Las muertes súbitas podrían no ser siempre tan
repentinas. Al menos eso es lo que sugiere un estudio que acaba de
presentarse en el congreso que la Asociación Americana del Corazón está
celebrando estos días en Dallas (EEUU). Según este trabajo, en más de la
mitad de los casos, hay ciertos signos previos que alertan del problema antes de que sea demasiado tarde.
Algunos pacientes sufren "dolores en el pecho, dificultades para respirar, mareos, desmayos o palpitaciones", ha señalado en la presentación del estudio Eloi Marijon, especialista del Cedars-Sinai Heart Institute de Los Ángeles (EEUU) y principal autor del trabajo.
Su equipo realizó un análisis sobre 567 hombres de edades comprendidas entre los 35 y los 65 años que habían sufrido una parada cardiorrespiratoria súbita en el estado de Oregon entre 2002 y 2012.
Entre otros factores, los investigadores estudiaron las circunstancias del caso y el historial del paciente, analizando qué tipo de síntomas habían padecido en los días previos al suceso.
Sus datos mostraron que el 53% de los individuos sí había experimentado algún tipo de síntoma antes del ataque. De ellos, el 56% había señalado padecer dolor de pecho, el 13% sufrió dificultades para respirar y el 4% confesó haber sentido mareos, palpitaciones o incluso desmayos. La gran mayoría de estos avisos ocurrieron entre cuatro semanas y una hora antes de la repentina parada.
"La lección que hay que extraer es que si tienes este tipo de síntomas, no los obvies y acudas al médico", ha señalado durante el congreso Sumeet Chugh, cardiólogo del citado centro médico y otro de los firmantes del trabajo.
Para José Ramón González Juanatey, presidente de la Sociedad Española de Cardiología y también presente estos días en la reunión de Dallas, este estudio indica que "existen algunas pistas que advierten de la posibilidad de presentar cardiopatía que se asocian con la muerte súbita". Sin embargo, el hecho de que estos síntomas sean "relativamente inespecíficos" dificulta en gran medida la detección de un potencial problema.
Según el especialista del Complejo Hospitalario de Santiago de Compostela, algunas causas de muerte súbita -"como las displasias ventriculares, malformaciones congénitas de las coronarias y también la cardiopatía isquémica"- son difíciles de detectar únicamente con pruebas cardiológicas sencillas.
Por tanto, subraya, "haber presentado mareos o síncopes, tener una historia familiar de muerte súbita inexplicada y haber sufrido palpitaciones repetidas debería obligar a un estudio cardiológico completo que descarte una cardiopatía potencialmente mortal".
De cualquier manera, continúa Juanatey, la estrategia más eficaz para prevenir epodios de muerte súbita es llevar un estilo de vida saludable y corregir factores de riesgo como la diabetes, la hipertensión o la hipercolesterolemai ya que, de forma habitual, estas parradas cardiorrespiratorias repentinas se asocian con un síndrome coronario agudo (el infarto es el más característico).
Por otro lado, también es fundamental llevar a cabo "estrategias de educación poblacional para realizar de forma eficaz maniobras de reanimación", señala el cardiólogo.
Estos programas, añade González Juanatey, "deberían ser obligatorios en los cuerpos de seguridad, protección civil, y en particular, entre los jóvenes mayores de 16 años", tal y como ha propuesto la Comisión de Sanidad de la Unión Europea.
Además, "disponer de desfibriladores semiautomáticos en lugares públicos y programas de formación para su uso eficaz" también es fundamental en esta estrategia, concluye.
Algunos pacientes sufren "dolores en el pecho, dificultades para respirar, mareos, desmayos o palpitaciones", ha señalado en la presentación del estudio Eloi Marijon, especialista del Cedars-Sinai Heart Institute de Los Ángeles (EEUU) y principal autor del trabajo.
Su equipo realizó un análisis sobre 567 hombres de edades comprendidas entre los 35 y los 65 años que habían sufrido una parada cardiorrespiratoria súbita en el estado de Oregon entre 2002 y 2012.
Entre otros factores, los investigadores estudiaron las circunstancias del caso y el historial del paciente, analizando qué tipo de síntomas habían padecido en los días previos al suceso.
Sus datos mostraron que el 53% de los individuos sí había experimentado algún tipo de síntoma antes del ataque. De ellos, el 56% había señalado padecer dolor de pecho, el 13% sufrió dificultades para respirar y el 4% confesó haber sentido mareos, palpitaciones o incluso desmayos. La gran mayoría de estos avisos ocurrieron entre cuatro semanas y una hora antes de la repentina parada.
"La lección que hay que extraer es que si tienes este tipo de síntomas, no los obvies y acudas al médico", ha señalado durante el congreso Sumeet Chugh, cardiólogo del citado centro médico y otro de los firmantes del trabajo.
Para José Ramón González Juanatey, presidente de la Sociedad Española de Cardiología y también presente estos días en la reunión de Dallas, este estudio indica que "existen algunas pistas que advierten de la posibilidad de presentar cardiopatía que se asocian con la muerte súbita". Sin embargo, el hecho de que estos síntomas sean "relativamente inespecíficos" dificulta en gran medida la detección de un potencial problema.
Según el especialista del Complejo Hospitalario de Santiago de Compostela, algunas causas de muerte súbita -"como las displasias ventriculares, malformaciones congénitas de las coronarias y también la cardiopatía isquémica"- son difíciles de detectar únicamente con pruebas cardiológicas sencillas.
Por tanto, subraya, "haber presentado mareos o síncopes, tener una historia familiar de muerte súbita inexplicada y haber sufrido palpitaciones repetidas debería obligar a un estudio cardiológico completo que descarte una cardiopatía potencialmente mortal".
De cualquier manera, continúa Juanatey, la estrategia más eficaz para prevenir epodios de muerte súbita es llevar un estilo de vida saludable y corregir factores de riesgo como la diabetes, la hipertensión o la hipercolesterolemai ya que, de forma habitual, estas parradas cardiorrespiratorias repentinas se asocian con un síndrome coronario agudo (el infarto es el más característico).
Por otro lado, también es fundamental llevar a cabo "estrategias de educación poblacional para realizar de forma eficaz maniobras de reanimación", señala el cardiólogo.
Estos programas, añade González Juanatey, "deberían ser obligatorios en los cuerpos de seguridad, protección civil, y en particular, entre los jóvenes mayores de 16 años", tal y como ha propuesto la Comisión de Sanidad de la Unión Europea.
Además, "disponer de desfibriladores semiautomáticos en lugares públicos y programas de formación para su uso eficaz" también es fundamental en esta estrategia, concluye.
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