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jueves, 29 de julio de 2010

CUANDO ELLAS NO SIENTEN NADA...


Las mujeres no gozan el acto sexual. No todas al menos. Y eso se debe a factores cerebrales mas que ginecologicos. El problema es que cuando todo pasa por la mente y no por los sentidos es muy difícil excitarse lo suficiente y después se hace una bola de nieve: para no tener que dar explicaciones la misma termina acostumbrándose a fingir el orgasmo, y cuando se acostumbran a que las relaciones sexuales acaben cuando termina la pareja, hasta la pobre mujer termina renunciando a la posibilidad de intentar llegar a un orgasmo. Asi dicen muchas mujeres hoy en dia, palabras mas, palabras menos.


Estudios recientemente publicados demostraron que 3 de cada 10 mujeres tienen trastornos del orgasmo. Sin embargo, 6 de cada 10 encuestadas manifestaron que su vida sexual era satisfactoria. ¿Verdad o conformismo?

Lo cierto es que la alteración en esta fase de la respuesta sexual puede deberse a causas orgánicas: depresión, medicación antidepresiva, trastornos hormonales (hipotiroidismo), dolor en el coito o causas fisiológicas como la menopausia. Pero cuando no aparecen causas orgánicas debemos considerar factores inherentes a la educación sexual, tabúes o causas emocionales como las fobias sexuales. Es cierto que muchas mujeres se resignan porque perduran resabios de la mujer que sólo debe conformar al varón, donde la masturbación es mala palabra y en donde les cuesta indicarles a sus parejas qué es lo que les gusta. Si cuando esa mujer se masturba tiene orgasmos, el problema no es del orgasmo sino de sus vínculos. Es muy frecuente ver mujeres que pierden todo el erotismo cuando tienen que practicar sexo oral o cuando tienen que mostrarse desnudas con la luz prendida.

Muchas mujeres creen que, al no tener orgasmos, son defectuosas, entonces no se quieren exponer: tener sexo ocasional con un desconocido las libera de tener que rendir cuentas. Pero quienes tienen pareja suelen tener otro problema: ellos quieren saber si terminaron o no y ellas sienten eso como un acoso o una exigencia. Y es ahí donde suele naturalizarse la idea de fingir: fingir la excitación o el orgasmo tiene que ver con conformar al otro, evitar el conflicto, pero lo que se esconde es una enorme falta de comunicación y de confianza. Lo que pasa es que la mujer no se pone en primer lugar, ni en la cama ni en la vida. Siempre funciona como un “service” del otro. Al no pedir, no recibe. Se queda calladita, hace de todo y si no pide de manera explicita, nadie se entera.

Así, las fobias aparecen como fantasmas a los que se van acostumbrando a domar. Existen fobias sexuales como el miedo a ser penetradas o al dolor en la relación sexual que limitan la posibilidad de relacionarse sexualmente. Afectan la excitación y el orgasmo y pueden afectar el deseo.En muchos casos, esas fobias tienen su raíz en situaciones de abuso: se calcula que 3 de cada 10 mujeres que consultan vivieron alguna situación de abuso sexual.

Claro que si hay algo que sobra en este terreno son las falsas creencias: Muchas creen que tienen un problema porque no tienen orgasmos con penetración vaginal. Otras creen que tienen que tener orgasmos múltiples cuando se sabe que un 70% de las mujeres no lo consigue. Y hay muchos casos de disfunciones sexuales encubiertas: Muchas mujeres le niegan a la pareja el consumo de Viagra con la excusa de que puede sufrir del corazon pero... ¡es mentira! Cuando le niegan el tratamiento al varón, en verdad están blanqueando su propia falta de deseo.

El gran cambio para que una mujer logre el orgasmo consiste en dejar de esperar que el varón se lo dé y sólo con penetración, y entender que debe hacer algo activamente para lograrlo. Muchas no tienen en cuenta que la mayoría necesita estimulación clitoridea adicional para llegar al clímax. En la cama, Copperfield no existe y los príncipes que te despiertan con un orgasmo tampoco.

La buena noticia es que los trastornos de las distintas fases de la respuesta sexual (deseo, excitación u orgasmo, dolor sexual) tienen solución. Habrá que dejar de hacer lo que el avestruz y entender que su ausencia o su retraso no tiene por qué ser una cadena perpetua.

Antes de la consulta, puede hacer su propio test de autodiagnóstico. Para eso, existe el índice internacional (FSFI) al que se puede acceder en Internet en español como “Indice de la función sexual femenina”. Se hacen preguntas sobre deseo sexual, lubricación o excitación y el resultado depende de los puntos que se sumen.

Muchas dicen que tienen sexo para no discutir, aunque ellas no lleguen al clímax. La tendencia a escasear la sexualidad no se reduce a las mujeres mayores. Entre las madres jóvenes aparece una disociación tremenda entre sexualidad y maternidad. La sexualidad se relega y toda esa energía se despliega en la función materna. Es cotidiano: chicas con hijos que cuentan que se ponen de espaldas y ‘se dejan’, mientras siguen dormitando. Lo que consiguen es evitar el problema, decir ‘por hoy cumplí, por unos días zafo’, o evitar que su pareja se termine yendo con otra. La sexualidad se reduce a una descarga...pero ni siquiera de ellas, solamente del varón.

Esa creencia de que cuanto más joven, menos dificultades, no parece del todo acertada: Las adolescentes de ahora son más libres, se permiten hablar de sexo, mostrar su cuerpo con más desenfreno, pero cuando llega el momento de concretar despliegan toda su parafernalia erótica para satisfacer al macho, pero ellas, nada. Cuando uno les pregunta cómo se sintieron, hablan de las maravillas que le hicieron sentir al otro. La mayoría acepta el formato cultural de la penetración e ignoran el protagonismo del clítoris para buscar su orgasmo. 
Hay un falso concepto acerca de que las chicas jóvenes no tienen problemas sexuales. Sin duda los tienen, la diferencia con otros grupos etarios es que la causa no es predominantemente orgánica o física.
La sexualidad se aprende , en general como podemos, en la familia, en la escuela, con las amistades y en los medios. En la adolescencia es donde esta falta de conocimiento o mala información causan la mayoría de los problemas sexuales. Por eso, una de las tareas más importantes de los terapeutas sexuales es proveer información para que aprendan a conocer su propio placer
 Estos problemas pueden ser tratados de diversas maneras: 

Detección precoz. La consulta por disfunciones sexuales es una excelente oportunidad para detectar otras enfermedades que suelen provocarlas. Los especialistas arman una historia clínica con enfoque multidisciplinario y orientado a la evaluación de aspectos psicológicos y físicos.
Cómo es. Se piden exámenes de sangre (incluyen una evaluación hormonal) y se administran cuestionarios de autoevaluación de la respuesta sexual. ¿Qué tan difícil es lubricarse? ¿Y excitarse? Con estimulación ¿cuán difícil le es llegar al orgasmo?

Método. Será enfocado de acuerdo al diagnóstico, que podrá ser biológico (el tratamiento es fundamentalmente farmacológico), psicológico (terapia sexual) o mixto, como en más del 30 % de los casos, en cuyo caso la combinación es la medida más objetiva.
Educación. También se enseña a mejorar los estímulos y a eliminar la rutina, a proporcionar técnicas que disminuyan el nivel de ansiedad y permitan el disfrute de la actividad sexual, a incentivar el estímulo sexual no coital y a minimizar el dolor en caso de que exista.

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