Si echamos la vista atrás hacia algunas de las escenas más
apasionantes del cine, probablemente muchas de ellas tengan el agua como
protagonista. Desde el mítico baño de Anita Ekberg en la Fontana de
Trevi en 'La Dolce Vita', a las más recientes 'El lago azul', 'La playa'
o 'Lucía y el sexo'.
Según los expertos, el agua tiene para algunas personas una connotación erótica que hace que se convierta en inspiración de muchos de nuestros deseos y, sobre todo en verano, en el lugar preferido de miles de personas para dejarse llevar por la imaginación. Pero, a pesar de la fantasía, hay algunas peculiaridades de esta práctica sexual que es necesario resaltar.
En realidad no se puede hablar de riesgos específicos por el hecho de tener encuentros sexuales en el agua, sin embargo, el riesgo partiría de las ideas preconcebidas que llevarán a las personas a no usar protección frente a embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual. Hay gente que piensa erróneamente que en el agua no se puede producir un embarazo, o que por el hecho de estar en un medio acuático, el producto del eyaculado dentro de la vagina no va a ser efectivo, o que el agua puede eliminar el riesgo de infecciones de transmisión sexual. Todas estas ideas, unidas al hecho de que es más difícil utilizar el preservativo en el medio acuático, podrían relajar a los protagonistas del encuentro y aumentar las posibilidades de tener una relación de riesgo.
Por estos motivos, las precauciones que se debe tomar son exactamente las mismas que fuera del agua: Utilizar protección contra las enfermedades de transmisión sexual si la pareja no es estable (o no se tienen garantías de que no pueda haber algún tipo de contagio), usar de forma correcta el preservativo (colocándolo fuera del agua y controlando que no se rompa) y tener a mano un buen lubricante de base acuosa.
Asimismo y como es lógico, también hay que considerar el estado del agua: Si el agua está estancada o sucia, o si tiene gran cantidad de jabones, se podrían producir irritaciones en cualquier parte de la piel. O si el encuentro sexual es en la playa, también hay que considerar los inconvenientes de la arena, así como los de cualquier otro medio natural.
Así, el medio acuático, puede proporcionar un espacio discreto para intentar caricias, juegos y experiencias más atrevidas. La piel es la gran olvidada de los encuentros sexuales, que solemos centrar en los genitales, con lo cual las sensaciones eróticas que se reciben en el agua pueden ser muy novedosas para muchas personas y muy convenientes.
No obstante, estas prácticas pueden ser placenteras para muchas personas pero no para otras, por lo que no existen reglas ni recetas universales de lo que es más o menos placentero. En sexualidad hay gustos muy diversos y particulares, y distintas situaciones o prácticas que agradarán a unas personas y desagradarán a otras. Las personas somos únicas y particulares y también lo es nuestra sexualidad. Lo importante es conocerse y saber comunicar y negociar bien los gustos y preferencias con la pareja, tanto si se trata de una pareja estable, como de una pareja ocasional (que con estas también se puede negociar).
Según los expertos, el agua tiene para algunas personas una connotación erótica que hace que se convierta en inspiración de muchos de nuestros deseos y, sobre todo en verano, en el lugar preferido de miles de personas para dejarse llevar por la imaginación. Pero, a pesar de la fantasía, hay algunas peculiaridades de esta práctica sexual que es necesario resaltar.
En realidad no se puede hablar de riesgos específicos por el hecho de tener encuentros sexuales en el agua, sin embargo, el riesgo partiría de las ideas preconcebidas que llevarán a las personas a no usar protección frente a embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual. Hay gente que piensa erróneamente que en el agua no se puede producir un embarazo, o que por el hecho de estar en un medio acuático, el producto del eyaculado dentro de la vagina no va a ser efectivo, o que el agua puede eliminar el riesgo de infecciones de transmisión sexual. Todas estas ideas, unidas al hecho de que es más difícil utilizar el preservativo en el medio acuático, podrían relajar a los protagonistas del encuentro y aumentar las posibilidades de tener una relación de riesgo.
Por tanto, es necesario conocer algunas peculiaridades como que el agua no favorece la lubricación vaginal, y si esto dificulta la penetración se puede solucionar con un lubricante de base acuosa. También hay que saber que el preservativo podría romperse. Es conveniente colocarlo con el pene erecto, como en otras circunstancias, pero mejor fuera del agua, aunque después se pueda tener el encuentro en el agua, vigilando que no se rompa. También el preservativo puede secarse, lo que se solucionaría con lubricante.
Por estos motivos, las precauciones que se debe tomar son exactamente las mismas que fuera del agua: Utilizar protección contra las enfermedades de transmisión sexual si la pareja no es estable (o no se tienen garantías de que no pueda haber algún tipo de contagio), usar de forma correcta el preservativo (colocándolo fuera del agua y controlando que no se rompa) y tener a mano un buen lubricante de base acuosa.
Asimismo y como es lógico, también hay que considerar el estado del agua: Si el agua está estancada o sucia, o si tiene gran cantidad de jabones, se podrían producir irritaciones en cualquier parte de la piel. O si el encuentro sexual es en la playa, también hay que considerar los inconvenientes de la arena, así como los de cualquier otro medio natural.
Pero una de las peculiaridades que lleva esta práctica sexual es que podemos experimentar otras formas de expresión erótica. Sabemos que sexo no equivale a coito, y que hay muchas formas de expresar la sexualidad, y esa diversidad sexual puede llegar a ser muy placentera en el agua, quizá por las sensaciones del tacto y el menor peso de los cuerpos.
Así, el medio acuático, puede proporcionar un espacio discreto para intentar caricias, juegos y experiencias más atrevidas. La piel es la gran olvidada de los encuentros sexuales, que solemos centrar en los genitales, con lo cual las sensaciones eróticas que se reciben en el agua pueden ser muy novedosas para muchas personas y muy convenientes.
No obstante, estas prácticas pueden ser placenteras para muchas personas pero no para otras, por lo que no existen reglas ni recetas universales de lo que es más o menos placentero. En sexualidad hay gustos muy diversos y particulares, y distintas situaciones o prácticas que agradarán a unas personas y desagradarán a otras. Las personas somos únicas y particulares y también lo es nuestra sexualidad. Lo importante es conocerse y saber comunicar y negociar bien los gustos y preferencias con la pareja, tanto si se trata de una pareja estable, como de una pareja ocasional (que con estas también se puede negociar).
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