Alpine en conversación con BBC Mundo.
"Muchos cómicos tienen una personalidad introvertida y para compensarlo utilizan el humor. Pero el tener que ser divertido todo el rato puede ser muy cansado. La gente te ve y espera que les hagas reír y eso no es posible todo el tiempo", señala la experta.
"Cuando están solos no están haciendo reír a otros y tampoco se ríen consigo mismos. Así que no tienen el mecanismo para volver los pensamientos negativos en algo positivo".
"Además, la depresión es fruto de un mecanismo químico en el cerebro. Cuando están solos no tienen el subidón de adrenalina que les da el estar sobre el escenario frente al público. Y cuando te falta esa adrenalina el cerebro está bajo el efecto de sustancias que causan depresión".
Según Alpine, es por eso que "hay muchos casos de humoristas que utilizan drogas como la cocaína cuando no están actuando, ya que esa sustancia estimula los centros cerebrales del placer y les hace sentir bien".
"Intentan obtener a través de las drogas el placer que les da estar sobre el escenario. Así que están constantemente en un ciclo que va de la euforia que produce la adrenalina a la depresión que produce el cortisol que sus cerebros segregan cuando están solos. Las drogas les ayudan a producir dopamina, que les relaja y les ayuda momentáneamente a olvidar su depresión. Es un ciclo muy destructivo".
El psiquiatra Roger Montenegro, miembro del consejo de dirección de la Fundación Mundial para la Salud Mental (WFMH, por sus siglas en inglés), coincide con Alpine en que existe un vínculo entre el abuso de sustancias y las enfermedades mentales.
"El alcohol y las drogas hacen más llevable la enfermedad pero no sacan al enfermo de la depresión, sino que terminan acentuando la sensación de culpa o de no tener futuro", explica Montenegro en conversación con BBC Mundo.
"Eso sucede también con pacientes con esquizofrenia que pretenden aliviar sus síntomas con el consumo de sustancias", señala el experto.
El pasado enero científicos de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, publicaron un estudio en la Revista Británica de Psiquiatría en el que participaron más de 500 comediantes de Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos.
Los investigadores concluyeron que los actores que se ganan la vida haciendo reír a los demás presentan más características psicóticas en su personalidad que los actores que no practican el humor o las personas que no tienen trabajos creativos como los suyos.
Esos rasgos incluyen una tendencia hacia el comportamiento impulsivo y antisocial y a evitar la intimidad.
Según Gordon Claridge, jefe del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford, "los elementos creativos necesarios para producir humor son sorprendentemente similares a los que caracterizan el estilo cognitivo de las personas con esquizofrenia o trastorno bipolar".
"Por un lado, algunos humoristas son más bien introvertidos, depresivos e incluso esquizoides. Y por el otro, son más bien extrovertidos y maníacos", señaló el experto.
"Probablemente la comedia, el lado extrovertido, es una manera de lidiar con el lado depresivo. Por supuesto ese no es el caso de todos los humoristas", aclaró Claridge.
El doctor Nick Maguire, especialista en psicología clínica de la Universidad de Southampton, en Inglaterra, asegura que puede que haya una conexión entre depression y comedia, aunque en su opinion "no es tan fuerte".
"La gente a menudo se aísla. Una manera de mitigar temporalmente las emociones negativas es hacer que los otros se rían, para que les gustes", señala Maguire.
"Desafortunadamnete, el alivio es solo temporal. Funciona mientras está sucediendo, pero cuando regresas a casa, ¿qué haces?", apunta el experto.