Material de Apoyo de la Clase de la Materia Fisiopatologia
desarrollada el Jueves 10 de mayo de 2012. Uninorte. Asuncion.
Permitida su reproduccion con fines de estudio y guia.
1. GENERALIDADES
Infección causada por uno de dos
retrovirus relacionados (VIH-1 y VIH-2), que origina una amplia gama de
manifestaciones clínicas, desde estado de portador asintomático hasta procesos
debilitantes y fatales, relacionados con defectos de la inmunidad mediada por
células.
Algunos retrovirus son oncogénicos y
otros tienen efectos patológicos que alteran la función o producen la muerte de
las células. Entre los retrovirus capaces de infectar a las personas, los virus
linfotrópicos para las células T humanas (HTLV) tipos I y II guardan relación
con neoplasias linfoides y enfermedades neurológicas y, menos frecuentemente con
inmunosupresión grave, mientras que el VIH causa inmunosupresión pero no parece
provocar neoplasias directamente.
El HTLV-I y el HTLV-II son retrovirus
tipo C linfotrópicos y oncogénicos, que causan leucemia de células T/linfomas en
<5% de las personas infectadas. La expansión de linfocitos T CD4+
(colaboradores) en los tejidos y la circulación conduce a leucemia,
linfadenopatía difusa, hepatoesplenomegalia y lesiones cutáneas. Muchos
pacientes parecen ser inmunodeprimidos y algunos están expuestos a las mismas
infecciones oportunistas que los infectados por el VIH. El HTLV-I es también
neurotrópico y causa una mielopatía progresiva (paraparesia espástica tropical o
mielopatía asociada con HTLV [MAH]) en <1% de los portadores. Se han descrito
unos pocos casos de mielopatía en portadores de HTLV-II. Desde el punto de vista
clínico, la MAH es una paraparesia espástica progresiva con debilidad, rigidez,
entumecimiento y disestesias de las piernas, y polaquiuria e incontinencia
urinaria, que aparece durante la primera década después del contagio.
El HTLV-I se transmite por contacto
sexual y a través de la sangre, pero la mayoría de las infecciones parecen ser
transmitidas verticalmente de la madre al hijo por la alimentación al pecho. Los
patrones de enfermedad y la seroprevalencia del HTLV-I sugieren una distribución
amplia, pero no homogénea. Por ejemplo, existen niveles altos de HTLV-I en el
sur del Japón y en el Caribe, así como entre los usuarios de drogas i.v. y las
prostitutas de algunas ciudades de Estados Unidos.
El retrovirus humano que
ha tenido mayor impacto social y médico es el VIH-1, identificado en 1984 como
causa de una epidemia extensa de inmunosupresión grave, conocida como
síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
El SIDA es un trastorno de la inmunidad
mediada por células, caracterizado por infecciones oportunistas, neoplasias
malignas, disfunción neurológica y una variedad de otros síndromes. El SIDA es
la manifestación más grave de una gama de trastornos relacionados con el VIH (v.
Síntomas y signos, más adelante). El riesgo de que un individuo infectado por el
VIH y no tratado desarrolle SIDA, se estima en el 1-2%/año durante los primeros
años después del contagio, y alrededor del 5%/año más adelante. El riesgo
acumulativo oscila alrededor del 50% durante la primera década. Casi todas las
personas VIH-positivas no tratadas acaban por desarrollar SIDA. Es posible que
todavía no conozcamos algunas secuelas a largo plazo de la infección por VIH (p.
ej., otras neoplasias malignas y enfermedades neurológicas crónicas).
El SIDA se definió originalmente por el
desarrollo de infecciones oportunistas graves y/o ciertas neoplasias
secundarias, como el sarcoma de Kaposi y el linfoma no Hodgkin, que se saben
relacionadas con defectos de la inmunidad celular. La definición propuesta por
los Centers for Disease Control and Prevention en 1993 clasifica a los pacientes
adolescentes y adultos como asintomáticos (A), sintomáticos con procesos
atribuibles al VIH (B) y con SIDA verdadero (C). Los
pacientes VIH-positivos se clasifican también por el recuento de linfocitos
CD4+: >500 células/ml (1), 200 a 499 células/ml (2) y <200
células/ml (3). Muchos individuos no se dan cuenta de que están
infectados por el VIH hasta que se les diagnostica una infección oportunista
grave o una neoplasia, sin haber experimentado síntomas crónicos previos.
2. TRANSMISION
La transmisión del VIH requiere contacto
con líquidos corporales que contengan células infectadas o plasma. El VIH puede
estar presente en cualquier líquido o exudado que contenga plasma o linfocitos,
de modo específico sangre, semen, secreciones vaginales, leche, saliva o
exudados de heridas. Aunque en teoría posible, la transmisión por la saliva o
núcleos guticulares producidos por la tos o el estornudo, es extremadamente rara
o inexistente. El virus no se transmite por contacto casual, ni incluso
por el contacto íntimo no sexual en el trabajo, el colegio o el hogar. El medio
de transmisión más común es la transferencia directa de líquidos corporales al
compartir agujas contaminadas o durante las relaciones sexuales.
Las prácticas
sexuales que no conllevan exposición a líquidos corporales son seguras.
Otras prácticas, como fellatio y cunnilingus, parecen ser relativa pero no
totalmente seguras. El mayor riesgo corresponde al coito, en especial al anal
receptivo. Las prácticas sexuales que producen traumatismo de las mucosas antes
o durante el coito aumentan el riesgo. El empleo de preservativos de látex, pero
no de membrana natural, o barreras vaginales, disminuye el riesgo, pero no lo
elimina. Los lubricantes grasos disminuyen la protección proporcionada por los
preservativos de látex, debido a un efecto disolvente.
Las células infectadas o los viriones
libres pueden establecer contacto con células diana de un nuevo huésped mediante
transfusión de sangre, inyección accidental o exposición de las mucosas. El
papel de la inflamación de las mucosas es ilustrado por el efecto de otras
enfermedades de transmisión sexual (ETS) sobre la susceptibilidad a la infección
por VIH. La transmisión del VIH está claramente aumentada si existe chancro
blando, y puede ser más probable en presencia de herpes, sífilis, tricomoniasis
y quizá otras ETS.
La transmisión del VIH
mediante punción con aguja, estimada en alrededor de 1/300 incidentes, es
mucho menos frecuente que la de la hepatitis B, probablemente debido al número
relativamente bajo de viriones VIH en la sangre de la mayoría de los pacientes
infectados. El riesgo de transmisión del VIH parece aumentar en presencia de
heridas profundas o inyección de sangre, por ejemplo cuando una aguja hueca con
sangre penetra en la piel.
El riesgo de transmisión
del VIH por personal médico infectado que aplique buenas técnicas, a
pacientes no infectados, es muy pequeño, aunque no se ha definido con exactitud.
Se ha documentado la transmisión desde un mismo dentista a por lo menos seis de
sus pacientes. Sin embargo, amplias investigaciones de pacientes atendidos por
médicos y cirujanos VIH-positivos no han descubierto otros casos. No se conoce
el mecanismo de transmisión del VIH desde ese dentista a sus pacientes, y tal
incidente se sigue considerando un episodio al parecer único, aunque
preocupante. No se han definido con claridad las intervenciones o situaciones de
las que deben ser excluidos los profesionales sanitarios VIH-positivos. La
transmisión del VIH durante la atención médica es un problema potencial si no se
hacen las pruebas necesarias en la sangre transfundida o si no se procede a una
esterilización correcta de los instrumentos médicos.
El empleo del análisis de
enzimoinmunoanálisis (ELISA) (v. más adelante) para detección selectiva de los
donantes de sangre ha reducido mucho el riesgo de contagio por VIH
mediante transfusión. Sin embargo, en las primeras fases de la infección por
VIH, cuando todavía no se ha montado una respuesta de anticuerpos, pueden ser
transitoriamente negativos los resultados del ELISA y del Westernblot, mientras
que resulta positiva la determinación en plasma de antígeno p24 del VIH. Estos
casos pueden explicar el riesgo muy bajo, pero persistente, de infección por VIH
relacionada con transfusiones (estimado entre 1/10.000 y 1/100.000 unidades de
sangre transfundidas). La detección selectiva, en la actualidad obligatoria, de
anticuerpos y antígeno p24 puede disminuir aún más el riesgo.
3. PATOGENIA
Dos retrovirus íntimamente relacionados,
el VIH-1 y el VIH-2, han sido identificados como causantes del SIDA en distintas
regiones geográficas. El VIH-1 es responsable de la mayoría de los casos de SIDA
en el hemisferio occidental, Europa, Asia y África Central, del Sur y Oriental;
el VIH-2 es el principal agente del SIDA en África Occidental y parece ser menos
virulento que el VIH-1. En ciertas áreas de África Occidental son prevalentes
ambos microorganismos.
Todos los retrovirus contienen una enzima
llamada transcriptasa inversa que convierte el ARN vírico en una copia de ADN
provírico. Este ADN se integra en el ADN de la célula huésped. Los provirus
integrados son duplicados por los genes celulares normales cada vez que se
divide la célula. Así pues, toda la progenie de la célula infectada
originalmente contendrá ADN del retrovirus. El ADN provírico es transcrito a ARN
y traducido en proteínas para producir cientos de copias del virus infeccioso.
Otra enzima, la proteasa VIH, es crítica para la fase final del ciclo del VIH.
Esta enzima convierte el VIH inmaduro, no infeccioso, en la forma infecciosa,
mediante división de proteínas cruciales, que se redistribuyen dentro del virus
después de salir éste por gemación de una célula humana infectada.
El VIH infecta un subconjunto importante
de linfocitos T, definidos desde el punto de vista fenotípico por la
glucoproteína transmembrana T4 o CD4, y desde el punto de vista funcional por
actuar como células colaboradoras/inductoras. El VIH infecta también células no
linfoides, como macrófagos, células microgliales y diversas células endoteliales
y epiteliales. Las células dendríticas de los ganglios linfáticos pueden unir el
VIH a su superficie celular, pero no son invadidas. Como resultado de la
infección por VIH, se alteran el número y las funciones de las células T, las
células B, las células asesinas naturales y los monocitos-macrófagos. A pesar de
las anomalías de células distintas de los linfocitos CD4+, gran parte
de la disfunción inmunológica del SIDA se debe a pérdida de la función
colaboradora de esos linfocitos, que es crítica para la inmunidad celular.
Los mejores predictores
del comienzo de las infecciones oportunistas graves que definen el SIDA son el
número total de linfocitos CD4+ circulantes (recuento CD4) y el nivel
de ARN del VIH en plasma (carga vírica). El recuento CD4 es el producto
de la cifra de leucocitos, el porcentaje de linfocitos respecto a los leucocitos
totales, y el porcentaje de linfocitos que poseen el marcador CD4. Los recuentos
normales son de 750 ± 250 células/ml, pero los niveles suelen estar disminuidos en
alrededor del 40-50% en la infección precoz por VIH. La vulnerabilidad a las
infecciones oportunistas aumenta en forma marcada cuando los niveles de
linfocitos CD4 caen a <200/ml. Otra evidencia de disminución de la inmunidad
mediada por células es la pérdida de hipersensibilidad tardía frente a los
antígenos inyectados por vía intradérmica, por ejemplo la prueba cutánea con PPD
para la tuberculosis. La carga vírica (número de copias de ARN del VIH-1
en 1 ml de plasma) proporciona un predictor útil del futuro curso clínico y mide
las respuestas al tratamiento antirretrovírico. Los niveles de ARN del VIH-1
aumentan con la inmunosupresión progresiva, pero los niveles altos predicen
también la rapidez futura del descenso de los recuentos CD4, incluso en
pacientes sin síntomas ni indicios de inmunosupresión grave (>500 células
CD4/ml). El riesgo de progresión al SIDA o de muerte parece
aumentar alrededor del 50% por cada elevación de tres veces del nivel plasmático
de ARN vírico.
Los linfocitos
CD8+ supresores/citotóxicos parecen ser funcionalmente normales y
aumentar de número en la infección por VIH, lo que puede agravar la
inmunosupresión y reducir la relación CD4:CD8 (normalmente "2:1) hasta <1. Puesto que otras infecciones víricas (p.
ej., CMV, virus de Epstein-Barr, influenza, hepatitis) pueden provocar
reducciones transitorias de la relación CD4:CD8, tal disminución no es
específica.
Los conceptos sobre la forma en la que el
VIH altera el sistema inmune han cambiado radicalmente con el descubrimiento de
tasas altas tanto de producción como de eliminación de VIH, a juzgar por la
reducción del ARN del VIH durante el tratamiento con potentes fármacos
antirretrovíricos. Se estima que el tiempo medio de renovación del ARN del VIH
en plasma (tiempo requerido para sustituir la mitad de los viriones VIH) es
inferior a un día, lo que corresponde en caso de infección entre moderada e
intensa a una renovación alrededor de 108 a 109
viriones/d. Esta rápida replicación vírica da muchas oportunidades para la
mutación y, por tanto, para la emergencia rápida de mutantes víricos resistentes
a los fármacos antirretrovíricos. En lo que respecta a las células CD4
infectadas, la semivida es más lenta (alrededor de 2 d). Parece que las células
CD4 recién infectadas aportan >99% del ARN plasmático; esas células mueren al
cabo de aproximadamente 2 d de replicación vírica. Así pues, incluso los
pacientes asintomáticos están destruyendo constantemente sus células CD4, a una
velocidad determinada por el nivel plasmático de ARN. Durante el tratamiento
farmacológico eficaz, los niveles de ARN del VIH en plasma disminuyen en
cuestión de días y alcanzan mesetas más bajas o se hacen indetectables al cabo
de pocas semanas o meses. Estos conocimientos y la gama de nuevos fármacos
antirretrovíricos potentes han cambiado de modo radical la estrategia para el
tratamiento contra los retrovirus (v. más adelante).
La relación entre ARN en plasma y en
ganglios linfáticos y encéfalo está siendo objeto de intensa investigación,
debido a que no se conoce con exactitud el efecto del tratamiento sobre esos
reservorios de VIH en el cuerpo. Incluso cuando el tratamiento combinado reduce
el ARN del VIH en plasma hasta niveles indetectables, el virus sigue siendo
detectable en los ganglios linfáticos durante varios años. Los niveles de ARN
del VIH en el LCR de los pacientes bajo tratamiento eficaz con fármacos como los
inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de los nucleósidos (p. ej.,
zidovudina o estavudina) son habitualmente no medibles y pueden reflejar los
niveles en el encéfalo, pero esto no se ha demostrado todavía. La actuación
sobre el VIH en esos reservorios pudiera representar un paso crucial para
eliminar la infección por VIH en algunos pacientes.
La pérdida de
linfocitos CD4+ se produce, en tres fases, a velocidad variable
en los distintos pacientes. En los primeros meses de infección disminuye con
rapidez el número de células CD4+ circulantes. Un período largo de
descenso más lento puede dar paso a otra caída más rápida durante el primero o
los dos primeros años antes del desarrollo del SIDA. La variación de la rapidez
del descenso del recuento de linfocitos a lo largo del tiempo y en los distintos
pacientes, parece guardar relación con los niveles de ARN del VIH en plasma. Sin
embargo, no se conocen bien los mecanismos subyacentes a la destrucción
celular.
También se afecta la
inmunidad celular. La hiperplasia de linfocitos B (productores de
anticuerpos) en los ganglios linfáticos causa linfadenopatía y mayor secreción
de anticuerpos, lo que conduce a hiperglobulinemia. Persiste la producción de
anticuerpos contra antígenos encontrados previamente; pero, la respuesta a
nuevos antígenos es defectuosa y a veces ausente. Así pues, los niveles de
anticuerpos totales (en especial IgG e IgA) pueden estar elevados y los títulos
de anticuerpos contra agentes específicos (p. ej., citomegalovirus) pueden ser
inusualmente altos, pero la respuesta frente a las vacunaciones disminuye cada
vez más, conforme decrecen los recuentos CD4.
Las anomalías
inmunológicas medibles en el SIDA incluyen anergia (demostrada por falta de
respuesta de hipersensibilidad tardía a la inyección intradérmica de antígenos
comunes, como tétanos, parotiditis, Candida albicans), respuesta
proliferativa pobre de las células T frente a mitógenos y antígenos,
hipergammaglobulinemia policlonal, niveles plasmáticos elevados de
inmunocomplejos, respuestas de anticuerpos disminuidas a antígenos nuevos y
antiguos, función disminuida de las células asesinas naturales y niveles
aumentados de marcadores de activación inmune, como a1-timosina,
interferón acidolábil, neopterina y b2-microglobulina.
Infecciones oportunistas. Los patrones de
infecciones oportunistas específicas varían geográficamente, entre los grupos de
riesgo y como resultado de las actuaciones médicas. En Estados Unidos y Europa,
>90% de los pacientes con SIDA y sarcoma de Kaposi son varones homosexuales o
bisexuales, probablemente debido a que sufren coinfección por herpesvirus humano
8, un factor vírico recién identificado (con el VIH) para el sarcoma de Kaposi.
La toxoplasmosis y la tuberculosis son más comunes en áreas tropicales, donde la
prevalencia de infecciones latentes por Toxoplasma gondii y
Mycobacterium tuberculosis es alta entre la población general. Incluso en
países desarrollados, donde los niveles de fondo de tuberculosis son bajos, el
VIH ha causado aumento de la incidencia y presentación atípica de la
tuberculosis. El uso generalizado de profilaxis extensa contra agentes como
Pneumocystis carinii y Mycobacterium avium ha reducido el riesgo
de esas infecciones en los países avanzados.
4. CUADRO CLINICO
El VIH causa una amplia
gama de problemas clínicos, que pueden imitar a otras enfermedades.
Inmediatamente después de la infección y durante un período prolongado (más de
varios meses en un pequeño número de personas), existe un estado portador con
anticuerpos negativos. En esa época, el virus se reproduce con rapidez hasta que
el sistema inmune comienza a reaccionar y/o se agotan las dianas. El ARN o el
antígeno p24 del VIH (cápside) son detectables en plasma, incluso cuando todavía
no se detectan anticuerpos contra el VIH. Entre 1 y 4 sem después de la
infección, algunos pacientes desarrollan un síndrome retrovírico agudo o
infección primaria por VIH, con fiebre, malestar general, exantema,
artralgias y linfadenopatía generalizada, que suele durar de 3 a 14 d, seguido
entre algunos días y 3 meses después por seroconversión con aparición de
anticuerpos contra el VIH. El síndrome retrovírico agudo se diagnostica
erróneamente con frecuencia como una enfermedad respiratoria alta febril
("gripe") o como mononucleosis. Esas manifestaciones agudas desaparecen más
adelante (aunque las adenopatías suelen persistir) y los pacientes se convierten
en portadores asintomáticos del VIH con anticuerpos positivos. Algunas de
estas personas desarrollan síntomas y signos leves remitentes que no cumplen la
definición de SIDA (p. ej., muguet, zóster, diarrea, astenia, fiebre). La
leucopenia es común y pueden existir también anemia y trombocitopenia por
mecanismo inmune.
Síntomas neurológicos. Los síntomas neurológicos
son habituales y pueden constituir la primera manifestación de SIDA. Tales
síntomas se pueden deber a efectos directos del VIH, infecciones oportunistas,
neoplasias o complicación vasculares. Comprenden meningitis aséptica aguda,
varios tipos de neuropatía periférica, encefalopatía con convulsiones, defectos
focales motores, sensoriales o de la marcha, y disfunción cognitiva que progresa
a la demencia.
La neuropatía
periférica puede producir disestesias dolorosas, pérdida sensorial distal
moderada (con distribución en calcetín-guante), reflejos aquíleos deprimidos,
paresia distal y atrofia, y puede ser de intensidad variable. El síndrome de
Guillain-Barré o la polirradiculopatía por citomegalovirus (CMV) se pueden
presentar con parálisis ascendente.
La meningitis
aséptica puede originar cefalea, fiebre y fotofobia, y a veces se asocia con
pleocitosis mononuclear en LCR. La meningitis aséptica transitoria puede
acompañar a la infección primaria por VIH.
La encefalitis
subaguda puede estar causada por VIH, CMV o ambos. La neuropatología en la
autopsia puede revelar acúmulos nodulares de células microgliales sin otros
infiltrados inflamatorios en la sustancia gris. Las inclusiones intranucleares e
intracitoplásmicas de CMV se asocian con nódulos en la encefalitis por CMV. Se
encuentran focos pequeños y mal definidos de desmielinación perivenular en la
sustancia blanca. Los hallazgos típicos comprenden cefalea, confusión, pérdida
de memoria, retraso psicomotor, mioclonia, convulsiones y demencia grave con
progresión al coma, que duran semanas o meses antes de la muerte. Puede existir
atrofia cortical en la TC, pleocitosis y aumento de proteínas en LCR y anomalías
difusas en el EEG, pero son datos inespecíficos. La demostración de ADN de CMV
en LCR mediante reacción en cadena de la polimerasa, puede ser diagnóstica de
encefalitis, ventriculitis o mielitis/polirradiculopatía por CMV.
Muchos pacientes con SIDA presentan
anomalías cognitivas y motoras menos espectaculares, que con frecuencia no se
reconocen por ser menos evidentes y causar menos incapacidad social. Las áreas
del funcionamiento cognitivo afectadas con más frecuencia incluyen atención,
rapidez de procesamiento de la información y aprendizaje. Estas anomalías
cognitivas no son explicables por los trastornos del humor o el abuso de drogas
o alcohol. Se asocian con atrofia encefálica en la RM, activación inmune
(niveles elevados de b2-microglobulinemia), niveles medibles de ARN
del VIH (>200 copias/ml) en LCR y otras anomalías neurológicas. Los
trastornos cognitivos y motores leves no siempre progresan con rapidez a la
demencia, pero muchos pacientes exhiben un deterioro progresivo lento. Se ha
documentado respuesta al tratamiento para la encefalopatía por CMV o VIH, pero
no es predecible.
Infecciones oportunistas del SNC. La
encefalitis toxoplásmica produce cefalea, letargia, confusión, convulsiones y
signos focales que evolucionan a lo largo de días o semanas. Los datos de la TC
o la RM comprenden lesiones con intensificación anular, sobre todo en los
ganglios basales. Las pruebas serológicas para anticuerpos IgG contra los
toxoplasmas, indicadores de infección latente crónica previa, son casi siempre
positivas, pero no demuestran necesariamente que la lesión se deba a
microorganismos del género Toxoplasma. La negatividad de las pruebas
serológicas reduce mucho la probabilidad de que una lesión esté causada por
Toxoplasma gondii. El LCR muestra pleocitosis leve o moderada y aumento
de proteínas. La biopsia encefálica puede ser diagnóstica; sin embargo, muchas
veces se intenta un tratamiento de prueba con pirimetamina y sulfadiacina (o
clindamicina si el paciente es alérgico a la sulfadiacina), con observación
estricta de la respuesta a los 7-10 d en pacientes seropositivos. Con
tratamiento, el pronóstico es bueno y las recidivas se pueden prevenir mediante
profilaxis indefinida con trimetoprima/sulfametoxazol o
clindamicina/pirimetamina.
En el SIDA se pueden producir también
meningitis criptocócica, histoplásmica y tuberculosa (por Mycobacterium
tuberculosis), con fiebre y cefalea, para las que se dispone de tratamiento.
La leucoencefalopatía multifocal progresiva y la encefalitis por
papovavirus no han respondido al tratamiento y suelen tener carácter progresivo,
hasta conducir a la muerte en pocos meses.
Neoplasias encefálicas. El linfoma primario
de células B (no Hodgkin) del encéfalo produce signos focales dependientes de su
localización anatómica. La TC suele mostrar una masa que a veces se intensifica
con el contraste y que no se puede distinguir con seguridad de la encefalitis
focal por Toxoplasma, Mycobacterium, Cryptococcus u otros microorganismos
oportunistas. La RM puede proporcionar mejor discriminación en estos casos,
aunque el diagnóstico definitivo requiere biopsia encefálica. Los linfomas
sistémicos de pacientes con SIDA pueden afectar al SNC, pero el sarcoma de
Kaposi rara vez lo hace.
Síntomas hematológicos. Algunos pacientes
presentan anemia o trombocitopenia de mecanismo inmunitario. La trombocitopenia
relacionada con el VIH suele responder a los mismos tratamientos
(corticosteroides, esplenectomía, inmunoglobulina i.v.) que la púrpura
trombopénica idiopática y rara vez provoca hemorragias).
Síntomas gastrointestinales. El dolor abdominal,
las náuseas y los vómitos o la diarrea contribuyen al adelgazamiento, tan común
en los pacientes con SIDA avanzado. Diversas infecciones oportunistas y varios
tumores pueden afectar al tracto gastrointestinal. Las posibles localizaciones
son la orofaringe (Candida, sarcoma de Kaposi, linfoma, herpes simple,
estomatitis aftosa), el esófago (herpes simple, CMV, Candida), el
estómago (sarcoma de Kaposi y linfoma), el intestino (Salmonella, Clostridium
difficile, CMV, virus del herpes simple) y el tracto biliar
(Cryptosporidium y CMV). Además, la pancreatitis por fármacos (p. ej.,
didanosina) o la hepatitis (p. ej., fluconazol) pueden complicar el tratamiento.
La diarrea sin causa aparente puede persistir durante largos períodos o
recidivar intermitentemente, incluso en pacientes sin inmunosupresión intensa ni
otros síntomas.
Síntomas dermatológicos. Las manifestaciones
cutáneas pueden complicar cada fase de la infección por VIH, desde el exantema y
las úlceras genitales de la infección primaria, hasta el sarcoma de Kaposi
generalizado en el SIDA. El
zóster, frecuente a todo lo largo de la infección, es a menudo la primera
manifestación. Las lesiones hematógenas de la criptococosis o la angiomatosis
bacilar pueden constituir indicios importantes para el diagnóstico de estas
infecciones oportunistas.
Síntomas orales. La candidiasis oral (muguet) es
una de las manifestaciones más tempranas y comunes de la infección por VIH;
suele ser indolora, quizá no sea apreciada por el paciente y puede proporcionar
una pista útil en individuos no diagnosticados. La leucoplasia pilosa oral,
diagnosticada por el hallazgo de placas agrandadas, blancas, filiformes y
asintomáticas en los lados de la lengua, está causada probablemente por el virus
de Epstein-Barr y se puede tratar con aciclovir. Las úlceras por herpes simple o
de etiología desconocida (aftas) pueden ser grandes, dolorosas y persistentes, e
interferir con la nutrición. La enfermedad periodontal puede llegar a ser grave,
con hemorragia y tumefacción de las encías y pérdida de dientes. Tanto el
sarcoma de Kaposi como los linfomas pueden asentar en la orofaringe, de modo
habitual como masas indoloras.
Síntomas pulmonares. La infección pulmonar
relacionada con el VIH más importante con mucho es la tuberculosis, que muchas
veces representa la primera manifestación de la infección por VIH en lugares con
endemia tuberculosa intensa. Las presentaciones atípicas (cavitación
infrecuente, infiltrados de los lóbulos inferiores, enfermedad miliar y
adenopatías), la anergia a las pruebas cutáneas con tuberculina y la confusión
con otras infecciones oportunistas, o su coexistencia, pueden dificultar el
diagnóstico. El pulmón constituye también una localización común de infecciones
oportunistas causadas por hongos como Pneumocystis carinii, Cryptococcus
neoformans, Histoplasma neoformans, Coccidioides immitis y especies de
Aspergillus. Las neumonías bacterianas producidas por neumococos,
Haemophilus, Pseudomonas y Rhodococcus son particularmente
frecuentes en los usuarios de drogas i.v. El sarcoma de Kaposi y los linfomas de
células B pueden afectar a los ganglios mediastínicos y al pulmón.
Síntomas en las mujeres. La presentación y el
curso de la infección por VIH en las mujeres recuerdan en general a los hallados
en hombres, a excepción de la candidiasis vaginal refractaria crónica y el
riesgo aumentado de neoplasia intraepitelial cervical. Algunas ETS, como la
enfermedad inflamatoria pelviana, pueden ser atípicas, más agresivas y más
resistentes al tratamiento en las mujeres infectadas por el VIH. Se recomiendan
las pruebas para VIH en mujeres con ETS o candidiasis vaginal recurrentes,
agresivas o inusualmente resistentes.
Las complicaciones
cardiovasculares comprenden endocarditis marasmática (trombótica) o
bacteriana (sobre todo en adictos a las drogas i.v.) y miocardiopatía con
insuficiencia cardíaca congestiva.
La insuficiencia renal
o el síndrome nefrótico complican rara vez el SIDA, pero pueden constituir
una causa de invalidez grave.
muy buena guía! gracias por el aporte.
ResponderEliminarEstoy aquí para dar mi testimonio de cómo me curé del VIH, contacté a mi VIH a través de Blade. Una amiga de mi usa la cuchilla para pelar sus uñas y dejarla caer donde la usa, así que después de que ella se fue, supe lo que se me ocurrió, miré mis uñas, mis uñas eran muy largas y tomé la cuchilla que ella usó. solo la usé en sus propias uñas para cortarme las uñas, mientras mantenía mis nombres, me lastimé por error. Incluso me molesté al respecto, así que cuando llegué al hospital la semana siguiente cuando estaba enfermo, el médico me dijo que era VIH positivo, me pregunté de dónde lo había sacado, así que recordé cómo uso mi cuchilla amiga para cortar de mi mano, así que me siento tan triste en mi corazón hasta el punto de que ni siquiera sé qué hacer, así que un día que estaba pasando por Internet me encontré con el testimonio de una señora que hablaba de cómo fue curada por un médico llamó a DR Imoloa, así que rápidamente le envié un correo electrónico al médico y él también me respondió y me dijo los requisitos que le proporcionaré y, de acuerdo con sus órdenes, me preparó una medicina a base de hierbas que tomé. Me envió un mensaje la semana siguiente de que debía hacerme una prueba, lo cual me hice para mi propia sorpresa, descubrí que era VIH negativo. También se ha curado para todo tipo de enfermedades incurables como: enfermedad de Huntington, acné de espalda, insuficiencia renal crónica, enfermedad de Addison, enfermedad crónica, enfermedad de Crohn, fibrosis quística, fibromialgia, enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad de uñas fúngicas, parálisis, enfermedad de Celia, linfoma , Depresión mayor, melanoma maligno, manía, melorostostis, enfermedad de Meniere, mucopolisacaridosis, esclerosis múltiple, distrofia muscular, artritis reumatoide, enfermedad de Alzheimer y muchos más. Gracias a él una vez más, el gran doctor que me curó dr. Imoloa para que también pueda enviarle un correo electrónico a través de drimolaherbalmademedicine@gmail.com o whatsapp en +2347081986098 .. Dios lo bendiga señor.
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