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martes, 18 de marzo de 2014

LA CRIANZA DE LOS NIÑOS SUCUMBE ANTE LA PRESENCIA DE UN SMARPHONE


Se supone que las comidas son para estar en familia, pero un nuevo estudio sugiere que los ubicuos smartphones impiden la comunicación entre padres e hijos en la mesa.

Unos investigadores observaron a más de 50 grupos de tipo familiar que comían en un restaurante, y un número significativo de adultos estaban ocupados con sus smartphones.

"Sabemos a partir de décadas de investigación que las interacciones cara a cara son importantes para el desarrollo cognitivo, lingüístico y emocional. Antes de la existencia de los aparatos móviles, las comidas eran un momento en que habríamos visto esas interacciones", planteó la autora del estudio, la Dra. Jenny Radesky, miembro de pediatría del desarrollo y conductual del Centro Médico de Boston.

No está claro qué tanto impacto el uso de los smartphones por parte de los padres tendrá al final sobre el desarrollo de un niño, ni si ese efecto será negativo, positivo o neutral, señalaron los investigadores.

Un punto básico que podría verse afectado es el vocabulario del niño, advirtió la Dra. Rahil Briggs, directora de servicios de salud conductual pediátrica del Centro Médico Montefiore en la ciudad de Nueva York. "El predictor singular más potente del vocabulario de un niño son las conversaciones con el niño. La cena es un momento importante para esas conversaciones, y si uno está absorbido en el teléfono, es una oportunidad perdida".

Briggs añadió que las habilidades sociales, emocionales y de conversación también podrían verse afectadas si los padres pasan demasiado tiempo con sus teléfonos y otros medios de comunicación.

"Lo que realmente me preocupó fue que los niños parecían aceptar esta falta de compromiso. Parecían haberse resignado", anotó Briggs, que no participó en la investigación.

Para capturar una instantánea de cómo los padres usan sus teléfonos cerca de sus hijos durante las comidas, Radesky y sus colaboradores visitaron restaurantes de comida rápida del área de Boston y observaron a grupos que incluyeran a al menos un adulto y uno o más niños que parecieran menores de 10 años. Tomaron notas detalladas de cómo los cuidadores, entre los que probablemente se hallaban padres, abuelos y niñeras, usaban sus smartphones y cómo reaccionaban los niños.

Llevaron a cabo 55 observaciones el verano pasado. Cuarenta cuidadores sacaron sus teléfonos en algún momento de la comida. Unos pocos los tenían en la mesa, pero parecían no usarlos. Otro grupo pequeño mantenía sus teléfonos en las manos mientras hacían otras cosas.

El grupo más grande (16 cuidadores) parecían estar totalmente absorbidos en sus teléfonos, usándolos continuamente, incluso comiendo y hablando mientras miraban el teléfono. En la mayoría de casos, parecía que los cuidadores usaban los teclados de los teléfonos o usaban los teléfonos con los dedos en lugar de realizar llamadas telefónicas.

Otros nueve cuidadores usaban sus dispositivos de forma intermitente, y luego los guardaban. Los investigadores dijeron que esos cuidadores parecían equilibrar el uso del dispositivo con prestar atención al niño o niños.

Mientras los adultos usaban sus teléfonos, algunos niños en edad escolar estaban ocupados comiendo, hablando con otro niño o jugando con el juguete que traía la comida, y no parecían preocupados de que el cuidador usara el aparato, sobre todo durante poco tiempo.

Cuando los cuidadores estaban completamente absortos con los teléfonos, algunos niños parecían simplemente aceptarlo. Pero muchos niños comenzaron a actuar mal en un intento de llamar la atención del cuidador.

Algunos de esos cuidadores parecieron ignorar la conducta del niño cierto tiempo y luego reñirles, a veces sin ni siquiera apartar la vista del teléfono.

"Los niños reciben cierta cantidad de su atención cada día. Lo mejor es prestar esa atención de forma positiva, o quizá comiencen a buscarla de forma negativa", advirtió Briggs.

Añadió que se trata de un campo de estudio emergente e importante. "Apenas comenzamos a aprender cómo pensar en la exposición a los medios de los niños pequeños, y en cómo los padres son distraídos por sus teléfonos. No podemos pasar por alto esta ausencia presente", lamentó.

Radesky y Briggs se mostraron de acuerdo en que el uso de smartphones no es del todo malo. Compartir aplicaciones y juegos con los niños puede ser una forma de conectar. Y los smartphones ciertamente no desaparecerán pronto.

"Son una herramienta esencial. Lo que debemos hacer es ayudar a crear directrices sobre las formas más sanas de usarlos", planteó Radesky. "Es importante que los padres tengan un tiempo de 'desconexión' en que se concentren solo en sus hijos".

Briggs respalda un uso equilibrado. "Mi idea sobre el uso de la tecnología y los niños es todo con moderación", dijo.

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare FUENTES: Jenny Radesky, M.D., fellow, developmental-behavioral pediatrics, department of pediatrics, Boston Medical Center; Rahil Briggs, Psy.D., director, pediatric behavioral health services, Montefiore Medical Center, New York City; April 2014 Pediatrics

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