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martes, 29 de mayo de 2012

FISIOPATOLOGIA DEL APARATO CARDIOVASCULAR: PATOLOGIA CORONARIA


Material de Apoyo de la Clase de la Materia Fisiopatologia desarrollada el Miercoles 30 de mayo de 2012. Uninorte. Asuncion. Permitida su reproduccion con fines de estudio y guia.



1. GENERALIDADES

La mayoría de las afecciones de las arterias coronarias (AC) se deben al depósito subíntimo de ateromas en las arterias grandes y medianas, que riegan el corazón como vimos en el post anterior. Menos frecuentemente, los cierres de la AC se deben a un espasmo coronario que, generalmente, es idiopático (con o sin ateroma acompañante) o puede deberse a drogas como la cocaína. Son causas raras un émbolo arterial coronario, el síndrome de Kawasaki y la vasculitis.
 
Típicamente, la aterosclerosis coronaria es de comienzo insidioso, muchas veces se distribuye irregularmente en distintos vasos y puede interferir bruscamente con la perfusión de segmentos de miocardio, con mucha frecuencia por rotura de una placa ateromatosa excéntrica, con la consiguiente trombosis intraluminal. 
 
Las principales complicaciones de la AC son la angina de pecho, la angina inestable, el IM y la muerte cardíaca súbita por arritmias. En Estados Unidos, la AC es la causa principal de muerte en ambos sexos, que explica aproximadamente una tercera parte de muertes cada año.
 
Aunque la patogenia exacta de las AC no está clara, los factores de riesgo se conocen bien: altos niveles sanguíneos de colesterol-proteínas de baja densidad (LDL-C) y lipoproteína a, bajas concentraciones de colesterol-lipoproteínas de alta densidad (HDL-C) y vitamina E sérica y mala forma física. Las altas concentraciones hemáticas de triglicéridos e insulina, que reflejan una resistencia a ésta, pueden ser factores de riesgo, pero los datos están menos claros. El riesgo de AC aumenta con el consumo de tabaco, las dietas altas en grasas y calorías y escasas en fitoquímicos (que se encuentran en las frutas y las verduras), fibra y vitaminas E y C o, al menos en algunas personas, las dietas con concentraciones relativamente bajas de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (AGPI), mal control del estrés e inactividad. Algunas enfermedades sistémicas (p. ej., hipertensión, diabetes, hipotiroidismo) se acompañan también de un aumento del riesgo de AC.
 
La homocisteína se ha identificado recientemente como factor de riesgo de vasculopatías coronarias, periféricas y cerebrales. Los enfermos con homocistinuria, una rara enfermedad recesiva, tienen concentraciones de homocisteína 10 a 20 veces por encima de lo normal (hiperhomocisteinemia) y una enfermedad vascular acelerada, prematura. La homocisteína tiene un efecto tóxico directo sobre el endotelio y provoca la trombosis y oxidación de las LDL. Los valores normales oscilan entre 4 y 17 mmol/l , aproximadamente. Las pequeñas elevaciones de la homocisteína plasmática total tienen numerosas causas, como los bajos niveles de ácido fólico, vitaminas B6 y B12, insuficiencia renal, ciertos fármacos y variaciones controladas genéticamente de las enzimas del metabolismo de la homocisteína. Los enfermos con valores de homocisteína del 5% máximo tienen un riesgo 3,4 veces mayor de IM o de infarto de miocardio, que los que están en el 90% inferior, después del ajuste para otros factores de riesgo. Los niveles aumentados de homocisteína se acompañan de un mayor riesgo, independientemente de su etiología. Estudios recientes sugieren un riesgo graduado incluso en los niveles normales de homocisteína; así pues, la disminución de los niveles plasmáticos normales puede tener ventajas. La forma más sencilla y eficaz de reducir la homocisteína plasmática es la administración de 1 a 2 mg de ácido fólico al día que, fundamentalmente, carece de efectos adversos excepto en la deficiencia no tratada de vitamina B12. Muchas autoridades recomiendan investigar los niveles de homocisteína plasmática en los enfermos con AC y, a menos que los valores se encuentren en los niveles inferiores normales, iniciar el tratamiento con ácido fólico.
 
Los enfermos con AC sometidos a una aterectomía tienen marcadores biológicos que indican la localización coronaria de la infección por Chlamydia. El papel de éste y otros posibles agentes infecciosos en la génesis de la AC está siendo investigado.


2. ANGINA DE PECHO

Síndrome clínico debido a la isquemia del miocardio, que se caracteriza por molestias o presión precordial, típicamente precipitadas por el esfuerzo y aliviadas por el reposo o la nitroglicerina sublingual.

La causa es, generalmente, una obstrucción arterial coronaria crítica por aterosclerosis. El espasmo (idiopático o debido a la cocaína) o, raramente, una embolia coronaria pueden ser la causa (v. Infarto de miocardio, más adelante en este post). Enfermedades distintas de la aterosclerosis (p. ej., estenosis aórtica calcificada, regurgitación aórtica, estenosis subaórtica hipertrófica) pueden causar directamente la angina (por aumento del trabajo cardíaco) o en combinación con una AC.

Habitualmente, en la autopsia de los enfermos con angina de larga duración se encuentra una extensa aterosclerosis coronaria con fibrosis miocárdica en parches. Puede haber evidencia macro o microscópica de un IM antiguo.
 
La angina de pecho se presenta cuando el trabajo cardíaco y la demanda miocárdica de O2 superan la capacidad de las arterias coronarias para aportar sangre oxigenada. La frecuencia cardíaca, la tensión sistólica o la presión arterial y la contractilidad son los principales determinantes de la demanda miocárdica de O2. El aumento de cualquiera de estos factores en un ambiente de perfusión coronaria reducida puede provocar la angina. En consecuencia, el ejercicio en el paciente con un grado crítico de estenosis coronaria provoca la angina, que se alivia con el reposo.
 
A medida que el miocardio se va haciendo isquémico, el pH de la sangre del seno coronario desciende, se produce una pérdida de K celular, aparecen alteraciones ECG y se deteriora la función ventricular. La presión diastólica ventricular izquierda (VI) frecuentemente aumenta durante la angina, en ocasiones hasta niveles que provocan congestión pulmonar y disnea. Se cree que las molestias de la angina de pecho son una manifestación directa de la isquemia miocárdica y de la acumulación resultante de metabolitos hipóxicos.
 
Las molestias de la angina de pecho generalmente no se perciben como dolor. Puede ser un dolorimiento vago, escasamente molesto, o puede convertirse rápidamente en una grave e intensa sensación precordial de opresión. Su localización es variable, pero la mayoría de las veces se nota detrás del esternón. Puede irradiarse al hombro izquierdo y hacia abajo, por el interior del brazo izquierdo, incluso hasta los dedos; directamente a través de la espalda a la garganta, mandíbulas y dientes y, en ocasiones, hacia abajo, por el interior del brazo derecho. También puede notarse en el abdomen superior. Como la molestia raramente tiene lugar en la región de la punta del corazón, el enfermo que señala esta zona concreta o describe sensaciones fugaces, agudas o de calor, en general no tiene angina.
 
Los signos de cardiopatía pueden faltar entre los ataques de angina e incluso durante éstos. Sin embargo, durante el ataque, la frecuencia cardíaca puede aumentar ligeramente, la PA suele estar elevada, los tonos cardíacos se hacen más distantes y el choque de la punta es más difuso. La palpación del precordio puede descubrir un abultamiento sistólico localizado o un movimiento paradójico, que refleja la isquemia miocárdica segmentaria y la disquinesia regional. El segundo ruido cardíaco puede hacerse paradójico debido a una eyección VI más prolongada durante el episodio isquémico. Es frecuente un cuarto ruido cardíaco. Puede haber un soplo mesosistólico o telesistólico apical-piante pero no especialmente fuerte debido a la disfunción localizada del músculo papilar, secundaria a la isquemia.
 
La angina de pecho se desencadena típicamente por la actividad física, y por lo general no persiste más de unos minutos, desapareciendo con el reposo. La respuesta al esfuerzo suele ser predecible pero en algunas personas, un determinado ejercicio que es tolerado un día, puede precipitar la angina al siguiente. Ésta empeora cuando el ejercicio se hace después de una comida. Los síntomas pueden exagerarse también durante el tiempo frío, por caminar contra el viento o el primer contacto con el aire frío al salir de una habitación caliente puede precipitar un ataque.
 
La angina puede presentarse por la noche (angina nocturna) precedida de un sueño que va acompañado de llamativos cambios en la respiración, frecuencia cardíaca y PA. La angina nocturna puede ser también un signo de insuficiencia recurrente del VI, un equivalente de la disnea nocturna. Los ataques pueden variar desde varios/día a episodios ocasionales, con intervalos de semanas, meses o años, libres de síntomas. Pueden aumentar en frecuencia (angina crescendo) hasta un resultado fatal, o pueden disminuir gradualmente o desaparecer si se desarrolla una circulación coronaria colateral suficiente, si la zona isquémica queda infartada o si sobreviene una insuficiencia cardíaca o una claudicación intermitente que limite la actividad.
 
La angina puede presentarse espontáneamente en reposo (angina de decúbito) acompañada por lo general por pequeños aumentos de la frecuencia cardíaca y una elevación de la PA, que puede ser importante. Si la angina no se alivia, la PA más alta y la frecuencia cardíaca más rápida aumentan la necesidad miocárdica de O2 no cubierta y hacen más probable el IM.
 
Como las características de la angina suelen ser constantes para un determinado enfermo, cualquier deterioro en el tipo de síntomas –aumento de la intensidad, disminución del umbral del estímulo, duración más larga, aparición cuando el enfermo está sedentario o despertándose del sueño– debe considerarse seriamente. Estos cambios se denominan angina inestable (v. más adelante en este post).
 
Síndrome X. En algunos enfermos con síntomas típicos de angina aliviados por el reposo o la nitroglicerina, la prueba de esfuerzo es anormal y hay producción miocárdica de lactato durante la isquemia, aunque la arteriografía coronaria es normal. En algunos enfermos puede demostrarse una constricción coronaria intramiocárdica refleja y la reserva de flujo coronario queda reducida. Los datos disponibles indican un pronóstico benigno, aunque los síntomas de angina pueden recurrir durante años. En muchos pacientes, estos síntomas mejoran con b-bloqueantes. Este cuadro no debe confundirse con angina variante por espasmo coronario epicárdico (v. Angina variante, más adelante).


3. ANGINA INESTABLE

 (Tambien llamada: Insuficiencia coronaria aguda, angina preinfarto, angina crescendo; síndrome intermedio)
 
Angina caracterizada por el aumento progresivo de los síntomas anginosos, nuevo comienzo de la angina de reposo o nocturna o comienzo de una angina prolongada.
 
La angina inestable es precipitada por un aumento agudo de la obstrucción coronaria debido a la rotura de la placa fibrosa que cubre un ateroma, con la consiguiente adherencia plaquetaria. En la angina inestable, ³1/3 de los enfermos estudiados angiográficamente presentan trombos que ocluyen parcialmente el vaso que rodea la zona de isquemia recurrente. Como el reconocimiento de un trombo en la angiografía puede ser difícil, la frecuencia de dicho hallazgo probablemente está comunicada por debajo de lo real.
 
En comparación con la angina estable, el dolor de la angina inestable generalmente es más intenso, dura más tiempo, se desencadena mediante un esfuerzo menor, se presenta espontáneamente en reposo (angina de decúbito), es de naturaleza progresiva (crescendo) o presenta cualquier combinación de estos cambios.
Aproximadamente el 30% de los enfermos con angina inestable sufrirán probablemente un IM a los 3 meses del comienzo; la muerte súbita es menos frecuente. La presencia de cambios ECG marcados, junto con dolor torácico, es un importante indicador de un IM subsiguiente o de la muerte.


4. ANGINA VARIANTE O DE PRINZMETAL

 (Angina de Prinzmetal)

Angina de pecho que generalmente es secundaria al espasmo de un vaso grande y que se caracteriza por molestias en reposo y por elevación del segmento ST durante el ataque.

La mayoría de los enfermos tiene una importante obstrucción proximal fija de un vaso coronario mayor, al menos. El espasmo suele presentarse a 1 cm de la obstrucción (muchas veces acompañado de arritmia ventricular). Entre los ataques anginosos, que tienden a suceder con regularidad en determinados momentos del día, el ECG puede ser normal o presentar un patrón anormal estable. Se ha utilizado ergonovina i.v. como sustancia de provocación para desencadenar el espasmo, pero esto sólo debe hacerlo personal experimentado en un laboratorio angiográfico. Aunque la supervivencia promedio a los 5 años. es del 89 al 97%, los enfermos con angina variante y obstrucción arterial coronaria grave corren un gran riesgo. El alivio de la angina variante suele ser rápido con nitroglicerina sublingual; los bloqueantes del Ca parecen sumamente eficaces.


5. INFARTO DE MIOCARDIO
 
Necrosis isquémica del miocardio que generalmente es consecuencia de la brusca reducción de la perfusión coronaria a un segmento miocárdico.

En >90% de los enfermos con IM agudo, un trombo agudo, frecuentemente relacionado con la rotura de una placa, ocluye la arteria (previamente obstruida en parte por una placa aterosclerótica) que riega la región lesionada. La alteración de la función plaquetaria provocada por el cambio endotelial de la placa aterosclerótica contribuye probablemente a la trombogénesis. La trombólisis espontánea tiene lugar aproximadamente en 2/3 de los enfermos, de modo que, a las 24 h, la oclusión trombótica sólo se encuentra en el 30%, aproximadamente.

El IM raramente se debe a una embolización arterial (p. ej., en la estenosis mitral o aórtica, en la endocarditis infecciosa y endocarditis marántica). Se ha comunicado un IM en enfermos con espasmo coronario y con arterias coronarias por lo demás normales. La cocaína provoca un intenso espasmo arterial coronario y sus consumidores pueden presentarse con angina o IM provocados por cocaína. Los estudios de autopsia y angiografía coronaria han demostrado que la trombosis coronaria provocada por cocaína puede presentarse en arterias coronarias normales o superponerse a un ateroma preexistente.

El IM es, principalmente, una enfermedad del VI pero sus lesiones pueden prolongarse al ventrículo derecho (VD) o a las aurículas. El infarto del VD generalmente es consecuencia de la oclusión de la arteria coronaria derecha o de una arteria circunfleja izquierda dominante, y se caracteriza por la elevada presión de llenado del VD, muchas veces con grave regurgitación tricuspídea y disminución del gasto cardíaco. En la mitad, aproximadamente, de los enfermos con un infarto posteroinferior, que produce alteraciones hemodinámicas en el 10 al 15%, se produce cierto grado de disfunción del VD. La disfunción de este ventrículo debe tenerse en cuenta en cualquier enfermo con infarto posteroinferior y presión venosa yugular elevada, con hipotensión o shock.

La capacidad del corazón para continuar funcionando como bomba depende directamente de la extensión de la lesión miocárdica. Los enfermos que mueren por shock cardiogénico generalmente tienen un infarto o una combinación de cicatriz y nuevo infarto en ³50% de la masa del VI. Los infartos anteriores tienden a ser mayores y su pronóstico es peor que el de los posteroinferiores. Generalmente se deben a la oclusión del árbol arterial coronario izquierdo, sobre todo la arteria descendente anterior, mientras que los infartos posteroinferiores reflejan la oclusión coronaria derecha o la oclusión de una arteria circunfleja izquierda dominante.

Los infartos transmurales afectan a todo el espesor del miocardio desde el epicardio al endocardio y, generalmente, se caracterizan por ondas Q anormales en el ECG. Los infartos no transmurales o subendocárdicos no se extienden a través de la pared ventricular y sólo producen alteraciones del segmento ST y de la onda T. Los infartos subendocárdicos suelen afectar al tercio interior del miocardio, donde la tensión de la pared es máxima y la perfusión miocárdica resulta más vulnerable a las variaciones circulatorias. Pueden seguir también a la hipotensión prolongada. Como la profundidad transmural de la necrosis no puede determinarse con exactitud clínicamente, los infartos se clasifican mejor por el ECG como con onda Q y no onda Q. El volumen del miocardio destruido puede calcularse por la extensión y duración de la elevación de CK.

Aproximadamente 2/3 de los enfermos experimentan síntomas prodrómicos de días a semanas antes del episodio, como angina inestable o en aumento, disnea o fatiga. El primer síntoma de IM agudo suele ser un dolor visceral, sub-esternal, profundo, descrito como fijo y continuo o de presión, muchas veces con irradiación a la espalda, mandíbula o brazo izquierdo. El dolor es similar al de la molestia de la angina de pecho pero suele ser más intenso, duradero y aliviado poco o sólo temporalmente por el reposo o la nitroglicerina. Sin embargo, las molestias pueden ser muy leves y, quizá el 20% de los IM agudos son silentes o no son reconocidos como enfermedad por el paciente. Las mujeres pueden tener molestias torácicas atípicas. Los enfermos de edad pueden quejarse de disnea, más que de dolor torácico de tipo isquémico. En los episodios graves, el enfermo se siente aprensivo y puede notar una muerte amenazante. Pueden presentarse náuseas y vómitos, especialmente en el IM inferior. Pueden dominar los síntomas de insuficiencia VI, edema de pulmón, shock o arritmia importante.

A la exploración, el paciente suele presentar dolor intenso, estar inquieto y aprensivo, con piel pálida, fría y diaforética. Puede ser evidente la cianosis periférica o central. El pulso puede ser filiforme y la PA variable, aunque en muchos enfermos inicialmente aparece cierto grado de hipertensión, a menos que esté desarrollándose un shock cardiogénico.

Los ruidos cardíacos suelen ser algo distantes; la presencia de un cuarto ruido es casi universal. Puede haber un soplo sistólico suave, soplante (reflejo de la disfunción del músculo papilar). En la valoración inicial, un frote o soplos más llamativos indican una cardiopatía preexistente u otro diagnóstico. El descubrimiento de un roce al cabo de unas horas después del comienzo de los síntomas de IM es claramente raro y puede indicar una pericarditis aguda, más que un IM. Los roces, generalmente evanescentes, son frecuentes los días 2 y 3 post-IM en los infartos con onda Q.

Son complicaciones del IM:

- Arritmia
     - Alteraciones del nódulo sinusal 
     - Arritmias auriculares
     - Bloqueo auriculoventricular
     - Arritmias ventriculares 
- Insuficiencia cardíaca
- Hipoxemia 
- Hipotensión
- Shock cardiogénico
- Insuficiencia funcional del músculo papilar
- Rotura del miocardio
- Seudoaneurisma 
- Aneurisma ventricular
- Trombosis mural
- Pericarditis

El IM típico se diagnostica por la historia, se confirma por el ECG inicial y seriado y se apoya en los cambios enzimáticos seriados. Sin embargo, en algunos casos, el diagnóstico definitivo puede no ser posible; los hallazgos clínicos pueden ser típicos o altamente sugerentes, pero el ECG y el análisis enzimático no son diagnósticos y los enfermos se clasificarán como portadores de un IM posible o probable. Podría ocurrir que algunos de estos enfermos hayan padecido un pequeño IM.

Debe pensarse en el IM en hombres >35 años y mujeres >50 años, cuya molestia principal es el dolor torácico, que debe distinguirse del dolor de la neumonía, de la embolia pulmonar, de la pericarditis, de la fractura de costillas, de la separación costocondral, del espasmo esofágico, de la sensibilidad de la musculatura torácica después de un traumatismo o un esfuerzo, de la disección aórtica aguda, de los cálculos renales, del infarto esplénico o de una amplia serie de trastornos abdominales. Frecuentemente, los enfermos interpretan el dolor del IM como una indigestión y la evaluación puede ser difícil debido a la coexistencia frecuente de una hernia de hiato, una úlcera péptica o una afección vesicular. Aunque el dolor del IM generalmente es aliviado por los eructos o los antiácidos, este alivio suele ser breve o incompleto.

Análisis de sangre. Los análisis rutinarios de laboratorio descubren alteraciones compatibles con la necrosis de los tejidos. Así pues, al cabo de unas 12 h, la VSG está aumentada, el recuento de leucocitos moderadamente elevado y la fórmula leucocitaria descubre una desviación a la izquierda.

El CK-MB, el componente miocárdico de la CK, se encuentra en la sangre a las 6 h de la necrosis miocárdica. Los niveles están elevados durante 36 a 48 h. Aunque en otros tejidos se encuentran pequeñas cantidades de CK-MB, las elevaciones de la CK con > 40% de MB son diagnósticas cuando se acompañan de hallazgos clínicos sugestivos de IM. Las determinaciones rutinarias de la CK-MB al ingreso y cada 6-8 h durante las primeras 24 h, confirmarán o negarán el diagnóstico. La CK-MB normal durante 24 h elimina prácticamente el IM. El miocardio infartado libera también mioglobina y las proteínas contráctiles troponina-T y troponina-I. Estas últimas parecen ser indicadores sumamente sensibles de lesión miocárdica y pueden sustituir al análisis convencional de CK-MB en las primeras decisiones de clasificación en enfermos con dolor torácico y ECG no diagnóstico. En algunos pacientes con angina inestable se liberan troponinas y su grado de actividad predice efectos adversos futuros.



Abreviaturas usadas en este post:

- AC: Afecciones Coronarias
- IM: Infarto de Miocardio


 











 

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