Reconozco que me excedi un poco en la longitud de este articulo, pero creo que el dia lo amerita y porque todo es poco cuando se trata de conocer mas a esta temible enfermedad.
1. EL BEBE VIENE...
Tener un bebé es una decisión muy personal
y algunas pacientes infectadas por el VIH deciden no hacerlo
o bien se quedan embarazadas y aceptan continuar pese a conocer
los riesgos. También se dan casos de mujeres que descubren
su infección cuando ya están embarazadas. Lo
más importante es que sepan qué peligros
corren y cómo se debe actuar para reducir al máximo
la transmisión del VIH de la madre al bebé.
Antes de que se dispusiera de un tratamiento eficaz, el número
de niños nacidos con VIH podía llegar a 2000
al año en un país como EE.UU. Actualmente, en
el mundo desarrollado se ha experimentado una reducción
notable en las tasas de transmisión de VIH de la madre
al hijo (también llamada transmisión perinatal
o vertical). Esta disminución refleja el éxito
generalizado de las recomendaciones de los organismos de salud
que en los años 94 y 95 instauraron programas para
proporcionar orientación y exámenes voluntarios
de VIH a las mujeres embarazadas, y para ofrecer tratamiento
a las madres infectadas durante el embarazo y el parto, y
a los recién nacidos. El problema, sin embargo, sigue
siendo de gran magnitud en países en vías de
desarrollo.
2. COMO SE TRANSMITE EL HIV EN ESTE CASO?
La transmisión de la infección de la madre
al niño puede hacerse en tres momentos diferentes:
- Durante el embarazo. Generalmente en el tercer trimestre, conocido como transmisión prenatal, es decir antes del nacimiento. Existen datos que demuestran que es posible el contagio a través de la sangre de la placenta durante los 15 primeros días de embarazo, sin embargo parece que menos del 2% de las transmisiones se producen antes del séptimo mes de embarazo.
- Durante el parto, o perinatal. El recién nacido puede infectarse durante el parto por exposición directa a la sangre de la madre o a sus flujos. Las contracciones del útero pueden facilitar el paso de sangre de la madre al niño.
- Por la leche materna, postnatal o postparto. El riesgo de adquirir infección aumenta entre un 12-26% en niños amamantados. Cuanto mayor sea el tiempo de amamantamiento mayor es el riesgo, siendo considerable después de los tres meses. El VIH penetra a través de la piel o las mucosas del recién nacido o de la mucosa gastrointenstinal. La lactancia debe evitarse en países desarrollados, pero su prohibición en los países en vías de desarrollo es muy compleja, pues en muchas ocasiones es el único método de alimentación.
3. HAY RELACION ENTRE EL HIV Y EL EMBARAZO?
No existe una evidencia de que el embarazo, por sí
solo, cambie el curso de la enfermedad del VIH. De forma similar,
la infección no parece cambiar la manera como se desarrolla
normalmente el embarazo. Sin embargo, si aparecen infecciones
oportunistas graves durante el embarazo éstas sí
pueden afectar el curso del mismo o el pronóstico del
bebé. Por último, el VIH no parece afectar el
desarrollo del feto. No se han descrito malformaciones fetales
ni otras complicaciones asociadas a esta infección.
Por lo general el seguimiento de la mujer seropositiva va
a ser, durante el embarazo, similar al de otras mujeres, al
que se añadirán las pruebas específicas
para su enfermedad. Hay que tener en cuenta algunas peculiaridades:
- Las pruebas invasivas como la amniocentesis (la introducción de una aguja en el abdomen para llegar al útero y tomar muestras del líquido amniótico, que rodea al feto, y que nos permite conocer la presencia de malformaciones fetales) pueden aumentar el riesgo de infección al bebé. Por ello, se debe valorar mucho el riesgo/beneficio al realizar esta prueba. El médico deberá explicar claramente a la paciente las posibilidades de que la malformación exista y hasta que punto es preciso realizar esta prueba o si existen otras alternativas. En algunos casos será conveniente hacerla y se hará, asumiendo un posible aumento del riesgo de contagio del bebé.
- Con el resto de las pruebas invasoras como el análisis de sangre del cordón umbilical o las muestras de placenta ocurre lo mismo, por lo que hay que hacer una valoración precisa de su indicación.
- La rotura de la bolsa amniótica aumenta el riesgo de contagio. Se debe evitar en el momento del parto. Si se rompe antes de tiempo, hay que provocarlo en un plazo máximo de 4 horas.
Cuando sean necesarias las pruebas se aconseja hacer antes
una valoración de la carga viral de la madre y si es
elevada iniciar tratamiento antes de realizarlas, para disminuir
la cantidad de virus que pueden pasar al niño. En general
NINGUNA de estas pruebas está completamente contraindicada,
pero se debe ser más riguroso en su indicación
en las pacientes seropositivas que en las que no lo son.
4. FACTORES QUE INFLUYEN EN LA TRANSMISION DEL HIV EN EL EMBARAZO
Existen diferentes elementos que influyen en el contagio
del VIH de la madre al niño. Por otro lado algunos
otros, como la forma en que la madre adquirió la
enfermedad o la seropositividad o no de la pareja, no
tienen ninguna influencia en el riesgo de contagio. Dentro
de los factores que más determinan el riesgo de transmisión
está la salud general de la madre, el grado
de infección que tiene (si su inmunodepresión
es muy severa, es decir si sus defensas son muy bajas o si
su carga viral es muy elevada). El consumo de drogas durante
el embarazo, el acceso que tengan al cuidado prenatal, el
tratamiento que reciban o la existencia de otras enfermedades
durante el embarazo también pueden influir.
El tipo de parto (si se rompe aguas mucho tiempo antes de
dar a luz, o si el bebé tiene mucho contacto con la
sangre) o amamantar al niño después también
influyen en las posibilidades de que el bebé tenga
o no la infección.
De todos estos factores el estado de salud de la madre es posiblemente el factor que más influye en el riesgo de transmisión del VIH. Como hemos comentado, cuando los CD4+ son muy bajos o la carga viral muy elevada el riesgo es mayor. Las mujeres muy desnutridas también tienen más riesgo de transmitir la infección.
5. CUIDADOS POR TRIMESTRE EN EL EMBARAZO
La atención médica que se recibe durante
el embarazo se llama cuidado prenatal, en él se debe
asesorar a la mujer sobre su estado. En el caso concreto de
la gestante seropositiva es importante tener en cuenta todos
los aspectos relacionados con la enfermedad, la medicación
y los estudios que han de hacerse durante el periodo de gestación.
Pero también es importante que la embarazada tenga
nociones sobre los cambios en la nutrición, el ejercicio
o el estilo de vida, como ocurre con todas las mujeres embarazadas.
Los tres primeros meses son especialmente importantes
por se el periodo de desarrollo de los órganos del
niño. Una etapa en la que infecciones, fármacos
o exposición a agentes nocivos pueden alterar el mismo.
La embarazada seropositiva comparte muchas cosas
con la que no está infectada en cuanto a necesidades
de atención, sin embargo también presnta algunas
peculiaridades con las que es preciso que su médico
esté familiarizado. En muchos hospitales existen unidades
para la atención de estas pacientes, en las que trabajan
especialistas en enfermedades infecciosas junto con ginecólogos.
La medicación y los estudios que se le hacen a estas
pacientes pueden ser ‘extraños’ para un
ginecólogo, por lo que es aconsejable que el seguimiento
se haga por quien esté habituado. Por otro lado, los
infectólogos pueden no saber de ginecología
y desconocer cuidados específicos de la embarazada,
diferentes a los de la infección VIH. Las unidades
mixtas intentan paliar las ‘deficiencias’
aportando cada uno de los especialistas los conocimientos
de su materia.
- Primer trimestre
Se deben realizar los exámenes prenatales habituales
que se hacen a todas las mujeres embarazadas y que incluyen
analítica básica con estudio de coagulación,
serologías de otros virus o parásitos (rubéola,
toxoplasma, sífilis, estreptococo), pruebas para detectar
la presencia de enfermedades de transmisión sexual
o hepatitis. También se hará un examen ginecológico,
incluyendo citología. Además, se debe tomar
la tensión y el peso.
Por otro lado, se deberán hacer recuentos de células CD4+ y de la carga viral, para poder así evaluar la actividad del virus del VIH durante el embarazo. De todos modos, hay que tener en cuenta que durante el embarazo se produce de forma natural un descenso en el recuento de estas células, que volverá a aumentar después del nacimiento. Esto es normal y no está relacionado con el VIH. Es algo que se tendrá en cuenta al tomar decisiones sobre cambios de tratamiento, es decir, en una mujer que estuviera estable antes del embarazo, una disminución de los CD4+ sin aumento de la carga viral no indicará un cambio de tratamiento inmediato sino observación ya que se puede tratar del proceso normal del embarazo y no de una reactivación de la enfermedad.
Otros consejos generales para cualquier embarazada
son también válidos. Se deben tomar suplementos
de ácido fólico desde el primer momento del
embarazo (si es un embarazo planificado se puede empezar a
tomar incluso antes del mismo). Abandonar el tabaco y el alcohol
si procede. Se consultará sobre el riesgo/beneficio
de continuar con algunos de los medicamentos que la mujer
estuviera tomando (deben mantenerse sólo cuando los
fármacos sean imprescindibles o si suspenderlos pone
en riesgo la vida de la madre ). En algunas ocasiones, se
puede optar por dejar de tomarlos durante unos meses, o se
pueden cambiar por otros menos eficaces pero que supongan
un menor riesgo. Los fármacos con peligro de teratogenicidad
(de producir malformaciones fetales) lo son sobre todo en
el primer trimestre.
Se debe evitar durante todo el embarazo el consumo
de carne cruda, especialmente si la paciente es toxoplasma
negativo, por el riesgo de contagio. La toxoplasmosis también
puede contagiarse por el contacto con excrementos de gato,
si estos son callejeros o salen a la calle con frecuencia,
por lo que las pacientes con serología negativa deberán
evitar el contagio con estos animales (no hay problema si
el gato vive en una casa y no sale nunca a la calle).
Durante el primer trimestre las náuseas son
frecuentes. Esto puede ser un problema de especial trascendencia
en las mujeres seropositivas que tienen que tomar medicación
antirretroviral que pueden no tolerar. Además los vómitos
frecuentes pueden conducir a déficit nutricionales.
En algunas ocasiones, como se comentará más
adelante, se puede plantear retirar la medicación si
no se asegura un buen cumplimiento en las pacientes, puesto
que hacer mal el tratamiento puede ser peor que no hacerlo.
- Segundo trimestre
Se aconseja repetir los análisis de carga viral y
recuento de CD4+ durante el segundo trimestre para ver si
existen modificaciones que puedan inducirnos a cambiar el
tratamiento que la mujer está recibiendo. Cuando la
situación es estable no se hacen modificaciones. En
caso de que las células CD4 disminuyan o que la carga
viral aumente se harán cambios en el tratamiento con
el fin de conseguir el mejor control de la enfermedad.
Si la enferma tiene criterios para sufrir una infección
oportunista (si tiene un recuento de CD4+ por debajo de
200) es preferible que la medicación preventiva se
inicie en este momento por ser el riesgo para el feto menor
que durante el primer trimestre.
El peso y la tensión arterial se controlarán
periódicamente. Se debe evitar un aumento excesivo
del peso y la tensión no debe subir mucho. También
se harán curvas de glucosa, si es preciso, con el fin
de detectar una posible diabetes gestacional.
El ejercicio regular es útil durante el embarazo,
para evitar un gran aumento de peso y para fortalecer los
músculos y ayudar a la mujer a llevar el embarazo y
el parto. Caminar y andar son los ejercicios más adecuados.
También se debe vigilar el reposo, y se aconseja un
mínimo de 8 horas de sueño. Con frecuencia las
mujeres gestantes tienden a dormir más de lo que lo
hacían previamente.
- Tercer trimestre
Se repetirán nuevamente estudios de carga viral
y CD4+. Por lo general, los consejos indicados en apartados
anteriores son útiles también para este periodo.
Se debe preparar a la madre para el parto, en este momento
se deberán tomar las decisiones sobre si éste
será por vía vaginal o mediante cesárea.
Es aconsejable que la mujer no se aleje demasiado de su lugar
habitual de residencia cuando el parto esté cerca,
puesto que es aconsejable que se dé a luz en el centro
donde se siga habitualmente a la paciente.
6. TRATAMIENTO DURANTE EL EMBARAZO
No existen dudas de que el tratamiento antirretroviral
es claramente beneficioso para la mujer embarazada. El riesgo
de transmisión al bebé se reduce significativamente
por lo que TODAS las mujeres embarazadas deben
ser tratadas con medicamentos que tengan acción contra
el virus de la inmunodeficiencia.
Sin embargo, hoy en día ningún tratamiento
elimina por completo este riesgo y no existe forma de diagnosticar
al bebé antes de que nazca. Además, se desconoce
el efecto que muchos de los medicamentos utilizados para el
sida pueden tener sobre el desarrollo del feto. Por lo tanto,
a la hora de tomar decisiones sobre qué hacer se deben
tener en cuenta los riesgos-beneficios para el niño
y para la madre, teniendo en cuenta los medicamentos que haya
tomado la madre previamente así como si existe experiencia
con los fármacos.
El único fármaco aprobado para el uso durante
el embarazo es la zidovudina (AZT). Éste se
da a la madre por vía oral durante todo el embarazo,
por vía intravenosa en el momento del parto y en gotitas
al recién nacido durante sus seis primeras semanas
de vida. El estudio más importante realizado hasta
ahora con este medicamento administrado de las tres formas
consiguió disminuir la transmisión de
un 25% a un 8% sin afectar negativamente al desarrollo de
los niños.
Además se han investigado otras estrategias, como
dar nevirapina a la madre durante el parto y al recién
nacido en sus primeras horas de vida. La ventaja de esto es
que es barato y puede ser utilizado en países en vías
de desarrollo. También puede usarse en mujeres que
no han recibido tratamiento durante el embarazo por no
haber consultado o por haber descubierto que eran seropositivas
al final de la gestación.
En los casos en los que la
madre no recibe tratamiento durante el embarazo o el parto,
se debe administrar al bebé justo después de
nacer, lo que permitirá disminuir las posibilidades
de contagio.
La combinación de fármacos es muchos más
eficaz para el control de la infección VIH que el tratamiento
con un solo medicamento. Esta afirmación es válida
en todos los enfermos, por lo que debería serlo también
en las embarazadas. Las dudas que se puedan plantear a la
hora de dar un solo medicamento (AZT o nevirapina) o varios
se basan en la ausencia de estudios que vean si las
combinaciones son perjudiciales para el feto.
Al inicio del uso de tratamientos combinados se comunicaron
algunas complicaciones, del tipo parto prematuro o
hemorragia cerebral. La combinación AZT, 3TC e indinavir
parecía ser la más frecuentemente implicada
en estos problemas, pero no está claro hasta qué
punto eran los medicamentos los responsables de las complicaciones
o existían otros factores.
Posteriormente, con la excepción del efavirenz (Sustiva),
no se han detectado defectos de nacimiento que puedan ser
atribuidos al uso de medicamentos contra el VIH, ni en humanos
ni en animales. En estudios con animales, el efavirenz causó
graves daños cerebrales, por lo que se recomienda
evitar su uso durante el embarazo.
Como la hiperbilirrubinemia, (el aumento en la sangre
de la bilirrubina, un pigmento producido en el hígado)
de las embarazadas, puede causar daños al feto en desarrollo,
se aconseja vigilar a las pacientes que toman inhibidores
de la proteasa, ya que estos fármacos pueden aumentar
la bilirrubina en la sangre.
Como resumen se puede decir que no se puede dar ninguna
garantía absoluta a las mujeres embarazadas, por lo
que la decisión debe tomarse de forma individualizada.
Es importante que el médico y la madre decidan
de forma consesuada.
¿Cuándo empezar?
En el primer trimestre, el riesgo de contagio es
relativamente bajo, y las posibilidades de que los medicamentos
produzcan problemas son mayores. Por ello , si no hay urgencia
médica (por ejemplo una infección difícil
de controlar si no aumentan las defensas de la madre) puede
resultar beneficioso retrasar su inicio hasta la semana
12-14 de embarazo. En caso de que la embarazada quiera iniciar
el tratamiento de forma inmediata para reducir los riesgos
de contagio no se debería negar esta opción.
Cuando la mujer se entera de que es seropositiva después
del primer trimestre se aconseja comenzar el tratamiento de
forma inmediata. Incluso en fases tardías del embarazo
(más allás de la semana 36), la terapia ha demostrado
su utilidad, reduciendo el riesgo de contagio al niño.
¿Y si ya está tomando tratamiento antirretroviral?
Con las mujeres embarazadas que ya están tomando
una terapia contra el VIH hay que decidir si seguir o suspender
el tratamiento durante el primer trimestre. Suspender
la terapia en esta fase para permitir un normal desarrollo
de los órganos del bebé, puede causar empeoramiento
de la madre, con aumento de la carga viral, lo que puede
llevar a un mayor riesgo de contagio. Mantenerla podría
aumentar las probabilidades de que se produzcan malformaciones
fetales.
Por lo general la mayoría de los expertos coinciden
en que si la situación de la madre es estable conviene
mantener el tratamiento durante todo el embarazo. Cuando
la madre no quiere por miedo a los efectos que pueda tener
en el feto, se pueden hacer unas 'vacaciones terapéuticas'
durante el primer trimestre. En caso de retirar el tratamiento
se aconseja suspender todos los medicamentos a la vez, y cuando
se reitroduzcan comenzar con todos al mismo tiempo.
En algunas ocasiones la retirada del tratamiento en el primer
trimestre se plantea por otros motivos: las nauseas matutinas.
Algunas mujeres embarazadas vomitan con frecuencia por las
mañanas y no toleran bien la medicación o no
están seguras de siel cumplimiento está siendo
adecuado por los vómitos. En esos casos es mejor
una suspensión completa del tratamiento que tomarlo
de forma incorrecta, lo que podría aumentar el riesgo
de que el virus se haga resistente y de contagio al niño.
¿Y si la madre no ha recibido tratamiento
durante el embarazo?
En este caso existe un alto riesgo y se puede valorar
el tratamiento del bebé con AZT y 3TC, dado
que se conocen las dosis de ambos fármacos en el periodo
neonatal. Otra opción parece el tratamiento con nevirapina,
dados los excelentes resultados que ha tenido en algunos estudios.
Puede estudiarse la posibilidad de añadir una dosis
de este fármaco en las primeras horas de vida y una
segunda a las 72 horas, una medida que consigue mantener la
concentración de fármaco durante una semana.
En el posparto se evaluará la situación de la
madre y la necesidad de que inicie tratamiento. Algunos autores
recomiendan tratamiento combinado para el recien nacido, especialmente
si la madre presenta virus resistentes al tratamiento
7. COMO ACTUAR DURANTE EL PARTO?
Existe cierta polémica sobre cuál es la forma
más segura de dar a luz en el caso de mujeres seropositivas.
La cesárea es una intervención quirúrgica
que puede tener riesgos, aunque también sirve para
reducir otros. Para realizar una cesárea hay que hacer
un corte a través de los músculos abdominales
y del útero y sacar al bebé. Después
hay que coser de nuevo el útero y los músculos.
No se puede dar una respuesta tajante y única sobre
cuál es el mejor modo de dar a luz en las pacientes
seropositivas para la madre y para el bebé. La decisión
entre parto natural o cesárea electiva es un asunto
de opinión médica y de elección personal.
Con las debidas precauciones el parto vaginal es una opción
válida en la mayor parte del mundo.
Tanto en el parto vaginal como en la cesárea
hay contacto del bebé con la sangre de la madre que
es el responsable de muchos de los casos de contagio. Los
estudios realizados hasta ahora no son concluyentes a la hora
de decidir cual de los dos métodos se asocia a un riesgo
menor de transmisión.
Una opción es la de realizar una cesárea
electiva, es decir se decide el momento del parto, no
se espera a que éste empiece de forma natural. Con
esto se evita la rotura de las membranas, algo que aumenta
como se ha dicho previamente el riesgo de transmisión.
Un estudio ha demostrado que este tipo de cesárea reduce
el riesgo de transmisión al disminuir el contacto del
bebé con la sangre y las secreciones vaginales.
Pero esta intervención también tiene sus inconvenientes:
puede producir sangrado, infecciones y otras complicaciones
por lo que no todo el mundo está de acuerdo con someter
a todas las mujeres seropositivas a una cesárea electiva.
Por otro lado, algunas mujeres con infección avanzada
podrían no tolerar bien este tipo de intervención.
8. Y QUE PASA CON LA LACTANCIA MATERNA?
El VIH está presente en la leche materna. Hasta un
29% de las transmisiones materno-infantiles se producen
por el amamantamiento continuo de madres seropositivas. En
los países occidentales existen alternativas para alimentar
a los niños, por lo cual se aconseja a todas las madres
seropositivas que eviten dar de mamar. Los beneficios de la
lactancia, que son muchos, se ven eclipsados por el riesgo
de contagio al niño.
En EE.UU. existen bancos de leche materna para poder
administrar a los hijos de las mujeres seropositivas, en dichos
bancos se analiza la leche para comprobar si tieneVIH y se
trata con calor para preservar los beneficios nutricionales.
9. COMO SE DIAGNOSTICARIA EL HIV EN EL RECIEN NACIDO?
Actualmente el diagnóstico en los recién nacidos
se hace con medición directa del virus (carga viral,
presencia de antígenos) ya que la detección
de anticuerpos (defensas) puede dar lugar a equívocos
puesto que los niños pueden tenerlos porque hayan pasado
desde la madre, sin que esto signifique que estén infectados.
La presencia de virus en la sangre se considera diagnóstica
de infección.
Hay que repetir la prueba en el seguimiento puesto que cantidades
muy pequeñas de virus pueden no detectarse en una primera
prueba. Se repetirá el test a las seis semanas y a
los seis meses. A los 18 meses ser realizará una prueba
para detectar anticuerpos (en caso de estar presentes ya se
consideraran como propios del niño e indicarían
infección). Hasta este momento no se puede decir con
absoluta certeza que el niño no haya sido contagiado.
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