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viernes, 29 de julio de 2011

COMO ES LA PSQUIS DEL TERRORISTA DE OSLO?


Loco. Es el primer adjetivo en el que se piensa ante noticias como la que el pasado viernes conmocionaba al mundo. En dos horas, Anders Behring Breivink se dedicó a colocar una bomba en el centro gubernamental de Oslo (Noruega) para después desplazarse a la cercana isla de Utoya y acabar con la vida de decenas de jóvenes laboristas. Con un total de 76 víctimas, es ya el suceso más sangriento de Noruega desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Como suele ser habitual tras una masacre, el abogado de Anders B. Breivik, autor confeso de los hechos, se apoya en posibles 'trastornos mentales' para eludir la pena máxima entre rejas de su cliente. Pero, ¿qué puede haber de cierto en esta afirmación?

El de Breivik es un nombre más que añadir a una desagradable lista de asesinos. Precisamente, a medida que pasan las horas se descubre que el alegato con el que este asesino pretendía justificar su masacre está basado en el de otro célebre asesino, Ted Kaczynski, más conocido como 'Unabomber', un matemático estadounidense que de 1978 a 1995 se dedicó a mandar bombas como medio para criticar una sociedad capitalista cada vez más basada en la tecnología. Su balance fue de tres personas muertas y 23 heridas. Para cualquier especialista es muy complicado dar un diagnóstico con lo poco que sale en los medios, pero Breivik presenta el cuadro típico de persona con delirio. Todos nosotros estamos condicionados por factores sociales y biológicos, pero también es cierto que tenemos cierta libertad de decisión. Lo que ocurre con las personas con trastorno delirante, como parece que tiene este sujeto, es que no tienen esa libertad y se ven obligadas, empujadas, a matar, su realidad se distorsiona.

Otra hipotesis que se plantea es la de la hipótesis de la crisis catatímica. Básicamente esta situación es un error de juicio y está muy relacionada con los delirios. Lo que pasa es que se toman decisiones basadas en algo tan irracional como los sentimientos, y más concretamente, el miedo y la rabia. Este tipo de sujetos sufren un estado intolerable de estos sentimientos y buscan, para aliviarse, autoconvencerse mediante decisiones racionales de que algo externo a ellos es lo que les provoca este sufrimiento, en este caso una ideología determinada. Una vez que apuntan a su objetivo se pasan años planeando cómo deshacerse de ellos de forma violenta. Realmente, la mayoría de las personas que sufren esta situación no llega a materializar su deseo de masacre, pero hay quien lo hace como en este caso. La única diferencia con los delirios es que los que pasan por una crisis catatímica saben el daño que están haciendo, pero lo consideran necesario.

Para muchos expertos, este caso, por sus motivaciones políticas, les ha recordado a los tristemente célebres de David Copeland, que en 1999 mandó una serie de bombas a barrios de mayoría homosexual y negra, a los que acusaba de su poco éxito social y laboral o al de Timothy McVeigh, que en 1995 colocó una bomba de 1.800 kilos en el Edificio Federal Alfred P. Murrah de EEUU que albergaba varias oficinas del FBI. Su resultado fue de 168 muertos y 450 heridos, personas que para McVeigh no significaban nada porque "trabajaban para el imperio del mal".

Mientras que McVeigh fue ejecutado a los pocos meses de su atentado, Copeland sigue a día de hoy en la cárcel, de la que no saldrá hasta 2049 a los 73 años, pero la pregunta que se plantea a los especialistas es si, en caso de ser diagnosticado con un trastorno mental de los mencionados, Breivik o Copeland pueden ser rehabilitados.

Si se demuestra que el asesino de Oslo tiene una enfermedad mental puede ser tratado fundamentalmente de forma psicoterapéutica, en el que se le enseñe a diferenciar entre sus sentimientos y su razonamiento. El problema está en que este tipo de pacientes nunca se curan, siempre han de estar en tratamiento para intentar controlar su conducta. Esto lleva a pensar que más que en la cárcel, si al final se demuestra que tiene un problema psicológico, sería mejor tenerlo en un psiquiátrico donde puede estar más tiempo y ser mejor controlado.

Sea o no una persona con "problemas mentales", según asegura su abogado, estos casos son muy espectaculares y terribles, pero lo que hay que tener en cuenta es que la mayoría de los enfermos mentales no son así ni su componente violento es mayor que el de la gente corriente; al revés, está demostrado que son cinco veces menos violentos que una persona que no sea diagnosticada con trastornos mentales.

1 comentario:

  1. Una entrada muy interesante ^ ^
    A mí lo primero que me sugirió la información de los medios fue que pudiera ser un megalómano, pero como dices es difícil saber exactamente que padece a ciencia cierta sin un contacto más directo con la persona, sólo por las conductas de las que han hablado en prensa, televisión, etc.

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