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lunes, 16 de septiembre de 2013

COLORES QUE SE ESCUCHAN Y SABORES QUE SE SIENTEN EN LA PIEL

Desde la fecha y con autorizacion de su autor, voy a adosar a mi blog los INTERESANTISIMOS articulos del Lic. Alex Lopez-Rolon sobre Neurociencias. Al final del articulo pueden leer parte del interesantisimo curriculum del autor y en los blogs de ABC DIGITAL sus mas que interesantes articulos relacionados a esto que tanto nos apasiona: las Neurociencias.

 

“He tenido esto toda mi vida. Para mí es emocionante saber que no estoy solo, que hay más gente que tiene esta habilidad” me decía obviamente conmovido un hombre que me llamaba por teléfono del otro lado del país. Este hombre era uno de los tantos que nos llamaban para confesar ser poseedores de una habilidad muy poco común conocida como “sinestesia”. Steven Pinker (1) nos dice que el gran Noam Chomsky alguna vez escribió, jocosamente en mi opinión, que “nuestra ignorancia puede ser dividida en problemas y misterios. 

Cuando enfrentamos un problema tal vez no sepamos su solución pero tenemos cierta noción, un conocimiento que se incrementa y un indicio de lo que estamos buscando. Cuando enfrentamos un misterio, sin embargo, podemos solo mirar fijamente con asombro y desconcierto, sin saber siquiera a que se parecería una explicación”. La sinestesia fue por mucho tiempo un misterio à la Chomsky.

Un misterio que me había motivado a dejar Japón con destino a Leipzig, Alemania, para participar brevemente de un incipiente proyecto de investigación. Coincidente con el tiempo de mi llegada a Leipzig un anuncio publicado por la universidad buscando gente con sinestesia había ocasionado incesantes llamadas telefónicas de periodistas y del público en general.

El mundo había “descubierto” la sinestesia y no podía sacudir su fascinación. La sinestesia estaba dejando de ser un misterio para convertirse en un problema y en los diez años transcurridos desde mi corta estancia en Leipzig hemos aprendido más que en los 200 años previos. La sinestesia no es una enfermedad, no es una alucinación, ni una ilusión sino una habilidad real, innata, automática e incontrolable de experimentar sensaciones como, por ejemplo, ver cada letra del abecedario en colores distintos aunque en realidad estén escritas en una bastante aburrida tinta negra. Cada letra tiene su color.

En éste caso las "a "pueden ser siempre percibidas, por ejemplo, en un luminoso color rojo, siempre exactamente en ese rojo. Jamie Ward el autor del libro "La rana que croaba azul" (2) nos cuenta el caso de Edgar, un niño con sinestesia, que "veía sonidos". Para Edgar el disparo de un rifle era negro, el gorjeo de los grillos era rojo y el croar de las ranas azul. Otros científicos nos cuentan de personas en las que experiencias como el enojo, el beso o el orgasmo producen experiencias sinestéticas y de personas que cuando ven que alguien es tocado en cierta parte del cuerpo sienten ese contacto en la misma parte de su cuerpo. Hay muchísimas clases de sinestesia.

Para la gente que nace con esa habilidad es una gran sorpresa el descubrir, en algún momento de su infancia, que no es algo que todo el mundo puede experimentar. Y generalmente lo ocultan porque tienen miedo que la gente piense que están locos. En su famoso libro "El hombre que saboreaba formas", el neurólogo Robert Cytowic (3), relata el caso de Miguel, un hombre cuyo sentido del gusto producía experiencias sinestéticas táctiles. Para Miguel el sabor de un pollo delicioso provocaba siempre la sensación de que su piel era presionada por una especie de forma puntiaguda, si el pollo salía mal la sensación puntiaguda era reemplazada por la presión de formas redondas.

"Nadie me entiende" le había dicho Miguel a Cytowic cuando le contó por primera vez su secreto. Pero Miguel se había topado con un talentoso y muy sensible neurólogo que había entendido inmediatamente.“Así como no habían paredes entre las habitaciones de su casa, supe que tampoco habían paredes entre los sentidos de Miguel. Así como el espacio de las habitaciones fluía de una a otra, así estaban combinados perfectamente en su cerebro el sabor, el tacto, el movimiento y el color" nos cuenta Cytowic en su libro.
Hay estudios que han calculado (4) que solo una persona en cada dos mil tiene algún tipo de habilidad sinestética (las mujeres sobrepasan a los hombres 5 a 1). Estamos hablado, por supuesto de una sinestesia innata, conocida como sinestesia del desarrollo y no de experiencias sinestéticas producidas por drogas, lesiones o enfermedades. Se ha observado que numerosas personas con sinestesia son muy creativas.
En otras palabras son capaces de generar ideas novedosas, asociarlas y adaptarlas de manera muy original. Además la sinestesia parece beneficiar a ciertas areas de la percepción y la memoria. Hay una larga lista de famosos artistas y científicos con sinestesia. La lista incluye, entre muchos otros, al filósofo Ludwig Wittgenstein, al físico Richard Feynman y entre los aún vivientes al actor australiano Geoffrey Rush (4). Se cree además que el famoso pintor Wassily Kandinsky también le debía a la sinestesia su originalidad.

La evidencia acumulada en los últimos diez años nos demuestra que es un fenómeno real. Ahora el desafio es comprender mejor como se hereda, como está conectado el cerebro y como funciona cuando uno tiene sinestesia del desarrollo. Según el investigador inglés Jamie Ward (4) una mejor comprensión de la sinestesia puede ayudarnos eventualmente a saber mejor como las experiencias concientes son creadas, como las diferencias genéticas afectan al desarrollo del cerebro y de las facultades mentales y como diferentes maneras de percibir el mundo afectan, por ejemplo, a nuestra memoria y nuestras inclinaciones artísticas. Nada mal para un fenómeno que hasta hace poco era considerado por muchos una rareza neurológica inútil.

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*Psicólogo paraguayo formado en Japón y especializado en Europa en neuropsicología cognitiva clínica y experimental.
Referencias
(1) Pinker, S. (1997). How the mind works. London: Penguin Books.
(2) Ward, J. (2008). The frog who croaked blue: synesthesia and the mixing of the senses. London: Routledge.
(3) Cytowic, R. (2003). The man who tasted shapes. USA: Bradford Books.
(4) Ward, J. (2013). Synesthesia. Annu Rev Psychol. 64: 49-75. doi: 10.1146/annurev-psych-113011-143840.

Articulo original en: http://www.abc.com.py/blogs/con-ciencia-en-mente-133/colores-que-se-escuchan-y-sabores-que-se-sienten-en-la-piel-2298.html

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