Material de Apoyo de la Clase de la Materia Fisiopatologia 
desarrollada el Miercoles 11 de abril de 2012. Uninorte. Asuncion. 
Permitida su reproduccion con fines de estudio y guia. 
1. GENERALIDADES
El término anemia, utilizado 
incorrectamente como un diagnóstico, designa un conjunto de síntomas y signos. 
El tipo de anemia define su mecanismo fisiopatológico y su origen, lo que 
permite planificar un tratamiento adecuado. Dejar de investigar una anemia leve 
es un error grave; su presencia indica una enfermedad subyacente y su gravedad 
ofrece poca información sobre su origen o significado clínico verdadero.
Los síntomas y signos de la anemia 
representan respuestas cardiovasculares y pulmonares compensadoras según la 
gravedad y la duración de la hipoxia tisular. Una anemia grave (p. ej., Hb <7 
g/dl) puede asociarse a debilidad, vértigo, cefalea, acúfenos, manchas en el 
campo visual, fatiga fácil, mareos, irritabilidad e, incluso, conducta extraña. 
Pueden aparecer amenorrea, pérdida de la libido, molestias GI y, en ocasiones, 
ictericia y esplenomegalia. Finalmente, puede presentarse insuficiencia cardíaca 
y shock.
2. FISIOPATOLOGIA GENERAL DE LAS ANEMIAS 
La 
anemia es el resultado de una o más combinaciones de tres mecanismos básicos: 
pérdida de sangre, eritropoyesis deficiente (producción de hematíes) y 
hemólisis excesiva (destrucción de hematíes). La pérdida de sangre debe 
ser el primer factor a considerar. Una vez descartado éste, sólo quedan los 
otros dos mecanismos. Como la supervivencia de los hematíes es de 120 d, el 
mantenimiento de una población estable requiere la renovación diaria de 1/120 de 
las células. El cese completo de la eritropoyesis provoca una disminución 
aproximada de hematíes del 10%/sem (1%/d). Los defectos de producción tienen 
como resultado una reticulocitopenia relativa o absoluta. Cuando las cifras de 
hematíes disminuyen a una velocidad >10%/sem (es decir, 500.000 
hematíes/ml) sin datos sugestivos de pérdida de sangre, existe una 
hemólisis como factor causal.
Un abordaje apropiado en la mayoría de 
las anemias debidas a una eritropoyesis deficiente consiste en examinar los 
cambios de tamaño y forma de los hematíes. Así, la presencia de anemias 
microcíticas sugiere un trastorno 
en la síntesis del hem o de la globina (p. ej., deficiencia de hierro [Fe], 
talasemia y defectos de la síntesis de Hb relacionados, anemia de las 
enfermedades crónicas). Por el contrario, las anemias normocrómicas normocíticas 
expresan un mecanismo hipoproliferativo o hipoplásico. Algunas anemias se 
caracterizan por macrocitos (hematíes de gran tamaño), lo que indica un defecto 
en la síntesis de ADN. Estas anemias se deben generalmente a defectos en el 
metabolismo de la vitamina B12 o del ácido fólico o a una 
interferencia en la síntesis de ADN por fármacos quimioterápicos 
citorreductores. Una respuesta medular adecuada a la anemia se manifiesta por 
reticulocitosis o policromatofilia en sangre periférica. 
De forma semejante, algunos mecanismos 
comunes de aumento de la destrucción (p. ej., secuestro esplénico, hemólisis 
mediada por anticuerpos, función defectuosa de la membrana eritrocitaria o Hb 
anómala) ayudan en gran medida al diagnóstico diferencial de las anemias 
hemolíticas.
3. CLASIFICACION GENERAL DE LAS ANEMIAS 
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a. ANEMIAS MACROCITICAS
ANEMIA MACROCITICA MEGALOBLASTICA
La forma no megaloblástica de la anemia 
macrocítica (es decir, VCM >95 fl/célula) es heterogénea, de manera que los 
cambios macrocíticos periféricos no se asocian a las características de 
laboratorio, bioquímicas y clínicas típicas de la megaloblastosis.
La anemia macrocítica no megaloblástica 
aparece en diversos estados clínicos, aunque no todos ellos se comprenden. La 
macrocitosis con exceso de membrana eritrocitaria se observa en pacientes con 
hepatopatía crónica que presentan una esterificación defectuosa del colesterol. 
Dado que el moldeado de la membrana eritrocitaria se realiza en el bazo tras 
liberarse las células desde la médula ósea, los hematíes pueden ser ligeramente 
macrocíticos después de una esplenectomía, si bien estas alteraciones no se 
asocian a anemia. El consumo crónico de alcohol también se ha relacionado con 
índices eritrocitarios macrocíticos (generalmente VCM entre 95 y 105 fl/célula); 
estos cambios no se deben a deficiencia de ácido fólico ni a otros mecanismos 
metabólicos reconocibles. En la anemia aplásica también se observa una 
macrocitosis moderada (v. más arriba), sobre todo cuando se produce la 
recuperación. En cada una de estas circunstancias, la anemia se relaciona con 
mecanismos diferentes a los de la macrocitosis y la médula no es megaloblástica. 
Una clave añadida para establecer el origen de la macrocitosis consiste en la 
ausencia de macroovalocitos típicos en la extensión periférica y de aumento de 
la ADE, datos típicos de la anemia megaloblástica clásica. 
Finalmente, los cambios macrocíticos son 
habituales en la mielodisplasia, en que la heterogeneidad celular se pone de 
manifiesto por una ADE elevada y una marcada anisocitosis. La médula ósea 
contiene precursores eritrocitarios megaloblastoides (también frecuentes en las 
hepatopatías avanzadas), que expresan unos patrones densos y groseros de 
cromatina nuclear y que son distintos de las alteraciones observadas en la 
anemia megaloblástica típica.
Los estados megaloblásticos se deben a la 
síntesis defectuosa de ADN. La síntesis de ARN continúa y, como resultado, se 
produce un aumento de la masa y la maduración citoplasmáticas. La circulación 
recibe hematíes macroovalocíticos y todas las células presentan dispoyesis, 
caracterizada porque la maduración citoplasmática es mayor que la nuclear, 
produciéndose el megaloblasto en la médula. La dispoyesis incrementa la 
destrucción intramedular de las células (eritropoyesis ineficaz), originándose 
hiperbilirrubinemia indirecta e hiperuricemia. Como están afectadas todas las 
líneas celulares, además de la anemia, pueden aparecer leucopenia y 
trombocitopenia, aunque suelen tardar en desarrollarse. Otro hallazgo 
característico del estado megaloblástico lo constituye la reticulocitopenia 
debida a la producción defectuosa de hematíes. La hipersegmentación de los 
neutrófilos polimorfonucleares también es un hallazgo típico, cuyo mecanismo de 
producción se desconoce. Además del reconocimiento morfológico de los cambios 
megaloblásticos, puede utilizarse la prueba de supresión de desoxiuridina para 
demostrar la síntesis defectuosa de ADN a nivel bioquímico. 
Los mecanismos más 
frecuentes que causan estados megaloblásticos incluyen la utilización 
deficitaria o defectuosa de vitamina B12 o ácido fólico, los fármacos 
citotóxicos (generalmente antineoplásicos o inmunodepresores) que alteran la 
síntesis de ADN y una forma neoplásica autónoma rara, el síndrome de Di 
Guglielmo, que se considera una mielodisplasia en transformación a leucemia 
mieloide aguda. La identificación de la etiología y de los mecanismos 
fisiopatológicos de las anemias megaloblásticas resulta crucial.
ANEMIA POR DEFICIT DE VITAMINA B12. ANEMIA PERNICIOSA
 La molécula de vitamina 
B12 consta del nucleótido 5,6-dimetilbencimidazol unido en ángulo 
recto con un anillo tetrapirrólico con un átomo de cobalto (el núcleo 
corrínico). En la naturaleza existen diversas cobalaminas (componentes de 
la vitamina B12) que sólo varían en el radical unido al átomo de 
cobalto.
La metilcobalamina 
(MeCbl) y la adenosilcobalamina (AdoCbl), dos coenzimas de cobalamina 
fisiológicas, realizan las funciones bioquímicas de la B12. La MeCbl 
actúa en el metabolismo del ácido nucleico y es el cofactor que interviene en la 
síntesis de ADN defectuoso. La AdoCbl sirve como un sistema de recogida para el 
catabolismo de los aminoácidos alifáticos, las membranas lipídicas y los 
precursores de propionato y es posible que sea el cofactor implicado en la 
síntesis y reparación de la mielina alterada. 
La vitamina B12 
está presente en la carne y los alimentos con proteínas animales. Su absorción 
es compleja; se lleva a cabo en el íleon terminal y requiere la presencia de 
factor intrínseco, una secreción de las células parietales de la mucosa 
gástrica, para transportar la vitamina a través de la mucosa intestinal. La 
vitamina B12 alimentaria se une a proteínas fijadoras (fijadoras R) 
de la saliva que protegen a la B12 en el medio ácido gástrico. Cuando 
este complejo B12 (B12-fijadoras R) se introduce en el 
intestino delgado, unas enzimas pancreáticas lo escinden y la vitamina 
B12 se une al factor intrínseco.
La vitamina B12 está presente 
en el plasma unida a proteínas 
específicas, las transcobalaminas I y II. La transcobalamina I es una forma de 
depósito, en tanto que la transcobalamina II es la proteína transportadora de 
B12 fisiológica. La concentración plasmática normal de vitamina 
B12 oscila entre 200 y 750 pg/ml (150-550 pmol/l), lo que sólo 
representa alrededor del 0,1% del contenido total del organismo, la mayoría del 
cual se localiza en el hígado. La excreción es principalmente biliar y, en menor 
grado, renal. La pérdida diaria total es de 2-5 mg; se produce cierta 
reutilización enterohepática.
Debido a la lenta tasa de utilización y a 
los considerables depósitos de vitamina B12, su deficiencia 
(depósitos tisulares <0,1 mg y valor sérico <150 pg/ml [110 pmol/l]) tarda 
en aparecer entre varios meses y años. Los depósitos hepáticos de B12 
suelen bastar para satisfacer las necesidades fisiológicas durante 3-5 años en 
ausencia de factor intrínseco y de meses a un año en ausencia de capacidad de 
reabsorción enterohepática. No obstante, cuando los depósitos hepáticos son 
limitados y la demanda por el crecimiento es elevada, las alteraciones 
hematológicas y neurológicas pueden aparecer con mayor rapidez (p. ej., niños 
lactantes de madres vegetarianas).
La disminución de la 
absorción de vitamina B12 es el principal mecanismo fisiopatológico y 
puede deberse a varios factores. La anemia causada por 
deficiencia de vitamina B12 también suele denominarse anemia 
perniciosa. Clásicamente, el término anemia perniciosa expresa la 
deficiencia de B12 producida por pérdida de la secreción de factor 
intrínseco. La 
competencia por la vitamina B12 disponible y la escisión del factor 
intrínseco pueden ocurrir en el síndrome del asa ciega (debido al empleo 
bacteriano de B12) o en las infestaciones por cestodos. Las áreas de 
absorción ileal pueden faltar de forma congénita o destruirse por enteritis 
regional inflamatoria o resección quirúrgica. Causas menos frecuentes de 
disminución de la absorción de B12 incluyen la pancreatitis crónica, 
los síndromes de malabsorción, la administración de ciertos fármacos (p. ej., 
quelantes orales del calcio, ácido aminosalicílico, biguanidas), la ingestión 
inadecuada de B12 (generalmente en vegetarianos) y, en muy raras 
ocasiones, el aumento del metabolismo de la B12 en el hipertiroidismo 
de larga duración. Una causa muy habitual de deficiencia de B12 en la 
población anciana es la absorción inadecuada de B12 unida a alimentos 
en ausencia de cualquiera de los mecanismos anteriores; la vitamina 
B12 pura se absorbe, pero la liberación y la absorción de la 
B12 unida a alimentos son defectuosas.
La anemia generalmente se desarrolla de 
manera insidiosa y progresiva a medida que se agotan los depósitos hepáticos de 
B12. A menudo, es más intensa de lo que cabría esperar por los 
síntomas, porque su lenta evolución permite una adaptación fisiológica. En 
ocasiones se palpan esplenomegalia y hepatomegalia. Pueden estar presentes 
diversas manifestaciones GI, como anorexia, estreñimiento y diarrea 
intermitentes y dolor abdominal mal localizado. La glositis, descrita 
generalmente como una quemazón sobre la lengua, puede ser un síntoma temprano. 
Es frecuente una pérdida de peso considerable. 
Puede haber afectación neurológica 
incluso en ausencia de anemia. Este hecho se comprueba sobre todo en pacientes 
mayores de 60 años. Los nervios periféricos son los que se afectan con mayor 
frecuencia, seguidos de la médula espinal. Los síntomas neurológicos preceden 
algunas veces a las alteraciones hematológicas (e incluso ocurren en su 
ausencia, en especial si se ha administrado ácido fólico). 
En las fases iniciales se detecta una 
pérdida periférica de la sensibilidad posicional y vibratoria en las 
extremidades, junto con debilidad leve o moderada y pérdida de reflejos. En 
fases posteriores aparecen espasticidad, signo de Babinski, mayor pérdida de la 
sensibilidad propioceptiva y vibratoria en las extremidades inferiores y ataxia. 
La sensibilidad táctil, algésica y térmica se alteran con menos frecuencia. Las 
extremidades superiores se afectan más tarde y con menos regularidad que las 
inferiores. Algunos pacientes también muestran irritabilidad y depresión 
moderada. Puede desarrollarse ceguera para los colores azul y amarillo. En los 
casos avanzados puede surgir paranoia (demencia megaloblástica), delirio, 
confusión, ataxia espástica y, en ocasiones, hipotensión postural.
ANEMIA POR DEFICIT DE ACIDO FOLICO
Numerosos tejidos vegetales y animales 
contienen ácido fólico. En la forma tetrahidrato, los 
folatos actúan como coenzimas en procesos en los que existe transferencia de una 
unidad de carbono (p. ej., en la biosíntesis de nucleótidos purínicos y 
pirimidínicos), en conversiones de aminoácidos (p. ej., de histidina a ácido 
glutámico a través del ácido formiminoglutámico) y en la síntesis y utilización 
de formatos.
La absorción se lleva a cabo en el 
duodeno y el yeyuno proximal. En las células epiteliales, los poliglutamatos de 
los alimentos se reducen hasta dihidrofolatos y tetrahidrofolatos. Se unen a 
proteínas y se transportan como metiltetrahidrofolato. Los valores séricos 
oscilan entre 4 y 21 ng/ml (9-48 nmol/l) y son un fiel reflejo de la ingestión 
dietética. El folato eritrocitario (valores normales, 225-640 ng/ml de sangre 
total [510-1.450 nmol/l], corregido a un Hto del 45%) constituye un indicador 
más adecuado del estado tisular de folato. El folato total del organismo se 
aproxima a 70 mg, localizándose la tercera parte en el hígado. Alrededor del 20% 
del folato ingerido se excreta sin haberse absorbido, junto con 60-90 
mg/d 
no reabsorbidos por la bilis.
La cocción prolongada destruye los 
folatos, que son abundantes en ciertos alimentos como vegetales de hoja verde, 
levaduras, hígado y setas. En ausencia de ingestión, los depósitos hepáticos 
sólo proporcionan suministro durante 2-4 meses. Es habitual la ingestión 
dietética limitada de ácido fólico. El alcohol interfiere en su metabolismo 
intermediario, absorción intestinal y circulación enterohepática. Por esta 
razón, las personas que siguen una dieta carencial (p. ej., "té y tostadas", 
alcohólicos crónicos) son propensas a desarrollar una anemia macrocítica por 
déficit de folato, al igual que aquellos que padecen una hepatopatía crónica. 
Dado que el feto obtiene el ácido fólico por suministro materno, las mujeres 
gestantes son susceptibles de desarrollar una anemia megaloblástica.
La malabsorción intestinal es otra causa 
frecuente de deficiencia de folato. El déficit de folato puede desarrollarse en pacientes 
tratados con anticonvulsivantes o anticonceptivos orales durante períodos 
prolongados debido a la disminución de la absorción, así como en individuos en 
tratamiento con antimetabolitos (metotrexato) y fármacos antimicrobianos (p. 
ej., trimetoprim/sulfametoxazol) que alteran el metabolismo del folato. 
Finalmente, el aumento de la demanda de folato se produce en la gestación y la 
lactancia, en las anemias hemolíticas crónicas (sobre todo congénitas), en la 
psoriasis y en la diálisis crónica.
Las manifestaciones clínicas principales 
son las propias de la anemia. La deficiencia de folato es indistinguible de la 
de vitamina B12 por los hallazgos en sangre periférica y en médula 
ósea, pero no se observan las lesiones neurológicas propias del déficit de 
B12. El folato es fundamental en la formación del sistema nervioso 
durante los períodos fetal y neonatal. Cuando no se ingiere folato durante el 
embarazo pueden surgir defectos del tubo neural con alteraciones neurológicas 
graves. Otros síntomas neurológicos poco frecuentes (síndrome de piernas 
inquietas del embarazo) también se han relacionado con la deficiencia de folato. 
ANEMIA POR DEFICIT DE VITAMINA C
La deficiencia de vitamina C (ácido 
ascórbico) suele asociarse a 
anemia hipocrómica, pero ésta puede ser normocítica o microcítica (con pérdida 
crónica de sangre). En ocasiones, la anemia macrocítica por deficiencia de 
vitamina C se asocia a déficit de ácido fólico y su corrección requiere vitamina 
C (500 mg/d) y ácido fólico (dosis mencionadas anteriormente).
b. ANEMIAS MICROCITICAS O HIPOCROMICAS  
Son las anemias en las que los glóbulos rojos tienen disminuido, por el contrario su contenido en hemoglobina mas que disminuido su número. El HCM viene a ser inferior al normal, estando los glóbulos rojos decolorados. De este tipo de anemias son:
- La anemia microcítica o ferropénica.
- Talasemia.
- Algunas anemias sideroblásticas.
- Intoxicación por plomo (algunas veces).
- Intoxicación por aluminio (rara vez).
- Las anemias producidas por enfermedades crónicas (a veces).
La síntesis deficiente o defectuosa del 
hem o de la globina produce una población de hematíes microcíticos. No obstante, 
los cambios iniciales pueden ser mínimos.
El Fe se distribuye en los 
compartimientos metabólico activo y de depósito. El Fe total del organismo es 
aproximadamente de 3,5 g en los varones adultos sanos y de 2,5 g en las mujeres; 
la diferencia guarda relación con el tamaño corporal y la ausencia habitual de 
un depósito significativo de Fe en las mujeres. El contenido aproximado en el 
depósito activo de un individuo medio es de 2.100 mg en Hb, 200 mg en 
mioglobina, 150 mg en enzimas (hem y no hem) tisulares y 3 mg en el 
compartimiento de transporte de Fe. El Fe se almacena en las células de los 
tejidos como ferritina (700 mg) y hemosiderina (300 mg).
 La absorcion de hierro es mejor cuando los 
alimentos contienen Fe en forma de hem (carne). Diversos alimentos (p. ej., 
polifenoles y fitatos de fibras vegetales, taninos del té, fosfoproteínas, 
salvado) disminuyen la absorción de Fe no hemínico. En consecuencia, muchas 
interacciones entre alimentos reducen su biodisponibilidad. El ácido ascórbico 
es el único elemento conocido de los alimentos habituales capaz de aumentar la 
biodisponibilidad de Fe no hemínico.
Si bien la absorción real de Fe se 
produce en el duodeno y el yeyuno superior, también se afecta por otras 
actividades GI. El Fe no hemínico de la dieta se reduce a estado ferroso y las 
secreciones gástricas lo liberan de los puntos de fijación de los alimentos. Los 
mecanismos reales de absorción del Fe no se conocen aún por completo. No 
obstante, las células mucosas intestinales regulan, de alguna manera importante, 
la absorción. La señal principal para la célula intestinal parece guardar 
relación con la reserva corporal total de Fe. Se ha comprobado que la 
concentración sérica de ferritina guarda una relación inversa con la cantidad de 
Fe absorbido; es posible que la ferritina (o la transferrina) proporcione dicha 
señal. Una eritropoyesis aumentada (p. ej., anemia hemolítica congénita) también 
puede afectar la regulación de la captación de Fe y su retención por las células 
mucosas del intestino.
El Fe captado 
por la célula mucosa intestinal se transfiere a la transferrina, una 
proteína transportadora de Fe sintetizada en el hígado que posee dos sitios de 
fijación; este sistema recoge Fe de las células (intestinales, macrófagos) y lo 
cede a receptores específicos presentes en eritroblastos, células placentarias y 
hepatocitos. La transferrina se une a receptores de membrana específicos en los 
eritroblastos; el complejo transferrina-Fe penetra en el precursor eritrocitario 
mediante endocitosis y el Fe se transfiere al interior de la mitocondria, que 
introduce el Fe en la protoporfirina para convertirla en hem. La transferrina 
(semivida plasmática de 8 días) es expulsada para su posterior 
reutilización.
La transferrina transfiere 
el Fe no utilizado en la eritropoyesis al depósito de almacenamiento, que tiene 
dos formas. La más importante es la ferritina (una familia heterogénea de 
proteínas formadas alrededor de un núcleo de Fe), que constituye una fracción 
soluble y activa de depósito localizado en el hígado (en los hepatocitos), la 
médula ósea, el bazo (en los macrófagos), los hematíes y el suero. El depósito 
tisular de ferritina es muy lábil y fácilmente disponible para cualquier 
requerimiento de Fe por parte del organismo. Al parecer, la ferritina circulante 
(sérica) tiene su origen en el sistema mononuclear fagocítico 
(reticuloendotelial) y su concentración circulante va paralela al tamaño de los 
depósitos corporales (1 ng/ml corresponde a 8 mg de Fe en el depósito de 
almacenamiento). El segundo depósito se localiza en la hemosiderina, un 
depósito relativamente insoluble almacenado sobre todo en el hígado (en células 
de Kupffer) y en la médula ósea (en macrófagos).
Dado que la absorción de Fe es tan 
limitada, el organismo tiene un mecanismo muy conservador para satisfacer sus 
requerimientos diarios. Las células del sistema mononuclear fagocítico fagocitan 
los hematíes envejecidos. La digestión rápida proporciona Fe disponible que es 
captado por la transferrina para su reutilización. Este sistema de reutilización 
de Fe es tan eficaz que alrededor del 97% de las necesidades diarias de Fe (unos 
25 mg) se satisfacen a partir de este depósito de almacenamiento; otro miligramo 
procede de la absorción intestinal.
ANEMIA FERROPENICA 
Siempre debe considerarse la hemorragia 
como el principal mecanismo de ferropenia, que es la causa más frecuente de 
anemia; en los adultos, la hemorragia es, virtualmente, el único mecanismo 
posible. En los varones, la causa más habitual es la hemorragia crónica oculta, 
por lo general del tracto GI. En las mujeres premenopáusicas, el origen puede 
ser la pérdida menstrual, aunque siempre deben tenerse en cuenta otros 
mecanismos. Aunque podría suponerse que la ausencia de menstruaciones durante la 
gestación protege a la madre de la ferropenia, es necesario el aporte de un 
suplemento de Fe debido a que se produce una pérdida neta de Fe hacia el feto en 
desarrollo.
La 
ferropenia también puede deberse a un aumento de los requerimientos de Fe, a una 
disminución de su absorción o a ambos mecanismos. La aparición de ferropenia es 
probable durante los primeros dos años de vida si el Fe de la dieta es 
inadecuado para las demandas de un crecimiento rápido. Las adolescentes pueden 
presentar ferropenia por dieta inadecuada, por el incremento de los 
requerimientos del crecimiento y por la menstruación. El repentino crecimiento 
en los varones adolescentes también puede producir un aumento significativo de 
la demanda de Fe, ocasionando una eritropoyesis deficiente de Fe.
Otras causas posibles de este tipo de 
anemia son la disminución de la absorción de Fe tras gastrectomía, síndromes de 
malabsorción por alteraciones del intestino delgado superior y, en ocasiones, 
ciertas formas de pica (principalmente yeso), pero estos mecanismos son raros en 
comparación con la hemorragia. La mayoría de las formas de pica (p. ej., 
almidón, yeso, hielo) se asocian a una reducción de la ingestión por la 
sustitución calórica, en vez de a una disminución de la absorción. En 
situaciones de hemólisis intravascular crónica (p. ej., hemoglobinuria 
paroxística nocturna, coagulación intravascular diseminada crónica, válvulas 
protésicas cardíacas defectuosas), la fragmentación de los hematíes (reconocible 
en una extensión de sangre periférica) puede originar carencia de Fe por 
hemoglobinuria y hemosiderinuria crónicas.
El Fe se absorbe con dificultad, por lo 
que la mayoría de las personas apenas satisfacen sus requerimientos diarios. Las 
pérdidas añadidas por menstruación (una media de 0,5 mg/d), embarazo (0,5-0,8 
mg/d), lactancia (0,4 mg/d) y hemorragias (secundarias a enfermedad, accidente o 
flebotomía) provocan ferropenia con rapidez, que tiene lugar en diferentes 
estadios, siendo la depleción de Fe el último de ellos.
La fisiopatologia de la Anemia por Deficit de Hierro comprende varios estadios: 
Estadio 1: La pérdida de Fe supera a la ingestión, 
lo que provoca un agotamiento progresivo de los depósitos de Fe (representados 
por el contenido de Fe en la médula ósea). Si bien la Hb y el Fe sérico 
permanecen normales, se registra una disminución de la concentración de 
ferritina sérica(<20 ng/ml). A medida que se reduce el depósito de Fe, se 
produce un incremento compensador en la absorción del Fe de la dieta y en la 
concentración de transferrina (representado por un aumento en la capacidad de 
fijación de Fe). 
Estadio 2: Los depósitos agotados de Fe no pueden 
satisfacer las necesidades de la médula eritroide. Mientras que el nivel de 
transferrina plasmática se eleva, la concentración sérica de Fe disminuye, lo 
que origina una reducción progresiva del Fe disponible para la formación de 
hematíes. La eritropoyesis se altera cuando el Fe sérico disminuye por debajo de 
50 mg/dl (<9 mmol/l) y la saturación de transferrina es inferior 
al 16%. También se registra un aumento de la concentración del receptor de 
ferritina sérica (>8,5 mg/l). 
Además de las manifestaciones habituales 
de anemia, aparecen algunos síntomas específicos de ferropenia. En los casos 
crónicos y graves, los pacientes pueden presentar pica (p. ej., polvo, pintura) 
o pagofagia (deseo de ingerir hielo), glositis, queilosis y coiloniquia y, más 
raramente, disfagia asociada a una membrana esofágica poscricoidea. Finalmente, 
pueden aparecer astenia y disminución de la resistencia como consecuencia de un 
efecto distinto sobre los tejidos (quizá por disfunción de las enzimas celulares 
que contienen Fe).
ANEMIA POR DEFICIT DE TRANSPORTE DE HIERRO
Esta anemia es extraordinariamente 
infrecuente y se produce cuando el Fe no puede movilizarse desde los lugares de 
depósito (p. ej., células mucosas, hígado) hacia los precursores 
eritropoyéticos. El mecanismo etiológico se atribuye a la ausencia de 
transferrina o a la presencia de una molécula de transferrina defectuosa. Además 
de la anemia, es característica la hemosiderosis del tejido linfoide, 
especialmente en el tracto GI.
ANEMIA POR DEFICIT EN LA UTILIZACION DEL HIERRO
Esta clase de anemias se 
deben a la utilización inadecuada o anómala del Fe intracelular para la síntesis 
de Hb, a pesar de la existencia de unas cantidades adecuadas o aumentadas de Fe 
en el interior de las mitocondrias de las células precursoras de los hematíes. 
Este defecto incluye las hemoglobinopatías, sobre todo de tipo 
talasémico, y la anemia sideroblástica o mielodisplásica. Debido a que 
existen otras características clínicas y de laboratorio que contribuyen a 
definir las talasemias, el término sideroblástico suele aplicarse al segundo 
subgrupo. En la actualidad, los estados sideroblásticos primarios (o 
idiopáticos) se incluyen habitualmente en el síndrome mielodisplásico, por lo 
que algunos autores utilizan el término sideroblastosis para expresar que todas 
las formas son, en realidad, displásicas.
Aunque la anemia sideroblástica es 
frecuentemente microcítica e hipocrómica, existe una amplitud de distribución de 
volumen eritrocitario (ADE) elevada como resultado de la población dimórfica 
(pequeño y gran tamaño) de células circulantes; la heterogeneidad celular se 
reconoce en el examen de la extensión de sangre periférica. Una clave importante 
indicativa de síntesis defectuosa del grupo hem en la sangre periférica es la 
presencia de hematíes en diana con punteado policromatófilo (es decir, 
siderocitos). Otro dato de laboratorio es el aumento en las concentraciones de 
Fe y ferritina séricos y en la saturación de transferrina. En la médula ósea 
existe una hiperplasia eritroide con características displásicas; la tinción por 
el Fe revela el rasgo morfológico patognomónico, consistente en la presencia de 
mitocondrias paranucleares grandes cargadas de Fe en los eritroblastos 
(sideroblastos en anillo). En las formas adquiridas, especialmente en la forma 
primaria o idiopática, son evidentes otras características de mielodisplasia 
como la granulopoyesis defectuosa o la existencia de megacariocitos 
uninucleados.
Estas anemias se caracterizan por una 
eritropoyesis ineficaz, que se define clínicamente como anemia y 
reticulocitopenia absoluta o relativa en presencia de hiperplasia eritroide. El 
Fe marcado con radioisótopos se transfiere rápidamente de la transferrina 
plasmática a la médula ósea, pero no puede reaparecer en los hematíes 
circulantes a un ritmo normal. Los estudios ferrocinéticos proporcionan datos 
sugestivos de eritropoyesis ineficaz, lo que implica que la maduración eritroide 
anómala provoca un aumento de la destrucción intramedular de los 
hematíes.
Se desconocen los mecanismos 
fisiopatológicos específicos que producen sideroblastos reconocibles. El número 
de enfermedades que se asocian en ocasiones a sideroblastosis es muy extenso y 
casi todas ellas originan, en general, otros defectos más típicos en la 
eritropoyesis.
La anemia sideroblástica pura sin 
modificaciones en la estructura y la producción de leucocitos y plaquetas es 
extremadamente rara. Prácticamente todos los casos en que se constatan estos 
cambios se asocian a un estado mielodisplásico.
ANEMIA DE LAS ENFERMEDADES CRONICAS 
(Anemia por déficit en la reutilización 
de hierro)
Este tipo de anemia representa la segunda 
forma de anemia más frecuente en el mundo. En fases iniciales, los hematíes son 
normocíticos y, con el paso del tiempo, se vuelven microcíticos. La 
característica más importante es que la masa eritroide medular no se expande de 
manera adecuada en respuesta a la anemia.
Se creía que esta anemia se presentaba 
como parte de ciertas enfermedades crónicas, entre las cuales las identificadas 
con mayor frecuencia son las infecciones, las enfermedades inflamatorias (en 
particular AR) y las neoplasias; sin embargo, la enfermedad subyacente no es 
necesariamente crónica, dado que las características fisiopatológicas de dicha 
anemia aparecen de forma transitoria prácticamente durante cualquier infección o 
inflamación. Se han identificado tres mecanismos fisiopatológicos: 1) se ha 
demostrado un acortamiento discreto en la supervivencia de los hematíes (en el 
contexto de una producción compensadora para una médula ósea normal) en 
pacientes con neoplasias y enfermedades infecciosas granulomatosas crónicas. El 
mecanismo exacto de esta lesión extracorpuscular de los hematíes se desconoce, 
si bien se ha hallado recientemente una proteína de 50.000 kD en algunos 
pacientes con cáncer. 2) La síntesis de EPO y la capacidad de respuesta de la 
médula ósea están disminuidas, lo que ocasiona una eritropoyesis deficiente. Las 
citocinas producidas por macrófagos (p. ej., interleucina-1b, factor de necrosis 
tumoral-a, interferón-b), halladas en pacientes 
con infecciones, estados inflamatorios y neoplasias, provocan esta disminución 
en la producción de EPO. 3) El metabolismo intracelular del Fe está alterado. El 
reciclaje eficaz del Fe procedente de los hematíes envejecidos es fundamental 
para mantener su equilibrio. En las enfermedades crónicas, las células 
reticulares retienen con tenacidad el Fe de los hematíes viejos, impidiendo que 
la eritrona disponga de éste para la síntesis de Hb. Existen reticulocitopenia e 
incapacidad para compensar la anemia mediante hiperplasia eritroide. La 
alteración del metabolismo del Fe y la eritropoyesis deficiente resultante 
también son consecuencia de la producción de citocinas inflamatorias.
c. ANEMIAS NORMOCITICAS  
En estos casos el volumen corpuscular medio está dentro de lo normal en el rango de referencia.
Ejemplos de este tipo de anemias son:
- Las anemias producidas por enfermedades crónicas (casi siempre).
- Las anemias hemolíticas (salvo reticulocitosis).
- Aplasia medular (la mayoría).
- Pérdidas agudas (salvo infrecuente reticulocitosis).
NORMOCITICAS NORMOCROMICAS
ANEMIAS HIPOPROLIFERATIVAS
El mecanismo fisiopatológico de las 
anemias hipoproliferativas parece ser una reducción, relativa o absoluta, de la 
síntesis de EPO o un estado hipometabólico con insuficiente respuesta a la EPO. 
Como ya se mencionó, la anemia ferropénica y la anemia de las enfermedades 
crónicas son cuadros hipoproliferativos, dado que cursan con hiperplasia 
eritroide limitada y con disminución de la producción de EPO y de la capacidad 
de respuesta de la médula ósea. La hipoproliferación se asocia frecuentemente a 
anemias de origen renal o a estados hipometabólicos (p. ej., hipotiroidismo, 
hipopituitarismo) y de deprivación proteica, que ocasionan una reducción en la 
síntesis de EPO.
La gravedad de la anemia se correlaciona 
con la intensidad de la disfunción renal. La producción renal de EPO es 
paralela, en general, a la función excretora del riñón, de manera que la anemia 
aparece cuando el aclaramiento de creatinina es menor de 45 ml/min. La 
disminución de la eritropoyesis provocada por la reducción de EPO se expresa 
como reticulocitopenia periférica y una respuesta medular inferior a la normal 
(ausencia de hiperplasia eritroide para el grado de anemia). Las lesiones 
renales que afectan principalmente a la región glomerular (p. ej., amiloidosis, 
nefropatía diabética) suelen ocasionar la anemia más grave para el grado de 
insuficiencia excretora.
El término anemia de la insuficiencia 
renal sólo hace referencia al mecanismo hipoproliferativo 
hipoeritropoyetinémico, si bien otros mecanismos pueden complicar la gravedad 
del trastorno. En la uremia es frecuente un componente hemolítico leve; su 
origen se desconoce, pero se relaciona con la retención de los "residuos 
metabólicos de la uremia" que, de alguna forma, lesionan los hematíes. Menos 
común, pero más fácilmente reconocible, es la anemia asociada a fragmentación de 
los hematíes (anemia hemolítica microangiopática) que surge cuando se lesiona el 
endotelio vascular renal (p. ej., en la hipertensión maligna, la poliarteritis 
nodosa o la necrosis cortical aguda). La hemólisis microangiopática puede 
reconocerse en la extensión de la sangre periférica por la fragmentación de los 
hematíes con trombocitopenia asociada habitualmente. En los niños puede tratarse 
de una enfermedad aguda, a menudo mortal, denominada síndrome hemolítico-urémico
ANEMIA APLASICA
Anemia por pérdida de precursores de 
hematíes, ya sea por un defecto en la reserva de células madres o por una lesión 
del microambiente que mantiene a la médula ósea, y que cursa frecuentemente con 
valores de VCM en el límite superior. El término anemia 
aplásica suele implicar una panhipoplasia de la médula con leucopenia y 
trombocitopenia asociadas. Esta confusión de la nomenclatura ha conducido al 
término de aplasia eritrocitaria pura, que define la reducción selectiva 
pronunciada o la ausencia de precursores eritroides. Si bien ambas enfermedades 
son poco habituales, la anemia aplásica se observa con mayor frecuencia.
Aproximadamente el 50% de 
los casos de anemia aplásica verdadera son idiopáticos y ocurren más a menudo en 
adolescentes y adultos jóvenes. Las causas reconocidas son agentes químicos (p. 
ej., benceno, arsénico inorgánico), radiaciones y fármacos (p. ej., 
antineoplásicos, antibióticos, AINE, anticonvulsivantes). El mecanismo de estos 
trastornos se desconoce, aunque parece existir una hipersensibilidad selectiva 
(quizá genética). Una forma muy rara de anemia aplásica, la anemia de Fanconi 
(un tipo de anemia aplásica familiar con anomalías óseas, microcefalia, 
hipogenitalismo y pigmentación parda de la piel), aparece en niños con 
cromosomas anómalos. Como consecuencia, el diagnóstico específico no suele 
realizarse hasta que sobreviene alguna enfermedad, sobre todo infecciones agudas 
o trastornos inflamatorios, que puede provocar citopenias periféricas. Cuando se 
resuelve la enfermedad intercurrente, los valores periféricos recuperan la 
normalidad a pesar de la masa medular reducida.
La aplasia 
eritrocitaria pura implica un mecanismo selectivamente destructor de los 
precursores eritroides. La eritroblastopenia aguda es una desaparición 
reversible y breve de los precursores eritrocitarios de la médula que puede 
aparecer en el curso de diversas enfermedades víricas agudas, especialmente en 
niños. La infección por parvovirus humano parece ser la causa más frecuente de 
estos episodios. De hecho, puede reconocerse fortuitamente, dado que la anemia 
perdura más tiempo que la infección aguda. La aplasia eritrocitaria crónica se 
ha asociado a trastornos hemolíticos (eritroblastopenia aguda), timomas, 
trastornos inmunológicos y, con menor frecuencia, a fármacos (p. ej., 
tranquilizantes, anticonvulsivantes), tóxicos (fosfatos orgánicos), déficit de 
riboflavina y leucemia linfática crónica. Se han descrito casos en la edad 
adulta de una forma congénita rara, el síndrome de Blackfan-Diamond, 
aunque en principio se creía que sólo se manifestaba en la infancia. La 
presencia de anomalías óseas en los pulgares y dedos de las manos y la talla 
corta sugieren el diagnóstico.
MIELODISPLASIA
La anemia suele ser una característica 
destacada de la mielodisplasia (v. cap. 138 
). La anemia es 
normocrómica, normocítica y se asocia a una disminución de la actividad 
eritroide en la médula ósea, a alteraciones megaloblastoides y displásicas y, en 
ocasiones, a un aumento del número de sideroblastos en anillo, como ya se 
mencionó. La anemia sintomática suele controlarse mediante el tratamiento con 
EPO, que es particularmente útil en los pacientes con niveles séricos de EPO 
inferiores a los esperados para su grado de anemia. Se requieren dosis 
farmacológicas de EPO, ya que existe una eritropoyesis deficiente y que la 
anemia no se debe a un descenso de su secreción; aproximadamente el 50% de los 
pacientes responden, con lo que se elimina la necesidad de transfusiones.
ANEMIA POST HEMORRAGICA AGUDA
La reserva medular es limitada, por lo 
que la anemia puede ser el resultado de cualquier hemorragia masiva, debida a la 
rotura o la incisión traumática o espontánea de un vaso sanguíneo de gran 
calibre, a la erosión de una arteria por lesiones (p. ej., úlcera péptica, 
neoplasias) o al fracaso de los mecanismos hemostáticos normales. Los efectos 
inmediatos dependen de la duración y el volumen de la hemorragia. La pérdida 
súbita de 1/3 del volumen sanguíneo puede resultar mortal, pero pueden perderse 
lentamente hasta 2/3 durante 24 h sin este riesgo. Los síntomas se deben al 
descenso repentino del volumen sanguíneo y a la consiguiente hemodilución, con 
una disminución en la capacidad transportadora de O2 de la 
sangre.
El carácter de la hemorragia determina la 
intensidad de los síntomas. Pueden aparecer vahídos, vértigos, sed, sudación, 
pulso débil y rápido y respiración rápida (inicialmente profunda y luego 
superficial). La hipotensión ortostática es frecuente. La PA puede elevarse 
ligeramente al inicio debido a la vasoconstricción arteriolar refleja, pero 
luego disminuye de forma gradual. Si continúa la hemorragia, la PA puede 
descender y producir la muerte del paciente.
Durante e inmediatamente después de la 
hemorragia, el recuento de hematíes, la Hb y el Hto pueden encontrarse 
engañosamente elevados como consecuencia de la vasoconstricción. A las pocas 
horas, los líquidos tisulares penetran en la circulación, produciendo 
hemodilución y un descenso del recuento de hematíes y de Hb proporcional a la 
gravedad de la hemorragia. La anemia resultante es normocítica. En las primeras 
horas puede aparecer granulocitosis polimorfonuclear y elevación del recuento 
plaquetario. Varios días después del episodio hemorrágico aparecen signos de 
regeneración (es decir, reticulocitosis): las extensiones sanguíneas pueden 
revelar policromatofilia y macrocitosis ligera; si la hemorragia fue masiva y 
aguda pueden verse algunos normoblastos y leucocitos inmaduros.
ANEMIA  HEMOLITICA
Al final de su vida media normal 
(alrededor de 120 d), los hematíes se eliminan por los componentes del sistema 
mononuclear fagocítico, sobre todo en el bazo, donde tiene lugar el catabolismo 
de la Hb. El rasgo característico de la hemólisis es el acortamiento de la vida 
media de los hematíes. La anemia hemolítica aparece cuando la producción de 
hematíes en la médula ósea es incapaz de compensar esta supervivencia 
acortada.
La mayoría de los procesos 
de hemólisis son extravasculares, es decir, se producen en las células 
fagocíticas del bazo, el hígado y la médula ósea. La hemólisis tiene su origen 
1) en anomalías intrínsecas del contenido de los hematíes (Hb o enzimas) o de su 
membrana (permeabilidad, estructura o contenido lipídico), o bien 2) en 
problemas extrínsecos a los hematíes (anticuerpos séricos, traumatismos en la 
circulación o microorganismos infecciosos). El bazo suele intervenir, de manera 
que reduce la supervivencia de los hematíes al destruir los que son ligeramente 
anómalos o están cubiertos con anticuerpos calientes. En caso de existir 
esplenomegalia, puede haber atrapamiento (secuestro) incluso de hematíes 
normales. Los hematíes muy alterados o los recubiertos de anticuerpos fríos o 
complemento (C3) se destruyen en la circulación o en el hígado, órgano capaz de 
eliminar con eficacia las células lesionadas gracias a su elevado flujo 
sanguíneo.
La hemólisis 
intravascular es infrecuente y cursa con hemoglobinuria cuando la Hb 
liberada en el plasma supera la capacidad fijadora de Hb de las proteínas 
fijadoras del plasma (p. ej., haptoglobina). La Hb se reabsorbe en las células 
de los túbulos renales, donde el Fe se transforma en hemosiderina, una parte de 
la cual se asimila para reutilizarse y otra parte llega a la orina cuando se 
desprenden las células a la luz tubular. La identificación de hemosiderinuria en 
una muestra de orina reciente demuestra la existencia de un proceso hemolítico 
intravascular.
Las manifestaciones sistémicas son 
parecidas a las que se observan en otros tipos de anemia. La hemólisis puede ser 
aguda, crónica o episódica. Las crisis hemolíticas (hemólisis aguda grave) son 
infrecuentes y pueden acompañarse de fiebre, escalofríos, dorsalgia, dolor 
abdominal, postración y shock. En los casos graves, aumenta la hemólisis 
(ictericia, esplenomegalia y, en ciertos tipos de hemólisis, hemoglobinuria y 
hemosiderinuria) y la eritropoyesis (reticulocitosis e hiperactividad de la 
médula ósea). En los estados hemolíticos crónicos, la anemia puede empeorar por 
la aparición de crisis aplásicas (fracaso temporal de la eritropoyesis), que 
suelen relacionarse con infecciones, a menudo por parvovirus.
En la hemólisis causada por defectos 
extrínsecos a los hematíes no puede identificarse ni implicarse ninguna anomalía 
de los hematíes; su destrucción se debe a circunstancias ajenas a los propios 
hematíes. Las células de donantes se destruyen a la misma velocidad que las 
células autólogas.
ANEMIA HEMOLITICA AUTOINMUNE
 La anemia hemolítica autoinmune (AHAI) se 
identifica por la presencia de autoanticuerpos que reaccionan con los hematíes. 
Estos anticuerpos se detectan mediante la prueba de la antiglobulina (Coombs) 
directa. En ella, se añade suero antiglobulina a hematíes lavados procedentes 
del paciente; la aglutinación indica la existencia de inmunoglobulinas o 
componentes del complemento unidos a los hematíes. Por otra parte, la mezcla del 
plasma del paciente con hematíes normales detecta la presencia de tales 
anticuerpos (libres) en el plasma (prueba de la antiglobulina [Coombs] 
indirecta). En general, la intensidad de la prueba de la antiglobulina directa 
se correlaciona con el número de moléculas de IgG o C3 unidas a los hematíes y, 
aunque no con una relación exacta, con la tasa de hemólisis. Una prueba de 
antiglobulina indirecta positiva (p. ej., presencia de anticuerpos libres 
antihematíes) en ausencia de una prueba directa positiva no indica la existencia 
de una hemólisis de origen inmunitario, sino que suele definir un aloanticuerpo 
producido por embarazo, transfusiones anteriores o reactividad cruzada con 
lectinas. La identificación de anticuerpos calientes tampoco define la 
hemólisis, ya que 1/10.000 donantes de sangre normales tienen resultados 
positivos en esta prueba.
ANEMIA HEMOLITICA TRAUMATICA 
(Anemia hemolítica 
microangiopática)
Cuando los hematíes se exponen a una 
fricción o a una turbulencia excesiva en la circulación, aparecen fragmentos 
eritrocitarios de formas extrañas (p. ej., formas en triángulo o casco) en la 
sangre periférica que permiten efectuar el diagnóstico. Debido a estos 
fragmentos, el VCM puede ser bajo y la ADE, que refleja la anisocitosis, 
elevada. El traumatismo puede originarse 1) en el exterior del vaso, como en la 
hemoglobinuria de la marcha, del karate o de los músicos de bongos; 2) en el 
interior del corazón, como en la estenosis aórtica calcificada y en prótesis 
valvulares aórticas defectuosas; 3) en arteriolas, como en la hipertensión grave 
(sobre todo maligna), en algunos tumores malignos y en la poliarteritis nudosa, 
o 4) en arteriolas terminales, como en la púrpura trombocitopénica trombótica y 
en la coagulación intravascular diseminada. En este último caso aparecen 
deficiencias en los factores de la coagulación. El tratamiento se dirige al proceso 
subyacente. En ocasiones se sobreañade una anemia ferropénica a la hemólisis 
como consecuencia de una hemosiderinuria crónica, la cual puede responder al 
tratamiento con Fe.
ANEMIA HEMOLITICA INFECCIOSA
 Los agentes infecciosos pueden producir 
anemia hemolítica por la acción directa de toxinas (p. ej., Clostridium 
perfringens, estreptococos hemolíticos a o b o meningococos) o por 
la invasión y destrucción de los hematíes por el propio microorganismo (p. ej., 
Plasmodium y Bartonella sp).
ANEMIA POR DEFECTOS INTRINSECOS DE LOS HEMATIES
ANEMIA POR ALTERACIONES DE MEMBRANA ERITROCITARIA
El análisis del citoesqueleto de la 
membrana eritrocitaria revela que la mayoría de las alteraciones estructurales 
hereditarias o adquiridas se deben a modificaciones en las proteínas de 
membrana. Los estudios realizados sobre estas proteínas citoesqueléticas 
(a-espectrina, b-espectrina, proteína 
4.1, F-actina, anquirina) han demostrado la existencia de anomalías 
cuantitativas y funcionales en estas anemias hemolíticas. A menudo se observa un 
patrón familiar en los casos congénitos. No obstante, se desconoce el mecanismo 
por el que estas alteraciones de las proteínas estructurales provocan 
hemólisis.
La esferocitosis 
hereditaria (ictericia crónica familiar, ictericia hemolítica congénita, 
ictericia acolúrica crónica, esferocitosis familiar, anemia esferocítica) es una 
enfermedad crónica que se hereda como rasgo dominante y que se caracteriza por 
hemólisis de hematíes esferoidales, anemia, ictericia y esplenomegalia. Aunque 
en general uno o más miembros de la familia presentan ictericia, anemia o 
esplenomegalia, una o más generaciones pueden estar libres debido a las 
variaciones en el grado de penetrancia del gen.
La eliptocitosis 
hereditaria (ovalocitosis) es un raro trastorno de herencia autosómica 
dominante en el que los hematíes son ovalados o elípticos. Generalmente no 
existe hemólisis o es escasa, con anemia leve o ausente y, a menudo, 
esplenomegalia. La anomalía eritrocitaria parece deberse a una alteración en las 
proteínas de la membrana.
En la esferocitosis hereditaria, la 
superficie de la membrana celular está reducida de forma desproporcionada al 
contenido intracelular. Diversas anomalías proteicas de la membrana 
eritrocitaria provocan cambios esferocíticos. La disminución de la superficie de 
las células impide la flexibilidad necesaria para atravesar la microcirculación 
esplénica. Como consecuencia, la hemólisis tiene lugar en el bazo.
Los síntomas y signos de 
la esferocitosis hereditaria suelen ser leves y la anemia puede estar tan 
bien compensada que no se reconozca hasta que una enfermedad intercurrente 
suprima la eritropoyesis. En casos graves puede haber ictericia moderada y 
síntomas de anemia. Pueden presentarse crisis aplásicas debidas a infecciones 
intercurrentes que, en ocasiones, exacerban la anemia. La esplenomegalia es casi 
invariable, pero raras veces causa molestias abdominales. Puede existir 
hepatomegalia y es frecuente la colelitiasis (cálculos pigmentarios), que puede 
ser el síntoma cardinal de presentación. Ocasionalmente se observan alteraciones 
esqueléticas congénitas (p. ej., turricefalia y polidactilia).
Las características 
clínicas de la eliptocitosis hereditaria son similares a las que se 
observan en la esferocitosis hereditaria, pero tienden a ser más leves.
TRASTORNOS ADQUIRIDOS DE LA MEMBRANA ERITROCITARIA 
La estomatocitosis 
es un trastorno de los hematíes en los que un patrón en forma de boca o 
hendidura sustituye la zona de palidez central normal. Estas células aparecen en 
anemias hemolíticas congénitas y adquiridas. Los síntomas se relacionan 
directamente con el grado de anemia.
La rara forma 
congénita, que se hereda de forma autosómica, es la mejor caracterizada. La 
membrana eritrocitaria es hiperpermeable a los cationes monovalentes, mientras 
que el movimiento de los cationes divalentes y de los aniones es normal. Los 
hematíes circulantes son estomatocíticos (20-30%); la fragilidad eritrocitaria 
está elevada, al igual que la autohemólisis, que se corrige de forma inconstante 
con glucosa. La esplenectomía produce, en algunos casos, la mejoría de la 
anemia.
La estomatocitosis 
adquirida con anemia hemolítica aparece principalmente en los abusos 
recientes de alcohol. Los estomatocitos de la sangre periférica y la hemólisis 
acelerada desaparecen a las 2 sem de la retirada del alcohol.
Anemia debida a hipofosfatemia. La deformabilidad 
de los hematíes depende de las concentraciones intracelulares de ATP, Ca y Mg. 
Como el contenido eritrocitario de ATP se relaciona con la concentración sérica 
de P, la hipofosfatemia (valores séricos <0,5 mg/dl [<0,16 mmol/l]) 
provoca una depleción eritrocitaria de ATP; las complejas secuelas metabólicas 
de la hipofosfatemia también incluyen depleción de 2,3-difosfoglicerato, 
desviación a la izquierda de la curva de disociación del O2, 
disminución de la utilización de glucosa y producción de lactato. Los hematíes 
resultantes son rígidos, no flexibles y susceptibles de lesionarse en el lecho 
circulatorio capilar, lo que origina una anemia hemolítica con alteración de la 
membrana y microsferocitosis.
Puede producirse una hipofosfatemia grave 
en el síndrome de abstinencia alcohólica, la diabetes mellitus, la fase de 
recuperación (diurética) tras quemaduras graves, la hiperalimentación, la 
alcalosis respiratoria grave o en pacientes urémicos sometidos a diálisis y 
tratados con antiácidos. Dado que estos cambios pueden prevenirse o corregirse 
si se mantiene el ATP celular con suplementos de fosfato, el tratamiento debe 
consistir en la protección contra la hipofosfatemia cuando se prevea dicha 
situación y en la administración de fosfato cuando se advierta depleción.
HEMOGLOBINOPATIAS O ANEMIA POR DEFECTOS DE LA HEMOGLOBINA
(Hemoglobinopatías)
Alteraciones genéticas de la molécula 
de Hb que se demuestran por cambios en las características químicas, en la 
movilidad electroforética o en otras propiedades físicas. La molécula de Hb normal en el adulto (Hb 
A) consta de dos pares de cadenas polipeptídicas denominadas a y b. La Hb fetal (Hb F, en 
la que las cadenas g sustituyen a las cadenas b) disminuye gradualmente 
en los primeros meses de vida hasta que representa menos del 2% de la Hb total 
del adulto. En ciertos trastornos 
de la síntesis de Hb y en los estados aplásicos y mieloproliferativos, la Hb F 
puede estar aumentada. La sangre normal también contiene, como máximo, un 2,5% 
de Hb A2 (compuesta de cadenas a y d).
Los tipos de cadenas y la estructura 
química de sus polipéptidos están controlados genéticamente. Pueden aparecer 
defectos en las moléculas de Hb, con propiedades físicas o químicas anómalas; 
algunos provocan anemias que son graves en los individuos homocigotos, pero 
leves en los portadores heterocigotos. Algunas personas pueden ser heterocigotas 
para dos de estas anomalías y presentar una anemia con caracteríticas de ambos 
rasgos.
Las Hb anómalas, diferenciadas por su 
movilidad electroforética, se designan alfabéticamente en orden de 
descubrimiento (p. ej., A, B, C), si bien la primera de ellas, la Hb de las 
células falciformes, se denominó Hb S. Las Hb estructuralmente diferentes con la 
misma movilidad electroforética también se denominan según la ciudad donde se 
descubrieron (p. ej., Hb S Memphis, Hb C Harlem). En Estados Unidos, las 
hemoglobinopatías importantes se deben a la síntesis defectuosa de Hb S y Hb C y 
a las talasemias; la inmigración de personas procedentes del sudeste asiático ha 
conducido al reconocimiento frecuente de la Hb E en la práctica clínica. Por 
tradición de laboratorio, la Hb electroforética de concentración superior se 
nombra en primer lugar (p. ej., AS en el rasgo de células falciformes, mientras 
que en SA [anemia de células falciformes asociada a talasemia b] la 
concentración de Hb A está reducida por la presencia de la talasemia y la Hb S). 
Son:
- Anemia de celulas falciformes
- Hemoglobinopatia C
- Hemoglobinopatia S-C
- Hemoglobinopatia E
- Talasemia
ANEMIA DE CELULAS FALCIFORMES
Anemia hemolítica crónica que se 
presenta casi exclusivamente en individuos de raza negra, caracterizada por 
hematíes falciformes, debido a la herencia homocigota de Hb S.  
Los homocigotos presentan anemia de 
células falciformes (aproximadamente el 0,3% de los individuos de raza negra de 
Estados Unidos); los heterocigotos (8-13% de los negros) no son anémicos, pero 
puede demostrarse el rasgo falciforme (falcemia) in vitro.
En la Hb S, la valina se sustituye por 
ácido glutámico en el sexto aminoácido de la cadena b. Este cambio reduce su 
carga eléctrica y determina que se mueva con más lentitud que la Hb A hacia el 
ánodo en el análisis electroforético. La desoxi-Hb S es mucho menos soluble que 
la desoxi-Hb A; forma un gel semisólido (polimerización) de tactoides con forma 
de bastoncillo, lo que ocasiona que los hematíes adopten una forma de hoz en las 
zonas con Po2 baja. Los hematíes deformados y rígidos se adhieren al 
endotelio vascular y taponan las pequeñas arteriolas y capilares, lo que 
conlleva oclusión e infarto. Como los hematíes falciformes son demasiado 
frágiles para resistir el traumatismo mecánico de la circulación, se produce su 
hemólisis cuando se introducen en el torrente circulatorio.
En homocigotos, las 
manifestaciones clínicas se deben tanto a la anemia como a los episodios 
vasooclusivos que ocasionan isquemia tisular e infarto. El crecimiento y el 
desarrollo están alterados y se incrementa la susceptibilidad a las infecciones. 
La anemia, en general grave, es muy variable de un paciente a otro; la mayoría 
presenta ictericia leve (nivel de bilirrubina de 2-4 mg/dl [34-68 mmol/l]). La 
anemia puede exacerbarse en los niños por secuestro agudo de células falciformes 
en el bazo.
Los pacientes pueden presentar un 
desarrollo deficiente y suelen tener un tronco relativamente corto con 
extremidades largas y un cráneo en torre. La hiperactividad crónica de la médula 
produce unas alteraciones óseas típicas, detectables en las radiografías: son 
característicos el ensanchamiento del díploe de los huesos del cráneo y el 
aspecto en rayos de sol de las trabeculaciones diploicas. Los huesos largos 
muestran a menudo engrosamiento cortical, densidades irregulares y neoformación 
ósea en el interior del canal medular. En niños es frecuente la 
hepatosplenomegalia, pero como resultado de los infartos repetidos y la 
consiguiente fibrosis, el bazo suele ser muy pequeño en los adultos debido a 
esta "autoesplenectomía". Por esta razón, un bazo palpable en estos pacientes 
sugiere que la Hb es de tipo S-C o S-A. La cardiomegalia es habitual, con un 
cono pulmonar prominente. Los ruidos cardíacos pueden simular una cardiopatía 
reumática o congénita. Es frecuente la colelitiasis.
Las crisis aplásicas ocurren cuando la 
eritropoyesis medular disminuye durante infecciones agudas (especialmente 
víricas). Los infartos óseos provocan crisis dolorosas, el complejo sintomático 
más común en los estados de Hb S-S, S-A y S-C. El dolor en huesos largos (p. 
ej., pretibial) es la queja más frecuente; en los niños es habitual y típico un 
dolor intenso en manos y pies (p. ej., síndrome de manos y pies). Pueden 
aparecer artralgias con fiebre y es frecuente la necrosis avascular de la cabeza 
femoral. También suelen observarse úlceras sobreelevadas crónicas en la región 
de los tobillos. Los episodios de dolor abdominal intenso con vómitos pueden 
simular trastornos abdominales graves; estas crisis dolorosas se asocian 
generalmente a dolor de espalda y articular. La hemiplejía, la parálisis de los 
pares craneales y otras alteraciones neurológicas pueden deberse a oclusión de 
los principales vasos intracraneales. Las infecciones, en particular las 
neumocócicas, son frecuentes, sobre todo en los primeros años de la infancia, y 
conllevan una elevada tasa de mortalidad.
El síndrome torácico agudo es la 
principal causa de fallecimiento en los pacientes mayores de 5 años. Se observa 
en todos los grupos de edad, pero su frecuencia disminuye en la edad adulta y se 
caracteriza por la aparición brusca de fiebre, dolor torácico, leucocitosis e 
infiltrados en el parénquima pulmonar en la radiografía de tórax. Los 
infiltrados comienzan en los lóbulos inferiores, son bilaterales en la tercera 
parte de los casos y pueden asociarse a derrame pleural. Este síndrome remeda 
una neumonía bacteriana y puede surgir tras dicha infección. Las lesiones se 
deben a una oclusión microvascular, de manera que puede aparecer una hipoxemia 
rápida. Es fundamental el apoyo ventilatorio y la consideración de la 
exanguinotransfusión (para Po2 <70 mm Hg con oxigenoterapia). En 
pacientes ancianos pueden verse alteraciones progresivas de las funciones 
pulmonar y renal. El priapismo, una complicación grave con riesgo de desarrollar 
impotencia, es más habitual en adultos jóvenes.
Los individuos 
heterocigotos (Hb AS) son normales y no experimentan hemólisis, crisis 
dolorosas ni complicaciones trombóticas. La incidencia de rabdomiólisis y muerte 
súbita puede aumentar en pacientes con rasgo AS que practican ejercicio 
constante y agotador. Es común la hipostenuria. A veces se produce una hematuria 
unilateral (de mecanismo desconocido y, por lo general, procedente del riñón 
izquierdo), que es autolimitada; el reconocimiento del estado falciforme 
heterocigoto debe explicar la hemorragia unilateral, evitando en consecuencia 
una nefrectomía innecesaria. La necrosis papilar renal típica también es más 
frecuente en la anemia de células falciformes.
HEMOGLOBINOPATIA C
El grado de anemia es variable, pero 
puede ser moderadamente grave. El 2-3% de los individuos de raza negra en 
Estados Unidos presentan el rasgo. Los síntomas en los homocigotos se deben a la 
anemia. Las artralgias son habituales. Puede haber dolor abdominal, pero no se 
producen las crisis abdominales de la anemia falciforme. Los pacientes pueden 
estar moderadamente ictéricos. El bazo suele estar agrandado. Pueden producirse 
episodios de secuestro esplénico con dolor en el cuadrante superior izquierdo y 
descensos súbitos del recuento de hematíes; los casos graves pueden requerir 
esplenectomía. 
En los homocigotos, la anemia es 
normocítica, con un 30-100% de células en diana, esferocitos asociados y, raras 
veces, hematíes con cristales en su interior, observables en la extensión. Los 
pacientes con microcitosis que no son ferropénicos padecen una talasemia 
a 
concomitante. El número de reticulocitos está ligeramente aumentado y pueden 
observarse hematíes nucleados. Los hematíes no son falciformes. La 
electroforesis demuestra que toda la Hb es del tipo C. La bilirrubina sérica 
está discretamente elevada y el urobilinógeno está aumentado en heces y en 
orina. No existe tratamiento específico. La anemia raramente es tan grave como 
para requerir transfusión sanguínea. 
Los heterocigotos no suelen tener anemia 
y el único hallazgo es la presencia de hematíes con diana central.
HEMOGLOBINOPATIA S-C
Dado que el 10% de los individuos de raza 
negra son portadores del rasgo Hb S, la incidencia de la combinación S-C 
heterocigota es mucho mayor que la de la hemoglobinopatía C en homocigosis. 
Muchos casos de anemia en pacientes con falcemia pueden representar ejemplos no 
detectados de hemoglobinopatía S-C. La anemia de la hemoglobinopatía S-C es 
similar a la de la hemoglobinopatía C, pero más leve; algunos pacientes tienen 
incluso niveles normales de Hb. La mayoría de los síntomas corresponden a los de 
la anemia de células falciformes, pero generalmente son menos frecuentes y menos 
graves. No obstante, a menudo hay hematuria macroscópica, hemorragias retinianas 
y necrosis aséptica de la cabeza femoral. Las extensiones de sangre teñidas 
muestran células en diana y células falciformes extrañas. Todas las células 
presentan falciformación en preparaciones adecuadas para ello.
D. HEMOGLOBINOPATIA E
 La Hb E (a2b226glu®lis) es la tercera Hb más prevalente en el mundo 
(después de la A y la S), principalmente en el sudeste asiático (>15%) y en 
poblaciones negras, pero es rara en los chinos. 
En los heterocigotos (Hb AE) no se 
encuentran alteraciones en la sangre periférica. La electroforesis de la Hb 
revela aproximadamente un 30% de Hb E (hallada cerca del origen donde se 
encuentran la A2, la C y la OArab) y un 70% de Hb A. En la 
electroforesis en gel de agar a pH ácido, la Hb E migra junto con la A, 
separándola así de la C y la OArab. El porcentaje relativo de Hb E 
disminuye en asociación con talasemia a o en presencia de 
ferropenia. La hemoglobinopatía E homocigota se asocia a una anemia microcítica 
leve con células en diana evidentes. Los heterocigotos dobles para la Hb E y la 
talasemia b presentan una enfermedad hemolítica más grave que la 
hemoglobinopatía S-talasemia.
TALASEMIA
 (Anemia mediterránea, leptocitosis 
hereditaria, talasemias mayor y menor)
Grupo de anemias microcíticas, 
crónicas y hereditarias que se caracterizan por la síntesis defectuosa de Hb y 
por eritropoyesis ineficaz; son especialmente frecuentes en personas de origen 
mediterráneo, africano y del sudeste asiático.
La talasemia se encuentra entre los 
trastornos hemolíticos hereditarios más frecuentes. Es el resultado de la 
síntesis desequilibrada de Hb, debida a una disminución en la producción de, al 
menos, una cadena polipeptídica globínica (b, a, g, d).
La talasemia 
b se debe a la reducción de la síntesis de cadenas 
polipeptídicas b. La enfermedad es de herencia autosómica dominante: los 
heterocigotos son portadores y presentan una anemia microcítica asintomática de 
intesidad leve a moderada (talasemia menor); los síntomas típicos 
aparecen en homocigotos (talasemia mayor). La talasemia 
a, 
resultante de la disminución de la producción de cadenas a, tiene un patrón 
hereditario más complejo, ya que el control genético de la síntesis de las 
cadenas a afecta a dos pares de genes estructurales. Los 
heterocigotos para un defecto genético único (talasemia a2 
[silente]) generalmente no presentan trastornos clínicos. Los heterocigotos 
para un defecto genético doble o los homocigotos para un defecto genético único 
(talasemia a1 
[rasgo]) tienden a manifestar un cuadro clínico similar al de los 
heterocigotos para la talasemia b. La herencia, tanto de un defecto genético único 
como de un defecto genético doble, tiene como resultado una alteración más grave 
de la síntesis de cadenas a. El déficit de cadenas a determina la formación 
de tetrámeros con un exceso de cadenas b 
(Hb H) o, en la infancia, de 
cadenas g (Hb de Bart). El estado homocigoto para el defecto 
genético doble es mortal, ya que la Hb que carece de cadenas a no transporta 
O2. En la raza negra, la frecuencia genética de talasemia 
a se 
aproxima al 25%, observándose la expresión fenotípica (clínica) en el 10% de los 
casos.
Las características 
clínicas de todas las talasemias son similares, pero su gravedad es variable. La 
talasemia b minor es 
clínicamente asintomática. La talasemia b mayor (anemia de 
Cooley) debuta con síntomas de 
anemia grave, con un espacio medular notablemente expandido y con sobrecarga 
transfusional y absortiva de Fe. Los pacientes tienen ictericia, úlceras en las 
piernas y colelitiasis como en la anemia de células falciformes. Es frecuente la 
esplenomegalia y el bazo puede ser de gran tamaño. Si existe secuestro 
esplénico, se acorta el tiempo de supervivencia de los hematíes normales 
transfundidos. La hiperactividad de la médula ósea provoca engrosamiento de los 
huesos craneales y de las eminencias malares. La afectación de los huesos largos 
es responsable de las frecuentes fracturas patológicas. El crecimiento está 
alterado y la pubertad puede retrasarse significativamente o no producirse. Los 
depósitos de Fe en el músculo cardíaco pueden originar disfunción e 
insuficiencia cardíaca. Otra característica es la siderosis hepática, que 
conduce a deterioro funcional y cirrosis. La talasemia a1 
(rasgo) tiene una presentación similar a la de la talasemia b minor. Los 
pacientes con hemoglobinopatía H suelen tener anemia hemolítica 
sintomática y esplenomegalia.
  



Cómo volví a ser una mujer feliz
ResponderEliminarCon lágrimas de alegría y felicidad estoy dando mi testimonio a todos los televidentes en línea, mi problema con el cáncer de estómago etapa IB y el VIH me ha causado muchos dolores y tristezas, especialmente en mi familia.
Tenía tanto miedo de perder mi vida, sufrí la vergüenza de visitar
terapia cientos de veces, lamentablemente no encontraron una solución definitiva a mi problema, lloré todo el día y la noche, ¿tengo que vivir mi vida de esta manera? Busqué toda la atención en Internet, fui estafado por estafadores de Internet sin números... hasta que una amiga mía que se queda en el Reino Unido me presentó a una amiga suya que se curó de la misma enfermedad, y ella me presentó al Dr. Itua quien la curó de cáncer de mama por este correo electrónico drituaherbalcenter@gmail.com. www.drituaherbalcenter.com Me comuniqué con él y me prometió que todo estaría bien y tuve fe. Me envió sus medicamentos a base de hierbas a través del servicio de mensajería y me instruyó sobre cómo beberlo durante tres semanas para curar, seguí las instrucciones dadas. a mí y hoy soy una mujer feliz de nuevo. Él cura todo tipo de enfermedades.