Varias sociedades médicas han manifestado su sorpresa y decepción por la normativa que el Congreso español aprobó hace unas semanas
en relación con el consumo de cigarrillos electrónicos. Desde un punto
de vista médico y de protección a la salud del trabajador, sostienen que
este producto debería tener la misma regulación que el tabaco, es
decir, que su uso estuviera prohibido en espacios públicos, y la
publicidad tuviera las mismas limitaciones que las de los cigarrillos
normales.
"Pensamos que esta normativa se está quedando corta y estamos a tiempo para presentar un manifiesto al Senado y que se establezcan las enmiendas pertinentes", ha señalado Esteve Fernández, presidente electo de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) durante la rueda de prensa celebrada esta mañana en la Organización Médica Colegial (OMC) en la que han estado presentes representantes de varias sociedades y entidades médicas.
Entre las medidas que los especialistas sostienen que se podrían modificar están la regulación más estricta de los espacios donde se permite consumir los cigarrillos electrónicos, la publicidad y la fiscalidad sobre los mismos.
"No está probado que vapear sea inocuo. Además, permitir algo parecido a fumar es un duro golpe contra la desnormalización que ya se había instaurado sobre todo entre los jóvenes. Por otro lado, la nueva norma vuelve a poner en un riesgo potencial a trabajadores de bares y restaurantes. Regular este consumo no es una locura que se nos haya ocurrido ahora, en Francia y en Bélgica está prohibido el consumo de estos cigarrillos en lugares públicos", ha argumentado Francisco Rodríguez Lozano, presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).
Entre los riesgos que conlleva el consumo de los cigarrillos electrónicos, también denominados e-cigarrillos, está la acción dañina que genera la inhalación de la nicotina. "La nicotina crea un efecto agudo en la activación del sistema parasimpático y sobre la pared vascular generando una vasoconstricción mucho mayor que la que produce las terapias sustitutivas porque éstas son de acción más lenta y su consumo es por un tiempo limitado", ha explicado Carlos Macaya, cardiólogo y presidente de la Federación Española de Asociaciones Científico-Médicas (Facme).
No sólo es la acción de la nicotina. Como ha comentado el presidente de la SEE las partículas presentes en los cigarrillos electrónicos son mucho más finas que las de los cigarrillos normales, "y penetran mucho más. Además, el propilenglicol -compuesto presente en los e-cigarrillos- es una sustancia carcinogénica".
Por otro lado, Lozano ha insistido en que la publicidad debería restringirse al máximo, no prohibirla sólo en el horario infantil, de 16 a 20 horas, en lugares frecuentados por menores y en cines destinados a público menor de 18 años. "Debería ser muy similar a la del tabaco", ha afirmado el presidente del CNPT quien señala además que la fiscalidad es un factor muy eficaz, sobre todo para evitar el consumo en menores, por lo que se debería aplicar sobre estos productos los mismos impuestos que los del tabaco.
A lo largo de la rueda de prensa, estos expertos han manifestado su decepción por la normativa española. "¿Qué pasa para que una comisión de Sanidad y el Gobierno vean de otra manera la dependencia que crean estos cigarrillos? Las razones que creemos que están detrás de esta permisividad pueden ser la ignorancia u otra cosa que no quiero decir pero que vamos a descubrir. Además, no creemos que la decisión que ha tomado el Gobierno se corresponda con la demanda de la sociedad", ha argumentado Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la OMC.
"La regulación es muy laxa y se ha sometido a fuertes presiones para que se pueda comercializar y publicitar ampliamente", ha señalado Raquel Fernández, presidenta de la organización Nofumadores.org.
En cuanto a la evidencia científica que hay sobre los riesgos y su seguridad, los expertos señalan que no hay estudios serios que avalen la eficacia de los e-cigarrillos para dejar de fumar. "Algunos de los riesgos sobre la salud ya se conocen, demostrar otros puede llevar años. El primer informe que puso de manifiesto que el tabaco era nocivo para la salud era de 1964, decía que era uno de los principales factores de riesgo de cáncer. ¿Se imaginan la cantidad de vidas que se hubieran salvado si se hubiera hecho una legislación correcta? ¿Por qué vamos a permitir comercializar un producto nuevo adictivo sin una adecuada legislación?", se pregunta Pilar de Lucas, presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).
Según ha adelantado Esteve Fernández, un informe que la Organización Mundial de la Salud ha encargado y está casi listo, en el que se ha recogido la evidencia sobre todos estos aspectos, sostiene que estos productos no son una ayuda para dejar de fumar, más bien al contrario. "Los datos científicos sobre el tema indican que se debe limitar su consumo al igual que se hace con el tabaco", explica este médico.
Por último, estos especialistas quieren manifestar esperaban más de la normativa europea, sobre todo en un tema relacionado con la salud, pero el lobby que ha estado detrás de los parlamentarios europeos "ha sido espectacular. Las presiones han sido tales que ha estado a punto de fracasar esta nueva normativa. Al final han optado porque sean las empresas de estos productos las que elijan someterse a la regulación del medicamento o a un producto de consumo y, claro, la mayoría elegirá esta última vía porque para demostrar que un cigarrillo electrónico es una medida eficaz para dejar el tabaco tienen que pasar por filtros rigurosos como los que existen en torno a los medicamentos y muchos evitarán esta vía", apunta Rodríguez Lozano.
En todo los demás, regulación de espacios y publicidad, "compete a los estados miembros" y ahí es donde estos expertos quieren presionar para que España limite su consumo a los mismos márgenes que tiene el tabaco. "Nos cuesta explicar lo que ha pasado, es curioso. Deseo que la decision del Congreso haya sido más debida a la ignorancia que no a presiones económicas, que no sé si ha habido, pero con el tiempo se sabrá", concluye Rodríguez Sendín.
"Pensamos que esta normativa se está quedando corta y estamos a tiempo para presentar un manifiesto al Senado y que se establezcan las enmiendas pertinentes", ha señalado Esteve Fernández, presidente electo de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) durante la rueda de prensa celebrada esta mañana en la Organización Médica Colegial (OMC) en la que han estado presentes representantes de varias sociedades y entidades médicas.
Entre las medidas que los especialistas sostienen que se podrían modificar están la regulación más estricta de los espacios donde se permite consumir los cigarrillos electrónicos, la publicidad y la fiscalidad sobre los mismos.
"No está probado que vapear sea inocuo. Además, permitir algo parecido a fumar es un duro golpe contra la desnormalización que ya se había instaurado sobre todo entre los jóvenes. Por otro lado, la nueva norma vuelve a poner en un riesgo potencial a trabajadores de bares y restaurantes. Regular este consumo no es una locura que se nos haya ocurrido ahora, en Francia y en Bélgica está prohibido el consumo de estos cigarrillos en lugares públicos", ha argumentado Francisco Rodríguez Lozano, presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).
Entre los riesgos que conlleva el consumo de los cigarrillos electrónicos, también denominados e-cigarrillos, está la acción dañina que genera la inhalación de la nicotina. "La nicotina crea un efecto agudo en la activación del sistema parasimpático y sobre la pared vascular generando una vasoconstricción mucho mayor que la que produce las terapias sustitutivas porque éstas son de acción más lenta y su consumo es por un tiempo limitado", ha explicado Carlos Macaya, cardiólogo y presidente de la Federación Española de Asociaciones Científico-Médicas (Facme).
No sólo es la acción de la nicotina. Como ha comentado el presidente de la SEE las partículas presentes en los cigarrillos electrónicos son mucho más finas que las de los cigarrillos normales, "y penetran mucho más. Además, el propilenglicol -compuesto presente en los e-cigarrillos- es una sustancia carcinogénica".
Por otro lado, Lozano ha insistido en que la publicidad debería restringirse al máximo, no prohibirla sólo en el horario infantil, de 16 a 20 horas, en lugares frecuentados por menores y en cines destinados a público menor de 18 años. "Debería ser muy similar a la del tabaco", ha afirmado el presidente del CNPT quien señala además que la fiscalidad es un factor muy eficaz, sobre todo para evitar el consumo en menores, por lo que se debería aplicar sobre estos productos los mismos impuestos que los del tabaco.
A lo largo de la rueda de prensa, estos expertos han manifestado su decepción por la normativa española. "¿Qué pasa para que una comisión de Sanidad y el Gobierno vean de otra manera la dependencia que crean estos cigarrillos? Las razones que creemos que están detrás de esta permisividad pueden ser la ignorancia u otra cosa que no quiero decir pero que vamos a descubrir. Además, no creemos que la decisión que ha tomado el Gobierno se corresponda con la demanda de la sociedad", ha argumentado Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la OMC.
"La regulación es muy laxa y se ha sometido a fuertes presiones para que se pueda comercializar y publicitar ampliamente", ha señalado Raquel Fernández, presidenta de la organización Nofumadores.org.
En cuanto a la evidencia científica que hay sobre los riesgos y su seguridad, los expertos señalan que no hay estudios serios que avalen la eficacia de los e-cigarrillos para dejar de fumar. "Algunos de los riesgos sobre la salud ya se conocen, demostrar otros puede llevar años. El primer informe que puso de manifiesto que el tabaco era nocivo para la salud era de 1964, decía que era uno de los principales factores de riesgo de cáncer. ¿Se imaginan la cantidad de vidas que se hubieran salvado si se hubiera hecho una legislación correcta? ¿Por qué vamos a permitir comercializar un producto nuevo adictivo sin una adecuada legislación?", se pregunta Pilar de Lucas, presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).
Según ha adelantado Esteve Fernández, un informe que la Organización Mundial de la Salud ha encargado y está casi listo, en el que se ha recogido la evidencia sobre todos estos aspectos, sostiene que estos productos no son una ayuda para dejar de fumar, más bien al contrario. "Los datos científicos sobre el tema indican que se debe limitar su consumo al igual que se hace con el tabaco", explica este médico.
Por último, estos especialistas quieren manifestar esperaban más de la normativa europea, sobre todo en un tema relacionado con la salud, pero el lobby que ha estado detrás de los parlamentarios europeos "ha sido espectacular. Las presiones han sido tales que ha estado a punto de fracasar esta nueva normativa. Al final han optado porque sean las empresas de estos productos las que elijan someterse a la regulación del medicamento o a un producto de consumo y, claro, la mayoría elegirá esta última vía porque para demostrar que un cigarrillo electrónico es una medida eficaz para dejar el tabaco tienen que pasar por filtros rigurosos como los que existen en torno a los medicamentos y muchos evitarán esta vía", apunta Rodríguez Lozano.
En todo los demás, regulación de espacios y publicidad, "compete a los estados miembros" y ahí es donde estos expertos quieren presionar para que España limite su consumo a los mismos márgenes que tiene el tabaco. "Nos cuesta explicar lo que ha pasado, es curioso. Deseo que la decision del Congreso haya sido más debida a la ignorancia que no a presiones económicas, que no sé si ha habido, pero con el tiempo se sabrá", concluye Rodríguez Sendín.
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