La ciencia ha abordado las cuestiones más dispares, y laboratorios de todo el mundo publican a diario ensayos sobre las cuestiones más peregrinas. En cambio, nadie se ha atrevido nunca a responder, bajo la premisa de la objetividad científica, si es cierto, como muchas mujeres sufren en silencio, que los hombres son peores pacientes que ellas.
Es una realidad cierta, aunque no empíricamente probada. La experiencia nos demuestra que hay diferencias de género en lo que se refiere al afrontamiento de la enfermedad. La mujer está más acostumbrada a ejercer el rol de cuidadora, tiene mejor asumida la importancia del autocuidado de la salud -especialmente en algunos periodos de su vida reproductiva-, y eso se traduce en una mayor normalización cuando le toca ser paciente; una mayor aceptación de la posibilidad de enferma.
Los hombres, sin embargo, son peores pacientes y tienen más miedo a lo que les pueda pasar, a las pruebas médicas, a la muerte. Una sensación que no avalan los estudios, pero sí parece que ellos se marean más con los pinchazos, suelen sufrir más síndromes vagales. Pero tambien puede suceder que ellas tienen mayor permisividad social a la hora de enfermar, quejarse, ir al médico a consultar; en cambio, ellos, pueden tener la sensación de que pierden su hombría.
La mujer suele expresar sus emociones sin pudor, mientras que el hombre elabora más las situaciones para tenerlas bajo control. Por eso es probable que ellos reaccionen peor ante una situación anómala, como puede ser, pongamos por caso, una gripe.
Otro punto a considerar es que las mujeres te cuentan mejor lo que les pasa a ellos, asumen la enfermedad de la pareja. Hay otro fenómeno curioso, y es que las mujeres visitan mucho más a sus parientes en el hospital. Es más infrecuente que la parte masculina de la familia -padres, hijos, hermanos...- venga a ver a un paciente varón ingresado. Tal vez ellas tienen un mayor sentido de protección, de ayuda. Tambien suelen ser ellas las que controlan las citas con el médico y se las recuerdan a todos. A la mujer se la educa para pedir ayuda y tiene más recursos para hacer frente a las adversidades. Entre otras cosas, ellas son las que más información sobre salud buscan en internet y las que más acuden al médico (en las encuestas tienen peor salud autopercibida que los varones), "pero aunque consulten más, no lo ven como una debilidad.
Uno de los ámbitos en los que más y mejor se han estudiado las diferencias de género es en la cuestión del dolor. Los ensayos han demostrado que las mujeres sufren dolor con más frecuencia e intensidad que los hombres. En la infancia no hay diferencias entre niños y niñas, pero cuando alcanzan la adolescencia, se ha comprobado que el dolor se dispara en las mujeres. Esta coincidencia temporal ha llevado a los científicos a especular con la posibilidad de que esta diferencia tenga que ver con las hormonas femeninas; pero es sólo una hipótesis, porque también se han manejado otras causas. Podría ser también por diferencias en los sistemas neuronales de inhibición del dolor, o por otras hormonas (como la dopamina y el cortisol)... Se ha valorado asimismo que tenga que ver con una mayor activación de los mecanismos antiinflamatorios en las mujeres, o que sea una cuestión social, más que fisiológica. No está claro el porqué, pero en todos los modelos de dolor que se han estudiado, las mujeres presentan puntuaciones más altas.
Además, el género por sí solo justifica una serie de enfermedades, más habituales entre las féminas por el simple hecho de serlo. Patologías endocrinas (como el hipotiroidismo), anemias, problemas osteoarticulares o autoinmunes, o trastornos psiquiátricos como la depresión y la ansiedad tienen mayor incidencia entre las mujeres. Y en todo ello hay una cuestión biológica.
Lo cierto es que no siempre los médicos le prestamos la suficiente atención a las diferencias de género en la consulta.
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