Casi desde siempre, las mujeres embarazadas tienden a hablar a sus
hijos antes de nacer, más en un gesto de cariño que en un intento de
transmitir sabiduría. Las cosas pueden cambiar tras la publicación de un
estudio
en la revista 'Acta Paediatrica', que demuestra que los fetos de poco
más de seis meses ya reconocen su idioma nativo o, para ser más
concretos, el idioma de su madre.
Así lo ponen de manifiesto tan solo horas después de nacer, según el experimento llevado a cabo por investigadores del Instituto para el Aprendizaje y las Ciencias del Cerebro de la Universidad de Washington, en EEUU. "Nuestro trabajo demuestra que, mientras está en la placenta, el bebé puede escuchar a su madre y aprender algunos de los sonidos de su idioma escuchándolos y recordándolos", explica una de las autoras, Patricia Kuhl.
El experimento se realizó con 80 bebés nacidos de solo 30 horas de vida. Para reforzar su validez, se hizo en dos cohortes: una estadounidense (en la que los niños tenían de demostrar que reconocían el inglés) y otra sueca (en la que era el sueco el idioma que tenía que mostrarse familiar para los recién nacidos).
Para comprobar su hipótesis, los investigadores analizaron cómo y cuánto succionaban el chupete ante la presencia de diferentes sonidos. Y, en efecto, los recién nacidos se aferraban menos al chupete cuando escuchaban el idioma materno que cuando eran vocablos que no les resultaban familiares.
El patrón se repetía en los nativos suecos y estadounidenses. Ambos reconocían los sonidos del lenguaje materno y reaccionaban de forma diferente a los vocablos en otro idioma, lo que apoyó la tesis de los investigadores.
Hasta ahora, explican los autores, se creía que los bebés aprendían pequeñas piezas del lenguaje, las vocales y las consonantes, después de nacer. "Este estudio traslada los resultados a la experiencia con sonidos individuales desde los seis meses de gestación", escriben.
"Los bebés son los mejores aprendices del mundo", señala sin dudarlo Kuhl. "Están preparados para aprender incluso antes de nacer; se sienten curiosos sobre el mundo, escuchan desde la tripa de su madre y aprenden de esa experiencia".
Eso sí, que esta capacidad de aprendizaje no anime a una sobreestimulación mientras el niño se prepara para venir al mundo. La autora es clara: sus hallazgos solo se aplican a la voz de la madre. "No escuchan a nadie aparte de su madre, cuya voz es lo suficientemente alta para ellos. No pueden oír al padre hablar y ni siquiera reconocen su voz hasta que pasan tres semanas desde el nacimiento", señala.
Así lo ponen de manifiesto tan solo horas después de nacer, según el experimento llevado a cabo por investigadores del Instituto para el Aprendizaje y las Ciencias del Cerebro de la Universidad de Washington, en EEUU. "Nuestro trabajo demuestra que, mientras está en la placenta, el bebé puede escuchar a su madre y aprender algunos de los sonidos de su idioma escuchándolos y recordándolos", explica una de las autoras, Patricia Kuhl.
El experimento se realizó con 80 bebés nacidos de solo 30 horas de vida. Para reforzar su validez, se hizo en dos cohortes: una estadounidense (en la que los niños tenían de demostrar que reconocían el inglés) y otra sueca (en la que era el sueco el idioma que tenía que mostrarse familiar para los recién nacidos).
Para comprobar su hipótesis, los investigadores analizaron cómo y cuánto succionaban el chupete ante la presencia de diferentes sonidos. Y, en efecto, los recién nacidos se aferraban menos al chupete cuando escuchaban el idioma materno que cuando eran vocablos que no les resultaban familiares.
El patrón se repetía en los nativos suecos y estadounidenses. Ambos reconocían los sonidos del lenguaje materno y reaccionaban de forma diferente a los vocablos en otro idioma, lo que apoyó la tesis de los investigadores.
Hasta ahora, explican los autores, se creía que los bebés aprendían pequeñas piezas del lenguaje, las vocales y las consonantes, después de nacer. "Este estudio traslada los resultados a la experiencia con sonidos individuales desde los seis meses de gestación", escriben.
"Los bebés son los mejores aprendices del mundo", señala sin dudarlo Kuhl. "Están preparados para aprender incluso antes de nacer; se sienten curiosos sobre el mundo, escuchan desde la tripa de su madre y aprenden de esa experiencia".
Eso sí, que esta capacidad de aprendizaje no anime a una sobreestimulación mientras el niño se prepara para venir al mundo. La autora es clara: sus hallazgos solo se aplican a la voz de la madre. "No escuchan a nadie aparte de su madre, cuya voz es lo suficientemente alta para ellos. No pueden oír al padre hablar y ni siquiera reconocen su voz hasta que pasan tres semanas desde el nacimiento", señala.
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