La tercera parte de la población mexicana padece algún trastorno del sueño, de la cual el 40 por ciento presenta insomnio, que al ser subdiagnosticado, ignorado y mal manejado, se vuelve cada vez más crónico y representa un problema de salud pública.
El insomnio es la dificultad para conciliar el sueño o, una vez que se ha logrado, continuar dormido y se puede presentar tanto en niños como en adultos.
Esta problemática se intensifica entre la tercera y cuarta década de vida, por ser la etapa en que más se manifiestan las presiones económicas y se experimentan mayores cambios físicos y hormonales, y lo padecen más las mujeres que los hombres, aunque hay más roncadores del sexo masculino que del femenino,..
Deben tomarse en cuenta sus repercusiones, porque si alguien no duerme bien, en el día está irritable, baja su productividad, la expectativa de vida disminuye, se puede enfermar con mayor facilidad y se incrementa el riesgo de sufrir accidentes.
Lo anterior deriva en retardos en el trabajo, incapacidades y las consecuencias económicas y familiares.
Esta afectación se clasifica en tres subtipos: el primero se caracteriza por presentar problemas para dormir; el segundo es el insomnio de continuidad, donde los pacientes no tienen problema para dormir, pero despiertan recurrentemente.
Asimismo, el tercer subtipo, que tiende a estar asociado con la depresión, es el tardío o final, que refiere una dificultad para continuar dormidos, pero casi al momento de despertar.
La vida sedentaria favorece el insomnio, por lo que el ejercicio ligero es importante.
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