Un
agresor sexual puede llegar a rehabilitarse alguna vez?
Los expertos lo tienen claro: con una buena terapia, la reincidencia disminuye notablemente. La literatura científica muestra que las terapias logran de media una reducción de la reincidencia del 50%,
No hay un perfil típico de un agresor. Un agresor sexual puede ser, eventualmente, una persona estable o inestable, introvertida o extrovertida, homosexual o heterosexual, joven o mayor, dependiente o independiente. Hay muchas teorías que pueden explicar en cada caso qué lleva a un agresor a cometer su delito, pero no hay ninguna que pueda explicarlos todos.
Sabemos que entre los agresores sexuales se encuentran muchos psicópatas o bien, a veces, personas aparentemente normales con culturas machistas que consideran inferior a la mujer. En estos casos se trata, habitualmente, de conocidos que cuando la mujer se niega a mantener relaciones con ellos las agreden sexualmente. En otras ocasiones, encontramos personalidades neuróticas con grandes dificultades para establecer relaciones interpersonales y sexuales normales. Tampoco faltan los individuos antisociales que agreden en el marco de una conducta 'delincuencial', por ejemplo un robo a domicilio, y que muchas veces actúan en grupo.
Los agresores sexuales tienen carencias en su comportamiento y preferencias sexuales, en su conducta social y en su forma de pensar. Todas estas facetas deberían considerarse a la hora de aplicar un tratamiento.
La primera herramienta es una técnica de condicionamiento para conseguir que los individuos tengan mayores habilidades sociales. El segundo elemento es una reestructuración cognitiva, que consiste en cambiar creencias, formas de pensar, etc. Por ejemplo, cambiar sus valores sobre la sexualidad y la mujer. Porque estas personas tienen un componente cultural muy fuerte. Por último, un proceso de regulación emocional que consiste en mejorar los niveles de autocontrol, es decir, identificar el impulso y que sepan aislarlo y combatirlo, ayudándoles a pensar en otras cosas.
Otra opción que se contempla, con el consentimiento del violador tras cumplir su condena y si presenta un riesgo elevado de reincidencia, es la administración de fármacos inhibidores del deseo sexual, también conocida como castración química. Se trata de fármacos que, administrados de forma continuada y controlada, disminuyen los niveles de testosterona, la hormona masculina por excelencia.
En EEUU, la castración química se lleva aplicando desde hace dos décadas aproximadamente.
Son varios los problemas que conlleva este método 'rehabilitador'. Uno es que no es irreversible. Se necesita una dosis del producto dosificada cada cierto tiempo y tienes que contar, sí o sí, con la voluntad del paciente. De hecho, hay experiencias en EEUU, sobre todo en California, donde los individuos son capaces de comprar, por métodos ilegales o en internet, productos para aumentar su testosterona, con lo cual volvemos al principio del problema. Un segundo problema es que al tratarse de un medicamento conlleva numerosos efectos secundarios como depresiones, irritabilidad o aumento de las mamas, entre otros.
Por último, se puede eliminar durante un tiempo la erección, pero no se puede evitar que tenga la fantasía violenta. Muchas veces los agresores sexuales no persiguen tanto la satisfacción sexual sino ejercer un dominio sobre la víctima, tener control y poder sobre ella para así agrandar su autoestima. Varios estudios en EEUU señalan que sólo la castración química puede ayudar si se usa temporalmente, pero siempre debe ir acompañada de terapia psicológica, porque de lo que se trata es de cambiar la voluntad y el impulso sexual.
Los expertos lo tienen claro: con una buena terapia, la reincidencia disminuye notablemente. La literatura científica muestra que las terapias logran de media una reducción de la reincidencia del 50%,
No hay un perfil típico de un agresor. Un agresor sexual puede ser, eventualmente, una persona estable o inestable, introvertida o extrovertida, homosexual o heterosexual, joven o mayor, dependiente o independiente. Hay muchas teorías que pueden explicar en cada caso qué lleva a un agresor a cometer su delito, pero no hay ninguna que pueda explicarlos todos.
Sabemos que entre los agresores sexuales se encuentran muchos psicópatas o bien, a veces, personas aparentemente normales con culturas machistas que consideran inferior a la mujer. En estos casos se trata, habitualmente, de conocidos que cuando la mujer se niega a mantener relaciones con ellos las agreden sexualmente. En otras ocasiones, encontramos personalidades neuróticas con grandes dificultades para establecer relaciones interpersonales y sexuales normales. Tampoco faltan los individuos antisociales que agreden en el marco de una conducta 'delincuencial', por ejemplo un robo a domicilio, y que muchas veces actúan en grupo.
Los agresores sexuales tienen carencias en su comportamiento y preferencias sexuales, en su conducta social y en su forma de pensar. Todas estas facetas deberían considerarse a la hora de aplicar un tratamiento.
La primera herramienta es una técnica de condicionamiento para conseguir que los individuos tengan mayores habilidades sociales. El segundo elemento es una reestructuración cognitiva, que consiste en cambiar creencias, formas de pensar, etc. Por ejemplo, cambiar sus valores sobre la sexualidad y la mujer. Porque estas personas tienen un componente cultural muy fuerte. Por último, un proceso de regulación emocional que consiste en mejorar los niveles de autocontrol, es decir, identificar el impulso y que sepan aislarlo y combatirlo, ayudándoles a pensar en otras cosas.
Otra opción que se contempla, con el consentimiento del violador tras cumplir su condena y si presenta un riesgo elevado de reincidencia, es la administración de fármacos inhibidores del deseo sexual, también conocida como castración química. Se trata de fármacos que, administrados de forma continuada y controlada, disminuyen los niveles de testosterona, la hormona masculina por excelencia.
En EEUU, la castración química se lleva aplicando desde hace dos décadas aproximadamente.
Son varios los problemas que conlleva este método 'rehabilitador'. Uno es que no es irreversible. Se necesita una dosis del producto dosificada cada cierto tiempo y tienes que contar, sí o sí, con la voluntad del paciente. De hecho, hay experiencias en EEUU, sobre todo en California, donde los individuos son capaces de comprar, por métodos ilegales o en internet, productos para aumentar su testosterona, con lo cual volvemos al principio del problema. Un segundo problema es que al tratarse de un medicamento conlleva numerosos efectos secundarios como depresiones, irritabilidad o aumento de las mamas, entre otros.
Por último, se puede eliminar durante un tiempo la erección, pero no se puede evitar que tenga la fantasía violenta. Muchas veces los agresores sexuales no persiguen tanto la satisfacción sexual sino ejercer un dominio sobre la víctima, tener control y poder sobre ella para así agrandar su autoestima. Varios estudios en EEUU señalan que sólo la castración química puede ayudar si se usa temporalmente, pero siempre debe ir acompañada de terapia psicológica, porque de lo que se trata es de cambiar la voluntad y el impulso sexual.
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