Esto refuerza la necesidad de trazar un "mapa" de la presión durante 24 horas antes de indicar exámenes más costosos y hasta medicación en los casos sospechosos.
El monitoreo ambulatorio de la presión arterial o MAPA es especialmente necesario cuando se trata de conocer los valores de los pacientes con alto riesgo cardiovascular. La toma en la consulta es muy útil, pero no siempre refleja la presión real: puede ser buena en el consultorio y no en el monitoreo, o viceversa. Por lo tanto, tomar decisiones diagnósticas y terapéuticas sólo según el control en la consulta puede terminar causando problemas.
Uno de los motivos de esa alteración en el consultorio es la ansiedad circunstancial de estar frente al médico. El 35% de estos hipertensos «nuevos» en teoría tiene hipertensión de guardapolvo blanco. Aunque esa variación no es sinónimo de enfermedad, se recomienda controlar a esos pacientes porque podrían ser hipertensos en 6, 8 o 10 años. El seguimiento incluye un MAPA cada 2 años y la modificación del estilo de vida (mejorar la dieta, hacer ejercicio, dejar de fumar, bajar de peso si es necesario y comer poca sal). Si una persona propensa a ser hipertensa hace las cosas bien, controlará el riesgo. Y aunque está demostrado que ese cambio de hábitos da buenos resultados, su cumplimiento es bastante bajo.
Una vez descartados el incumplimiento de las indicaciones del médico, la medición incorrecta de la presión o el efecto de guardapolvo blanco, cuando el cambio del estilo de vida y los fármacos no logran reducir la presión a 140/90 mm Hg o menos en los hipertensos, se dice que son resistentes o refractarios al tratamiento. Hasta ahora, se desconocía el alcance de este problema, que aumenta el riesgo de complicaciones graves como el infarto cardíaco o cerebral.
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