“A tu derecha!” me dijo Stan y al girar la cabeza
podía ver a través de la ventanilla del auto como a la distancia la
parte superior de la Torre Eiffel se erigía majestuosa sobre el
horizonte primaveral. Nos dirigíamos desde NeuroSpin, un centro de
investigación de alta tecnología en las afueras de Paris a una reunión
en el Servicio de Neurología del Hospital Pitié-Salpêtrière, una
institución médica parisina por la que pasaron personajes como Charcot,
Freud, Babinsky, Pinel y Janet entre otros.
“Hoy
el tiempo es perfecto y hay poco tráfico” agregó mientras conducía a lo
largo del río y escuchaba con atención mi relato sobre un evento
científico sobre competencia númerica y el desarrollo del cerebro al que
había asistido en Finlandia.
“¿Sabes cuál es
problema con la mayoría de la gente, Alex? Al zambullirse exclusivamente
en los detalles pierden de vista el todo. Soy seguramente el único en
mi área que asiste hasta a conferencias de psicología social”. A pesar
de mi inexperiencia en la estratósfera académica en la que trabaja Stan,
ya me era más que evidente que uno de los peligros de una exitosa
carrera académica era el extraviarse en un laberinto de minucias.
Me
sorprendió gratamente saber que Stan, en su excelente trayectoria,
había salvado esas turbulentas aguas con pericia. Mi conductor era
Stanislas Dehaene, probablemente el más famoso neurocientífico de
Francia. A la edad de 34 años fue nombrado director de una unidad de
investigación del Instituto Nacional de la Investigación Médica y de la
Salud de Francia. Además de numerosos cargos y galardones de gran
importancia es profesor de psicología cognitiva experimental del Collège
de France, institución de fama mundial fundada en 1530 por el rey
Francisco I que ha tenido como profesores a personajes ilustres como
Jean-François Champollion, el descifrador de los jeroglíficos egipcios,
para solo nombrar a uno. Gracias a la extraordinaria calidad de sus
trabajos su ascenso a la fama ha sido meteórico y su nombre ha llegado a
ser casi sinónimo del estudio de la relación entre el cerebro y nuestra
capacidad de procesar información numérica, uno de sus varios temas de
investigación.
Vean el siguiente video en inglés de 5 minutos 10 segundos de una entrevista a Stanislas Dehaene:
Stan
es el autor, entre otros, del libro “El Sentido Numérico: Como la Mente
Crea a las Matemáticas” (1) y de muy importantes estudios publicados
sobre el tema. En su libro nos muestra, entre otras cosas, evidencia
científica sobre el hecho de que no solamente los bebes ya cuentan con
un muy sencillo sentido numérico sino que hasta animales como la rata,
la paloma, el mapache y el chimpancé son capaces de realizar simples
cálculos.
Vean este video sorprendente de la
Universidad de Kyoto que muestra a la famosa chimpancé Ai presionando en
la pantalla de una computadora el dígito arábigo correspondiente a la
cantidad de puntos que contiene el conjunto que se le presenta en la
misma pantalla:
Este
sentido numérico es una capacidad de estimar la „numerosidad” de las
cosas, es decir la cantidad aproximada de objetos. Esta capacidad es el
cimiento sobre el cual construimos posteriormente nuestra habilidad para
crear símbolos numéricos y hacer cómputos exactos cada vez más
complejos. El sentido numérico es comparable a nuestra capacidad de
percibir color u objetos en el espacio que nos rodea y al igual que
estas capacidades, basados en los estudios hechos hasta ahora,
presumimos que es una capacidad innata. Se nace con sentido numérico.
Esta capacidad básica es especialmente perturbada cuando se producen
problemas con el normal funcionamiento de neuronas que se encuentran en
una parte específica de un área del cerebro conocida como el “lóbulo
parietal”. Si preguntamos a neurólogos, ellos quizás nos dirían que los
primeros indicios sobre la posible importancia de esa área en la
habilidad matemática más básica hayan sido una serie de artículos
escritos por el neurólogo Josef Gertsmann que implicaban a lesiones en
esta área del cerebro con la aparición de, entre otros tres síntomas,
una extrema dificultad o pérdida de la habilidad de calcular (2).
Independientemente
de cuales hayan sido exactamente los primeros indicios clínicos sobre
el rol de esta parte del cerebro con la competencia numérica y cual sea
exactamente ese rol, hoy en día gracias a nuevos aparatos y técnicas que
nos permiten, sin abrir la cabeza de la persona, observar que áreas
están especialmente activas cuando realizamos una tarea determinada,
podemos confirmar que esta área tiene sin duda una estrechísima relación
con nuestro sentido numérico (3).
Si usted es la
persona inteligente que sospecho que es se estará preguntando ahora
mismo ¿Tiene esto alguna importancia para las personas que trabajan
fuera de las paredes de un laboratorio o un hospital? ¿Qué tiene que ver
esto con mi conversación con Stan bajo la distante metálica mirada de
la Torre Eiffel? ¿En qué beneficia a la comprensión de este fenómeno el
asistir hasta a conferencias de psicología social como dijo él? Y aquí
es cuando las cosas se vuelven probablemente más relevantes para usted y
para las personas en su entorno.
“¿Cuánto es 3 +
1?” pregunta afablemente el psicólogo. Después de un poco de duda, el
niño de 9 años y 7 meses de edad a quien llamaremos Juan (no es su
nombre verdadero) responde "3 + 1 = 5". Brian Butterworth (4), profesor
emérito de la universidad inglesa University College London, nos relata
que Juan puede leer sin ninguna dificultad y tiene un excelente
rendimiento en todas las materias en la escuela con excepción de las
matemáticas, a las que considera imposible. Juan puede contar hasta
veinte correctamente pero con extrema lentitud, sabe que el número 4
viene despues del 3 pero como hemos visto cree que 3 + 1 es igual a 5,
puede contar conjuntos de puntos que contengan hasta tres puntos pero en
el caso de conjuntos con cantidades mayores solamente puede adivinar la
cantidad y cuando se le presentan dos números y se le pregunta cual es
mayor no puede responder correctamente.
Juan sufre
de un trastorno del aprendizaje llamado "discalculia" que parece estar
relacionado con problemas en el funcionamiento normal del cerebro en la
parte que mencionamos. Klaus Willmes (5), un renombrado profesor de la
Universidad Técnica de Aquisgrán, en el norte de Alemania, nos
recomienda no confundir la discalculia con la acalculia. En el caso de
la acalculia hablamos del disturbio o la pérdida de la competencia
númerica por causa de una lesión en el cerebro, mientras que en el caso
de la discalculia nos referimos a un trastorno de la competencia
númerica presente ya desde la niñez.
En la
discalculia vemos, como en el caso de Juan, que a pesar de que las otras
capacidades intelectuales estas intactas, hay serios problemas que se
limitan a la competencia numérica que no se pueden atribuir ni a una
falta de motivación ni a una instrucción deficiente. Stanislas Dehaene,
Anna J. Wilson y Nicolas Molko (6) nos explican en un artículo en la
Revista Francesa de Pedagogía que la evidencia acumulada sugiere que las
causas de la discalculia son muy probablemente genéticas.
Según
estudios de Ruth Shalev (7), investigadora del Centro Médico Shaare
Zedek de Jerusalén del 5 al 6% de los niños en edad escolar sufren de
discalculia. Esto sumado a informes que ubican el porcentaje de personas
con algún tipo dificultad, no necesariamente patológica, con las
matemáticas en aproximadamente un 20% de la población (4) debería hacer
de la competencia numérica un tema de gran preocupación social. Sin
embargo, no hay suficiente conciencia del problema.
Por
ejemplo, Brian Butterworth, el investigador inglés que mencionamos
arriba, debe dedicar una buena parte del inicio de sus charlas a
docentes y público en general a persuadir a los asistentes que una
competencia numérica deficiente no solo es causa de mucho sufrimiento
para millones de niños y adultos alrededor del mundo sino que tiene
inclusive un impacto real en el desarrollo y progreso económico de las
naciones. Es un problema que no solamente requiere comprender que pasa
con las neuronas cuando la respuesta es 3 + 1 = 5 sino que requiere
también una buena comprensión de sus efectos en la sociedad en que
vivimos. Y necesita de la acción de todos.
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Alex
López-Rolón es un psicólogo paraguayo formado en Japón y especializado
en Europa en neuropsicología cognitiva clínica y experimental.
Referencias
- Dehaene S. The number sense how the mind creates mathematics. New York: Oxford University Press; 2011.
- Rusconi E, Pinel P, Dehaene S, Kleinschmidt A. The enigma of Gerstmann’s syndrome revisited: a telling tale of the vicissitudes of neuropsychology. Brain J Neurol. 2010 Feb;133(Pt 2):320–32.
- Willmes K, Knops A. Micro and macro pattern analyses of fMRI data support both early and late interaction of numerical and spatial information. Front Hum Neurosci. 2011;5:115.
- Butterworth B. Dyscalculia: Causes, identification, intervention and recognition. Inaugural Conference on Dyscalculia and Maths Learning Difficulties in London; 2009.
- Willmes-von Hinckeldey K. Akalkulie. Kognitive Neurol. Stuttgart: Georg Thieme Verlag; 2005. p. 84–95.
- Dehaene S, Wilson A, Molko N. La dyscalculie développementale, un trouble primaire de la perception des nombres. Rev Française Pédagogie. 2005;152(1):41–7.
- Shalev RS. Developmental dyscalculia. J Child Neurol. 2004 Oct;19(10):765–71.
Pueden ver el articulo original en el blog del autor: http://www.abc.com.py/blogs/con-ciencia-en-mente-133/las-neuronas-del-3-1-5-2306.html
Gracias Miguel por la difusión. Tus lectores pueden postear preguntas sobre este y otros articulos en la página de mi blog "Con Ciencia en Mente" en ABC Digital, las responderé con mucho gusto.
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