Luis entró en Urgencias del Hospital Ramón y Cajal de Madrid hace justo una semana. Se había acostado a las 20.30 con dolor de cabeza y escalofríos. Un poco más tarde, su mujer llamó a emergencias cuando descubrió que estaba "medio paralizado, con el labio caído...". Unos días más tarde, camina tranquilo por los pasillos del hospital a la espera del alta.
Según datos de la Sociedad Española de Neurología, difundidos con motivo del Día Mundial del ictus que se celebra este 29 de octubre, el número de pacientes con un acidente cerebrovascular atendidos en los hospitales españoles ha crecido un 40% en los últimos 15 años. Las estadísticas también indican que el caso de Luis, con 42 años, no es excepcional: el número de ictus en personas de 20 a 64 años ha crecido un 25% en los últimos años.
"Antes, el ictus en jóvenes era una anécdota, pero ahora el 10% aproximadamente de los que atendemos se da en pacientes menores de 55 años", confirma el doctor Jaime Masjuan, coordinador de la Unidad de Ictus del Hospital Ramón y Cajal, donde fue atendido Luis.
En su caso ha tenido suerte, como confirma su esposa, Silvia ("nos dijeron que tenía una arteria obstruida en el cerebro y sólo tenía un 10% de posibilidades por la gravedad del ictus"), pero la mayor parte de pacientes necesita iniciar un programa de rehabilitación para "que el cerebro se vuelva a reorganizar", como señala el doctor Masjuan. "Lo que marca la gravedad de las secuelas es la gravedad del ictus, el tamaño de la lesión cerebral", explica este especialista. Eso, junto a una atención temprana, en las primeras cuatro horas y media desde que se inicia el infarto cerebral, marcan las posibilidades de recuperación de los afectados; un tercio de los cuales sufrirá algún tipo de discapacidad después del accidente.
Como explica por su parte Fabo Cabello, socio fundador del centro Unidad de Memoria, en Madrid, en función de los daños es probable que el paciente necesite únicamente rehabilitación física, para recuperar sus funciones motoras; terapia ocupacional, para poder ir retomando poco a poco las funciones de su vida diaria; y trabajo con logopedas para las secuelas relacionadas con el habla.
"La enfermedad por sí misma va mejorando con el tiempo, pero con la rehabilitación logramos que el grado de mejoría sea mejor y se logre antes", ratifica el doctor Masjuan. "Lo normal es que se lleve a cabo un abordaje multidisciplinar, con intervenciones cognitivas, funcionales, a nivel grupal, de neuropsicología, terapia ocupacional, logopedia, neurología...", confirma Cabello por su parte.
Ambos coinciden en que otro problema añadido en los pacientes que se han recuperado de un ictus es la crisis emocional y de ansiedad que suele generar este ataque. "Son habituales los problemas de ánimo, los cuadros depresivos o el miedo a que se repita", confirma el neurólogo madrileño. "De hecho, cuando no se produce este cuadro depresivo suele significar algo, que el paciente no ha tenido constancia del problema", ratifica Cabello.
"No todo el mundo queda bien para volver a trabajar, por eso es importante tomarse el ictus en serio", subraya el doctor Masjuan, que insiste en la importancia de corregir algunos de los malos hábitos que incrementan el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular: "más allá de las drogas, el alcohol, el tabaco, el sedentarismo, la hipertensión, el estrés, el sobrepeso...".
"Mi hijo de dos años y medio me pregunta qué le ha pasado a papá en el cerebro, pero los médicos nos dicen que se va a recuperar porque tiene mucho agarre", resume Silvia.
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