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miércoles, 12 de diciembre de 2012

ESTOS SON LOS TRASTORNOS MENTALES MAS COMUNES EN LA EPOCA DE FIN DE AÑO


Fin de año es para muchos un tiempo de reflexión. Para bien o para mal, los que vienen son tiempos que “movilizan”.

Las fobias son miedos irracionales o desproporcionados que anidan en nuestra mente y se manifiestan corporalmente; la más habitual es la fobia social entendida como el temor a ser evaluado negativamente o hablar en público, a relacionarse con un desconocido, rendir un examen o acudir a un encuentro o fiesta.
Las fiestas de fin de año para estas personas puede ser una tragedia, dado que esta oportunidad moviliza angustias no resueltas previamente, siendo una respuesta habitual el aislamiento social.

Muchas fobias, como la social, pueden a su vez ser el inicio de adicciones como el alcoholismo, dado que durante esta época se consume todo tipo de bebidas alcohólicas para “festejar”. Estas personas encuentran en la desinhibición que provoca el alcohol un reforzador negativo de su baja autoestima como también de las conductas evitativas e inseguras, ansiosas o depresivas potenciado por ser éste un tranquilizante y euforizante del ánimo en sus primeros estadios.

La llegada de fin de año trae aparejadas miles de tareas: la organización de las fiestas, las corridas para comprar regalos, los saludos a los vecinos o amigos olvidados, viajes y visitas de familiares, por lo cual se incrementan las comunicaciones interpersonales.

Algunas veces, la falsa alegría está presente dado que viejos resentimientos siguen operando ocultos bajo disfraces, tapados por “caretajes”, que el alcohol destapa, dando lugar a la tragedia de hechos o de palabras como a la ruptura de los vínculos de amor.

Todo esto genera presiones que producen un aumento de irritabilidad y malhumor. Según los especialistas, en diciembre abundan las consultas médicas por contracturas, angustia, tensión e ira, trastornos del sueño, dolores de espalda y cabeza, cansancio crónico, depresión, hipertensión arterial y malestares físicos en general. En las guardias de los hospitales aumentan las consultas relacionadas con alcohol, violencia y muertes.


Esta época del año está impregnada de una sensibilidad especial, y mientras los psicólogos reciben más consultas porque muchos le temen a la soledad, otros eligen estar la noche del 24 y del 31 solos para evitar todo tipo de conflicto vincular. Otras personas tratan de aislarse o viajar a lugares donde no haya conocidos.
Inevitablemente el fin de año es una instancia de replanteos donde se agudizan sentimientos de angustia y se tiende a hacer un balance que no siempre deja saldos positivos.

Frente al dilema de pasarlo solo o en compañía, en las últimas décadas aparecieron nuevos modelos, como los encuentros multifamiliares, de amigos o parejas, porque lo importante –aseguran los especialistas- es estar acompañado para paliar la tristeza o compartir la alegría.


Duelo es la actividad y actitud de la persona ante la reacción emocional, espontánea y natural que provoca el sufrimiento producido por: pérdidas en general, omisiones, alejamientos o muertes.

Se llama duelo a toda pérdida no asumida o en fase de elaboración, que puede ir desde el acontecimiento más dramático de la vida -como es la muerte de un hijo- hasta la pérdida del cónyuge, jubilarse o quedarse desocupado.

Algunas personas en esta época del año, según el momento de la vida que transitan, se encuentran solas, enfermas, deprimidas, desesperanzadas, incomunicadas, con duelos no resueltos.

El recuerdo de los seres queridos que ya fallecieron suele ser en estos días más angustiante aún, por lo tanto se produce el fenómeno de reforzamiento negativo, se agrava la ansiedad y se intenta evitar el recuerdo y todo lo que lo evoque, instalando el proceso de fobia a las fiestas.

Hay personas que, por su carácter de tipo melancólico, retraído, ensimismado y aferrado a viejas creencias, se mantienen en estado persistente de duelo y agravan el mismo con fobias a disfrutar de las ventajas y regalos que nos da la vida. Hacen culto enfermizo, obsesivo y hasta compulsivo a permanecer en estado disfuncional y perturbador  discurriendo su vida en un estado permanente de negación a la esencia misma de ésta que es la alegría en clave de amor.

A estas personas no les resulta fácil “soportar” la alegría, el placer y la felicidad y les es  muy difícil “aguantar” a su vez el dolor, la enfermedad, la muerte como las pérdidas, por no haber aprendido a elaborarlas positivamente.

Estas personas se suelen aferrar a la falsa idea  que el sufrimiento es algo “extraordinario”, que “viene” de afuera a nuestra vida y no es algo interior  construido por ella misma como el buen humor, el encanto y la alegría que son constructos aprendidos y que debemos esforzarnos en desarrollar.


Lo aconsejable es evaluar qué estilo de vida tenemos y si fuese el caso consultar a un profesional de la salud para poder bajar los decibeles y llegar con más reservas a las fiestas y a las vacaciones.

Buscar los caminos a una saludable integración de salud mental para librarnos de todas las ataduras que las viejas creencias, las fobias o la falta de educación en la resolución de los duelos nos imponen; nos esclavizan, enferman, y limitan nuestras aptitudes y actitudes más valiosas.

Para la Nochebuena y de fin de año cada uno “debe cocinar” su propia receta en la que no debe faltar:

1. Estilo de vida saludable
2. Vivir plenamente los reencuentros en clave de positividad
3. Integrarse socialmente con emociones positivas
4. Vencer las fobias, especialmente la fobia social
5. Tener especialmente control con los abusos
6. Desterrar la  irritabilidad, agresividad y el mal humor
7. Integrarse a los seres queridos
8. Elaborar sanamente los duelos pendientes
9. Cultivar el encanto por la vida
10. Cultivar la sana alegría en clave de amor

Esos ingredientes son imprescindibles como necesarios para vivir plenamente las fiestas.

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