En nuestro organismo se producen miles de reacciones químicas que buscan mantener el equilibrio interno y la salud. Pero ese equilibrio se ve afectado cada día por agresiones del exterior: virus, bacterias, radiación solar, contaminación ambiental y otros agentes nocivos nos atacan todo el tiempo. Sin embargo, uno de los peores enemigos somos nosotros mismos.
Órganos como el riñón, el pulmón y el hígado, entre otros, se encargan de filtrar, controlar o neutralizar los componentes dañinos. La alimentación actual está plagada de productos enlatados e industrializados, y la gran mayoría contienen grandes cantidades de conservantes, colorantes, estabilizantes, resaltadores de sabor, endulzantes artificiales y aditivos. Estos productos, a pesar de ser procesados por el cuerpo, pueden dejar pequeños residuos. En algunas ocasiones, llegan a acumularse en el organismo y lo intoxican.
Una intoxicación se define como “trastornos, cambios y reacciones del organismo provocados por una o varias sustancias nocivas; que se ingieren, respiran o tocan”. Dicho de otra manera, es una alteración del organismo, que no es capaz de mantener el equilibrio normal o ideal, y presenta síntomas asociados a una sustancia perjudicial.
El “grado” de intoxicación varía según la edad, el estado general de la persona, la vía de penetración del tóxico y la cantidad del mismo, entre otros factores.
La reacción del cuerpo depende de muchos factores, pero hay manifestaciones a las que debemos estar atentos:
* Dolores de cabeza.
* Alteración del sueño e insomnio.
* Irritabilidad, ansiedad o apatía.
* Falta de concentración y memoria.
* Eczemas y sequedad en la piel.
* Contracturas musculares.
* Cansancio y falta de energía.
* Mayor propensión a alergias, infecciones o herpes.
* Alteraciones del pelo y uñas.
* Sobrepeso y dificultad para controlarlo.
* Edemas.
En
primer lugar debemos saber si realmente los síntomas corresponden a una
intoxicación. Para eso, existe una acción simple y efectiva: realizar
un chequeo médico integral, que nos permitirá descartar otro tipo de
patologías asociadas.
En casos de intoxicaciones
agudas, en donde hay una respuesta inmediata a alguna sustancia tóxica,
en general es fácil hacer el reconocimiento. Pero, en algunas
ocasionas, el organismo va entrando en contacto con sustancias nocivas y
genera cuadros leves pero progresivos y crónicos, lo que hace difícil
su interpretación y diagnóstico. Sin embargo, el chequeo médico y los
análisis de rutina son el arma más efectiva de control.
La
respuesta para la mayoría de los casos es... ¡Por supuesto! En el
listado siguiente podemos ver muchas acciones relacionadas a nuestro
bienestar que son necesarias para mantener nuestro cuerpo saludable.
* Llevar una alimentación balanceada. La calidad de los alimentos que ingerimos define en gran medida al organismo.
*
Realizar actividad física regular. Permite que órganos dedicados a la
desintoxicación (como la piel, el pulmón, el riñón y el hígado) trabajen
de forma más eficiente.
* Preferir los
alimentos frescos y naturales, como verduras, frutas, cereales y todo lo
casero. Mientras menos procesados estén, menos químicos vamos a
ingerir.
* Evitar productos industrializados
tales como gaseosas, “comidas rápidas” o pre-elaboradas. Este tipo de
preparados conllevan gran cantidad de aditivos que a mediano y largo
plazo son nocivos para el cuerpo.
* Dormir lo suficiente. Es importante respetar las horas de descanso y de sueño.
* Mantener controlado el estrés, ya que es un factor de riesgo que genera o agrava la intoxicación del cuerpo.
* Mantener la alegría. Sonreír, relajarse y simplemente ser feliz ayuda a mantener nuestra salud.
Ya tenemos la fórmula, solo resta ponerla en práctica.
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