Lo peor que podemos hacer para bajar de peso es saltarnos el desayuno. Se ha establecido que
tomar un desayuno rico en proteínas mejora, de manera sustancial, el
control del apetito y reduce la ingesta nocturna de alimentos ricos en
grasa o azúcar.
Desafortunadamente, y comenzando por quien suscribe, esa costumbre ha ido siendo reemplazada por el ayuno o el consumo de un simple café o un jugo por las mañanas. Se sabe que desayunar alimentos ricos en
proteínas incrementa, en los adultos jóvenes, los niveles de dopamina. Esta sustancia química estimula los
sentimientos de recompensa de comida, por eso quienes no desayunan (y se
privan de esa recompensa en las mañanas) experimentan durante el día el
incremento de las ganas de picar y comer.
En ese orden de ideas, desayunar bien puede
reducir la ansiedad de comer alimentos dulces durante el día, así como
mitigar el riesgo de consumir grandes cantidades de comida grasosa y
salada al final de la jornada, que es cuando menos posibilidades se
tiene de quemar calorías extra.
Los niveles de dopamina
suelen estar aumentados en personas con sobrepeso u obesidad, lo que
significa que ellas necesitan mucho más estímulo (es decir, mayor
cantidad de comida) para poder obtener sentimientos de recompensa. Conocer a fondo
la forma como la dopamina interviene en la regulación del apetito,
podría llevar a mejoras decisivas en la prevención de enfermedades como
la obesidad y la diabetes y su tratamiento.
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