Ante la avalancha de preguntas que me llegan respecto al autismo y su relacion con la masacre de USA, iba a escribir unas lineas en el blog, pero esta entrevista publicada hoy en el portal INFOBAE me ahorro con calidad el trabajo. Leanla. No tiene desperdicios.
A pocas horas de que el joven Adam Lanza asesinara a 27 personas –incluida su madre- en la escuela Sandy Hook de Newtown, su hermano dijo que era autista; más concretamente, que padecía del mal de Asperger.
La psiquiatra y psicoanalista Velleda Cecchi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, explicó a Infobae qué es el autismo y en particular el síndrome de Asperger, y cómo se tratan. Para esta especialista en psicosis infantiles hay banalización del uso del término. Y, más grave todavía, se cae en un diagnóstico apresurado ante cualquier signo de aislamiento o bien no se lo detecta y se lo atribuye a otras condiciones.
¿Qué es el autismo?
Es una psicosis, que junto a la esquizofrenia, y la psicosis confusional -simbiótica de Margaret Mahler- conforma los tres grandes cuadros de las psicosis infantiles. Es una particular constitución del psiquismo, donde el signo más relevante es el aislamiento. Como toda enfermedad tiene distintos grados, desde niños completamente aislados que no responden a estímulos, que se autoagreden, con estereotipias que son movimientos como aletear con las manos, hamacarse con su propio cuerpo, sin lenguaje compartido, en una gama que va desde casos donde estos signos están disminuidos, o prevalecen solo algunos. Ahora, esta es la descripción clásica. En realidad, según mi experiencia, todo es aparente: parecen aislados, parece que no se conectan, parece que no oyen, algunos niños son incluso diagnosticados como sordos, por eso se recurre al estudio de potenciales evocados para descartar la sordera, parece que no entienden. Subrayo parece, porque son niños que utilizan todos estos mecanismos como defensa frente a un mundo al que viven como hostil. Un paciente autista ya en plena recuperación, me explicó su aislarse diciendo: “Así los otros creen que no estoy”. Son niños aterrorizados, que se amurallan en sí mismos. Es una enfermedad que se instala desde el comienzo de la vida y que sin tratamiento empeora con rapidez, por eso es tan necesario el diagnóstico precoz. Es una paradoja que, por un lado, se hacen diagnósticos de autismo a cualquier niño por mínimos signos y por otro el verdadero autista no es adecuadamente diagnosticado. “Ya va a caminar, ya va a hablar, no sea ansiosa señora”, es un clásico de la respuesta de algunos pediatras a las preocupaciones de la mamá.
¿Qué es el síndrome de Asperger?
Dentro de la patología autista se lo considera el más evolucionado, se lo suele denominar autismo con alto rendimiento ya que tienen lenguaje y capacidades cognitivas que les permiten a estos niños escolarizarse sin excesivas dificultades. Fue descripto por Asperger, un médico vienés, en 1944, pero dado a conocer recién en 1980, que llamaba a quienes lo padecían “pequeños profesores”, ya que se especializaban en temas de los que tenían mucho conocimiento y que ocupaban todo su interés de manera obsesiva.
¿Es un trastorno frecuente?
Con este síndrome sucede lo mismo que con el autismo a secas, si bien ya desde que Leo Kanner lo describió por primera vez -en 1945, en Estados Unidos- deslindándolo de la esquizofrenia, éste y otros médicos tanto de América del Norte como de Europa, alertaron contra la banal proliferación de este diagnóstico, hace por lo menos 30 años que la Asociación Americana de Psiquiatría, con sus DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en inglés, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), que deben aceptarse como verdad revelada, han elevado el índice de incidencia del autismo, incorporando la denominación espectro autista a niveles espectaculares. El doctor Alex Frances, que fuera presidente del DSM4, se lamentó del exceso en que ya ellos habrían incurrido con este diagnóstico y alerta que con el DSM5 la situación será aún más grave.
Respondo entonces: no es un trastorno frecuente como tampoco lo es el autismo en general, lo que ocurre es que cualquier signo de retraimiento, de no buen contacto con las personas, niños distraídos, son rápidamente diagnosticados como autistas, esto responde al acatamiento al DSM o al desconocimiento de lo que es en verdad el autismo. Se comprenderá lo grave que es para el niño y para los padres darles este diagnóstico, esto es iatrogenia.
¿Un niño autista puede reconocer los sentimientos de los demás y sentir empatía por ellos?
Sí. Sucede lo que decía recién: parece que no reconoce los sentimientos pero, a poco de andar, si el analista empatiza con su paciente y se construye un ámbito de seguridad y confianza disminuyen los terrores del niño y surge el encuentro. Es un encuentro emocionante donde el niño, poco a poco, va saliendo de su aparente muralla y nos encontramos con el niño que estaba encerrado ahí dentro esperando el momento oportuno para dejarse ver y mostrarnos tanto su dolor como la gran capacidad de amar, de conexión, la delicadeza de sus sentimientos, la necesidad de ser atendido y entendido, en fin, este es el proceso de curación.
¿Suelen ser violentos los niños autistas?
No, al contrario, tienen una inhibición de la agresión importante hacia al exterior, tienen miedo de las personas, por eso se aíslan. La violencia es dirigida contra sí mismos, se lastiman, se muerden, se golpean.
O sea que es difícil que explique una conducta como la del asesino de Connecticut…
De ninguna manera, no se conoce a lo largo de la experiencia psiquiátrica casos de violencia de ese calibre, ni mucho menores, en autistas. Esto es efecto de lo que le decía antes, la proliferación de este diagnóstico, que se ha banalizado de tal manera que autista dice un político refiriéndose a un colega o a un caso tan grave como éste. Por otra parte qué es esto de, ya no sólo diagnosticar por teléfono, algo que, como enseñaban los profesores en mi carrera de médica, no era ético, no había que hacerlo, sino llegar a suponer que hay derecho a opinar sobre una persona de cuyos datos nos informan los medios. Realmente es surrealista.
¿Cómo se trata el autismo? ¿Es curable?
Sí, es curable el autismo, con las consideraciones que debemos tener con todas las enfermedades, y no sólo las mentales, de que, así como hay grados de enfermedad, hay grados de curación. Es una patología grave, difícil, que requiere muchos años de tratamiento. Y es curable si se logra que ese niño encapsulado surja, surja en su ser sujeto, persona; como les digo a mis pacientes, como cualquier niño común. He borrado del diccionario la palabra normal, ya que la normalidad es una construcción social.
Utilizo la teoría y técnica psicoanalítica, que es la única que aporta el conocimiento profundo del funcionamiento mental y la técnica que permite que esto de ser sujeto, de que aparezca el ser, se logre. Junto con la proliferación del diagnóstico, prolifera la medicación, alentada por las empresas farmacéuticas, y técnicas pre freudianas, del reflejo condicionado de Pavlov, donde al autista se lo trata como a los animales llamados inferiores: cobayos, perros, elefantes, etc. se lo adiestra, se utiliza el premio o castigo, según se subordine o no a las instrucciones del domador.
Se dice que los psicoanalistas inculpamos a los padres, somos los malos, los culpamos. Ahí aparecen los buenos que aseguran que el autismo es orgánico aunque no hay ninguna prueba que lo avale..., y los domadores. Los padres no sólo no son culpables sino que son tan víctimas como sus hijos, son personas sufrientes, con dolores intensos, ocultos, sufrimientos por lo general no reconocidos. Es preciso incorporarlos al tratamiento. El abordaje parental, aún en el caso de parejas separadas, ya que siguen siendo los padres de ese niño que enfermó, es muy importante, en realidad imprescindible para lograr la mitigación del sufrimiento de toda esa familia.
(de Infobae)
A pocas horas de que el joven Adam Lanza asesinara a 27 personas –incluida su madre- en la escuela Sandy Hook de Newtown, su hermano dijo que era autista; más concretamente, que padecía del mal de Asperger.
La psiquiatra y psicoanalista Velleda Cecchi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, explicó a Infobae qué es el autismo y en particular el síndrome de Asperger, y cómo se tratan. Para esta especialista en psicosis infantiles hay banalización del uso del término. Y, más grave todavía, se cae en un diagnóstico apresurado ante cualquier signo de aislamiento o bien no se lo detecta y se lo atribuye a otras condiciones.
¿Qué es el autismo?
Es una psicosis, que junto a la esquizofrenia, y la psicosis confusional -simbiótica de Margaret Mahler- conforma los tres grandes cuadros de las psicosis infantiles. Es una particular constitución del psiquismo, donde el signo más relevante es el aislamiento. Como toda enfermedad tiene distintos grados, desde niños completamente aislados que no responden a estímulos, que se autoagreden, con estereotipias que son movimientos como aletear con las manos, hamacarse con su propio cuerpo, sin lenguaje compartido, en una gama que va desde casos donde estos signos están disminuidos, o prevalecen solo algunos. Ahora, esta es la descripción clásica. En realidad, según mi experiencia, todo es aparente: parecen aislados, parece que no se conectan, parece que no oyen, algunos niños son incluso diagnosticados como sordos, por eso se recurre al estudio de potenciales evocados para descartar la sordera, parece que no entienden. Subrayo parece, porque son niños que utilizan todos estos mecanismos como defensa frente a un mundo al que viven como hostil. Un paciente autista ya en plena recuperación, me explicó su aislarse diciendo: “Así los otros creen que no estoy”. Son niños aterrorizados, que se amurallan en sí mismos. Es una enfermedad que se instala desde el comienzo de la vida y que sin tratamiento empeora con rapidez, por eso es tan necesario el diagnóstico precoz. Es una paradoja que, por un lado, se hacen diagnósticos de autismo a cualquier niño por mínimos signos y por otro el verdadero autista no es adecuadamente diagnosticado. “Ya va a caminar, ya va a hablar, no sea ansiosa señora”, es un clásico de la respuesta de algunos pediatras a las preocupaciones de la mamá.
¿Qué es el síndrome de Asperger?
Dentro de la patología autista se lo considera el más evolucionado, se lo suele denominar autismo con alto rendimiento ya que tienen lenguaje y capacidades cognitivas que les permiten a estos niños escolarizarse sin excesivas dificultades. Fue descripto por Asperger, un médico vienés, en 1944, pero dado a conocer recién en 1980, que llamaba a quienes lo padecían “pequeños profesores”, ya que se especializaban en temas de los que tenían mucho conocimiento y que ocupaban todo su interés de manera obsesiva.
¿Es un trastorno frecuente?
Con este síndrome sucede lo mismo que con el autismo a secas, si bien ya desde que Leo Kanner lo describió por primera vez -en 1945, en Estados Unidos- deslindándolo de la esquizofrenia, éste y otros médicos tanto de América del Norte como de Europa, alertaron contra la banal proliferación de este diagnóstico, hace por lo menos 30 años que la Asociación Americana de Psiquiatría, con sus DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en inglés, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), que deben aceptarse como verdad revelada, han elevado el índice de incidencia del autismo, incorporando la denominación espectro autista a niveles espectaculares. El doctor Alex Frances, que fuera presidente del DSM4, se lamentó del exceso en que ya ellos habrían incurrido con este diagnóstico y alerta que con el DSM5 la situación será aún más grave.
Respondo entonces: no es un trastorno frecuente como tampoco lo es el autismo en general, lo que ocurre es que cualquier signo de retraimiento, de no buen contacto con las personas, niños distraídos, son rápidamente diagnosticados como autistas, esto responde al acatamiento al DSM o al desconocimiento de lo que es en verdad el autismo. Se comprenderá lo grave que es para el niño y para los padres darles este diagnóstico, esto es iatrogenia.
¿Un niño autista puede reconocer los sentimientos de los demás y sentir empatía por ellos?
Sí. Sucede lo que decía recién: parece que no reconoce los sentimientos pero, a poco de andar, si el analista empatiza con su paciente y se construye un ámbito de seguridad y confianza disminuyen los terrores del niño y surge el encuentro. Es un encuentro emocionante donde el niño, poco a poco, va saliendo de su aparente muralla y nos encontramos con el niño que estaba encerrado ahí dentro esperando el momento oportuno para dejarse ver y mostrarnos tanto su dolor como la gran capacidad de amar, de conexión, la delicadeza de sus sentimientos, la necesidad de ser atendido y entendido, en fin, este es el proceso de curación.
¿Suelen ser violentos los niños autistas?
No, al contrario, tienen una inhibición de la agresión importante hacia al exterior, tienen miedo de las personas, por eso se aíslan. La violencia es dirigida contra sí mismos, se lastiman, se muerden, se golpean.
O sea que es difícil que explique una conducta como la del asesino de Connecticut…
De ninguna manera, no se conoce a lo largo de la experiencia psiquiátrica casos de violencia de ese calibre, ni mucho menores, en autistas. Esto es efecto de lo que le decía antes, la proliferación de este diagnóstico, que se ha banalizado de tal manera que autista dice un político refiriéndose a un colega o a un caso tan grave como éste. Por otra parte qué es esto de, ya no sólo diagnosticar por teléfono, algo que, como enseñaban los profesores en mi carrera de médica, no era ético, no había que hacerlo, sino llegar a suponer que hay derecho a opinar sobre una persona de cuyos datos nos informan los medios. Realmente es surrealista.
¿Cómo se trata el autismo? ¿Es curable?
Sí, es curable el autismo, con las consideraciones que debemos tener con todas las enfermedades, y no sólo las mentales, de que, así como hay grados de enfermedad, hay grados de curación. Es una patología grave, difícil, que requiere muchos años de tratamiento. Y es curable si se logra que ese niño encapsulado surja, surja en su ser sujeto, persona; como les digo a mis pacientes, como cualquier niño común. He borrado del diccionario la palabra normal, ya que la normalidad es una construcción social.
Utilizo la teoría y técnica psicoanalítica, que es la única que aporta el conocimiento profundo del funcionamiento mental y la técnica que permite que esto de ser sujeto, de que aparezca el ser, se logre. Junto con la proliferación del diagnóstico, prolifera la medicación, alentada por las empresas farmacéuticas, y técnicas pre freudianas, del reflejo condicionado de Pavlov, donde al autista se lo trata como a los animales llamados inferiores: cobayos, perros, elefantes, etc. se lo adiestra, se utiliza el premio o castigo, según se subordine o no a las instrucciones del domador.
Se dice que los psicoanalistas inculpamos a los padres, somos los malos, los culpamos. Ahí aparecen los buenos que aseguran que el autismo es orgánico aunque no hay ninguna prueba que lo avale..., y los domadores. Los padres no sólo no son culpables sino que son tan víctimas como sus hijos, son personas sufrientes, con dolores intensos, ocultos, sufrimientos por lo general no reconocidos. Es preciso incorporarlos al tratamiento. El abordaje parental, aún en el caso de parejas separadas, ya que siguen siendo los padres de ese niño que enfermó, es muy importante, en realidad imprescindible para lograr la mitigación del sufrimiento de toda esa familia.
(de Infobae)
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