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miércoles, 19 de junio de 2013

LOS MALOS TRATOS DEBEN SER DENUNCIADOS POR LOS MEDICOS


Sus parejas les hacen temblar y ese miedo exorbitante es el que impide que muchas mujeres denuncien los malos tratos que reciben por parte del que un día prometió quererlas y respetarlas hasta la muerte. Un final que a veces imponen ellos con su violencia. El año pasado murieron 52 mujeres a manos de sus compañeros sentimentales (sólo 10 habían denunciado violencia de género) y en lo que va de 2013 la cifra asciende a 26 (cinco con denuncias previas).
No cabe duda de que la violencia de género es un problema muy importante de salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que entre un 15% y un 71% de la población femenina sufre algún tipo de violencia física o sexual por parte de sus parejas. Y este abuso, advierte dicho organismo, se da en todas las clases sociales y en todos los niveles económicos.
Por desgracia, sólo se conocen los casos de quienes deciden dar el paso y denuncian. El año pasado, según el Instituto Nacional de Estadística, en España 32.242 mujeres fueron identificadas como víctimas de violencia machista e inscritas en el Registro Central que el Ministerio de Justicia tiene para estos fines, lo que supone una tasa de 155,7 víctimas por cada 100.000 mujeres mayores de 14 años.
En esta lucha individual y social, el papel del personal sanitario resulta fundamental. Las mujeres que sufren cualquier forma de violencia de género acudirán con mayor frecuencia a los servicios sanitarios, en particular a Atención Primaria, Urgencias, Obstetricia, Ginecología y Salud Mental.
No sólo atenderán sus lesiones, también sus necesidades psicológicas(depresión, trastornos del sueño, ansiedad, intento de suicidio...) y sociales (absentismo laboral, aislamiento social).
Cuando las víctimas no reconocen su situación de abuso, el sanitario también es clave en la detección de su verdadero problema. Es importante que mantenga una actitud de alerta en la consulta para identificar los casos, tal y como señala el protocolo de actuación, donde se enumeran algunos de los indicadores de sospecha: antecedentes de haber sufrido o presenciado malos tratos durante la infancia, lesiones frecuentes, abuso de alcohol u otras drogas, de medicamentos, lesiones en genitales, abdomen o mamas durante el embarazo, abortos repetidos, ansiedad, baja autoestima, trastornos de conducta alimentaria, etc.
Según los especialistas, conviene fijarse en la congruencia entre el tipo de lesión y la explicación de la causa, observar lesiones por defensa (cara interna del antebrazo), lesiones en diferentes estados de curación (indican violencia de largo tiempo), rotura del tímpano, hematomas en zonas sospechosas como la cara, la cabeza, la cara interna de los brazos y de los muslos...
Muchas veces, los signos de violencia de género vienen determinados además por la actitud de la víctima y el agresor: Cuando él habla por ella, se muestra muy controlador, intentando banalizar los hechos, a veces incluso colérico u hostil con el profesional. En el caso de ella, cuando se presenta temerosa, incómoda, nerviosa, callada, con la autoestima baja, con sentimientos de culpa, angustia y vergüenza, falta de cuidado personal o si busca constantemente la aprobación de su pareja.
Como recomienda un informe de la OMS sobre 'Violencia contra las mujeres', dirigiéndose al personal sanitario, "no tenga miedo de preguntar. Contrariamente a la creencia popular, la mayoría de las mujeres están dispuestas a revelar el maltrato cuando se les pregunta de forma directa y no valorativa. En realidad, muchas están esperando silenciosamente que alguien les pregunte". Y así lo sugiere también el protocolo del Ministerio.

Existen etapas de especial vulnerabilidad, por ejemplo, el embarazo. Según los expertos, un porcentaje importante de malos tratos por parte del compañero comienza en este periodo. Es un buen momento para detectar la violencia de género. El seguimiento del embarazo "posibilita un contacto frecuente con las mujeres, por lo que las matronas, el personal de enfermería y de obstetricia pueden observar cualquier signo de alarma", reza el protocolo. Otro servicio favorable a la detección precoz es el del diagnóstico y tratamiento de enfermedades sexuales (uno de los signos de sospecha), también el de salud mental y pediatría.
Las consecuencias de la violencia de género se extienden a los hijos, quienes también pueden sufrir violencia por parte del padre, tienen mayor riesgo de alteración de su desarrollo integral, dificultades de aprendizaje y socialización y mayor frecuencia de enfermedades psicosomáticas, entre otros problemas.
El abordaje de este problema social requiere la implicación de todo el personal de servicios sanitarios. En la misma línea, un estudio que acaba de publicar la revista 'The Lancet' revela que las clínicas especializadas en traumatología y ortopedia son un buen lugar para identificar a las víctimas. Después de analizar durante un año a 2.954 mujeres con fracturas en 12 clínicas (de Canadá, EEUU, Países Bajos, Dinamarca e India), los investigadores observaron que una de cada seis había sufrido violencia de género.
Es cierto que las lesiones más fáciles de ver son las relacionadas con trauma-cirugía. En general, y según las estadísticas, entre los daños más frecuentes figuran: contusiones, traumatismos, heridas, quemaduras, cervicalgias, crisis de ansiedad, también enfermedades de transmisión sexual, infecciones urinarias, amenazas de aborto, hemorragia vaginal, etc.
En caso de sospecha, el sanitario tendrá que confirmar o descartar la situación de violencia. El protocolo sugiere realizar una entrevista clínica específica, ver a la mujer sola, observar sus actitudes y el estado emocional, facilitar la expresión de sus sentimientos y abordar directamente la pregunta. Si lo reconoce, el médico deberá "hacer sentir a la mujer que no es culpable, no emitir juicios de valor, alertar de los riesgos, no dar falsas esperanzas, ayudarla a ordenar sus ideas, no criticar su actitud, emitir el parte de lesiones y derivar a la mujer a trabajo social o a los recursos adecuados". Después, habría que abordar la actuación con los hijos. Por el contrario, si la mujer no reconoce los malos tratos, hay que registrar la sospecha en la historia clinica y realizar un trabajo de seguimiento.

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