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viernes, 26 de junio de 2009

Crisis no epilepticas



Estos ataques son episodios que cambian brevemente el comportamiento de una persona y frecuentemente parecen ataques epilépticos. La persona que sufre este tipo de ataques puede tener sensaciones internas que parecen a las que se sienten cuando se tiene un episodio epiléptico. Con frecuencia, hasta para el personal médico entrenado es difícil distinguir a simple vista entre estos dos tipos de episodios, pero existe una diferencia importante. Los ataques epilépticos son causados por cambios eléctricos anormales en el cerebro. Los ataques no epilépticos no son causados por disturbios eléctricos en el cerebro.

Los ataques no epilépticos se clasifican en dos grupos principales: fisiológicos y psicogénicos.

Los ataques fisiológicos no epilépticos resultan de varios padecimientos o condiciones que pueden ser el resultado de cambios repentinos en la irrigación de sangre en el cerebro o en los niveles de azúcar u oxígeno en el cerebro. Estos incluyen cambios en el ritmo cardíaco (arritmia cardíaca), reducción rápida de la presión arterial (síncopes o desmayos) o niveles muy bajos de azúcar (hipoglucemia). Otros padecimientos físicos como los trastornos del sueño y del movimiento pueden tener síntomas o episodios que se parecen a los ataques y es importante que un médico los identifique.

Los ataques psicogénicos no epilépticos parecen tener su causa en experiencias psicológicas muy estresantes o en un trauma emocional.

Es muy importante reconocer que estos ataques son eventos reales, aunque distintos de los ataques epilépticos. Anteriormente se les llamaba "pseudoataques" o "ataques histéricos" y se pensaba que las personas que los sufrían los estaban inventando para llamar la atención. Sabemos que en la mayoría de las personas afectadas, no hay nada falso ni mentiroso con estos ataques, y es importante que se diagnostiquen correctamente para que la persona pueda obtener el tratamiento adecuado.

Los ataques y sus causas dependen de cada persona. Para algunas, puede ser el resultado de abuso físico o sexual, ya sea recientemente o en el pasado, especialmente durante la niñez. Otros pudieron haber pasado por una experiencia fuerte en su vida, por ejemplo, un divorcio o la muerte de un ser querido.

Al igual que con cualquier enfermedad, es importante diagnosticarlos correctamente para que la persona pueda obtener el mejor tratamiento. Si la causa de los episodios es una enfermedad física, por ejemplo, problemas del corazón, es necesario que se identifique y se dé tratamiento a esa causa.

Si hay un trauma emocional u otros tipos de estrés y se observan ataques, la persona puede recibir el diagnóstico de epilepsia y se le puede comenzar a dar medicamento antiepiléptico, lo cual no es lo adecuado para tratar los ataques no epilépticos. Lo más probable es que una persona que sufre este tipo de ataques tenga que hacer cambios en su estilo de vida diferentes a los de una persona que sufre de epilepsia. La psicoterapia también es útil para buscar mejor control de las tensiones de la vida.

Una persona puede tener tanto ataques epilepticos como no epilepticos. Por eso es tan difícil para los medicos diagnosticar los ataques no epilépticos, ya que se parecen a los causados por la epilepsia. Algunos estudios han demostrado que hasta un 20 por ciento de los adultos que se han evaluado en centros de epilepsia tiene ataques no epilépticos. Algunos pacientes tienen los dos tipos.

Al igual que con todos las ataques, es importante contar con la descripción de una persona que los haya observado, por ejemplo, un familiar o un amigo. La forma más exacta de diagnosticar los ataques no epilépticos es mediante un electroencefalograma (llamado también EEG) durante un ataque. Esta prueba documenta los ritmos cerebrales de la persona. Con un estudio EEG breve, a menudo no se capta un ataque espontáneo. También se hace durante un período prolongado, generalmente durante uno o dos días, junto con una videograbación de la persona. Con esto se espera grabar varios ataques, tanto en el EEG como en el video, para que la familia o demás observadores lleguen a un acuerdo sobre la clase de episodios que han observado.

Algunas veces podría ser necesario que el doctor deje de administrar los medicamentos antiepilépticos al paciente antes del estudio. Se le podría pedir a la persona que realice actividades que pudieran producir ataques, por ejemplo, no dormir en toda la noche. Algunos análisis de sangre podrían ayudar a determinar si el episodio es epiléptico o no epiléptico.

Si se diagnostican ataques no epilépticos, por lo general el siguiente paso es una evaluación realizada por un psicólogo o un psiquiatra para ayudar a controlar el estrés o trauma que pueda contribuir a esos ataques.

Si la persona tiene episodios frecuentes (cada uno o dos días) y otra persona puede observar cuidadosamente al paciente y tomar notas detalladas sobre los ataques, el paciente puede llevar puesto un equipo portátil para grabar el EEG (Holter). Sin embargo, en la mayoría de los casos lo más seguro es hacer la prueba en un hospital donde se puede hacer la grabación simultáneamente con un video, y que el equipo de profesionales médicos analice los eventos y decida cuál es el mejor tratamiento para el paciente.

El tratamiento comienza con un análisis cuidadoso de los resultados del EEG y del video. A menos que la persona tenga otros ataques que sí son epilépticos, los medicamentos antiepilépticos no son necesarios.

Se puede brindar evaluación y apoyo profesional para identificar y dar tratamiento a la causa subyacente del estrés o el trauma. Si la depresión o ansiedad son parte de la causa de los ataques no epilépticos, se pueden utilizar medicamentos para eliminar esos síntomas. La meta es eliminar los episodios y llevar a la persona a un nivel satisfactorio de actividades cotidianas. El resultado del tratamiento por lo general es bueno, especialmente si los episodios comenzaron recientemente.

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